BEIRUT – Este verano boreal está trayendo un desafío adicional para la salud pública en Líbano, agobiada por una crisis tan múltiple como acuciante a la que se suman temperaturas más altas de lo habitual.
En el país se ha registrado un aumento de las enfermedades contagiosas transmitidas por los alimentos y el agua, principalmente la hepatitis viral A, según estadísticas recientes publicadas por el Ministerio de Salud Pública libanés a partir de cifras recogidas en hospitales, centros de salud y laboratorios.
El virus de la hepatitis A es el causante de la hepatitis A, que provoca la inflamación del hígado, según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«El virus se propaga principalmente cuando una persona no infectada (y no vacunada) ingiere alimentos o agua contaminados con las heces de una persona infectada. La enfermedad está estrechamente relacionada con el consumo de agua o alimentos insalubres, un saneamiento inadecuado, una higiene personal deficiente y el sexo oral-anal», detalla.
Una implacable y espinosa crisis económica y social asola este país mediooriental desde hace años y se considera la principal responsable del deterioro de las instalaciones básicas, las instalaciones comunitarias y los servicios públicos, entre ellos el sanitario.
Abdulrahman Bizri, miembro del parlamento libanés y del comité parlamentario de salud pública, profesor de medicina y enfermedades infecciosas en la Universidad Americana de Beirut y presidente del comité nacional de respuesta y vacunas de covid, culpa a varios factores de las complicaciones para prevenir y contener las enfermedades, en particular las transmisibles.
Enre ellos, al colapso de la moneda libanesa, a la negligencia, a las crisis económicas, políticas y de subsistencia irresolubles, a la mala gestión y a la mala conducta imperante en esta crisis de crisis en el país mediooriental.
«Todos estos factores condujeron al fracaso en el mantenimiento de las infraestructuras sanitarias, como el alcantarillado, y en el suministro de agua limpia a los hogares para uso humano directo o indirecto a través de productos y/o ganado, lo que dio lugar a la propagación de muchas enfermedades, en concreto las infecciosas transmitidas a través del agua contaminada, como el cólera, la hepatitis A, la diarrea aguda, la disentería, la salmonela y otras enfermedades», detalló el especialista.
Escasez de personal y recortes presupuestarios
La disfunción del gobierno, la escasez de mantenimiento e inversión y la corrupción ralentizaron el desarrollo de los servicios y las respuestas a los brotes sanitarios.
Hussein Hassan, profesor e investigador en seguridad alimentaria y producción de alimentos de la misma Universidad Libanesa Americana, señala dos elementos adicionales que han afectado profundamente a la situación de la sanidad pública: la reducción de la financiación y el éxodo de médicos.
«En los hospitales, por ejemplo, tenemos escasez de personal debido a la fuga de cerebros, al tiempo que sufrimos la ineficacia y los trabajadores fantasma. Por desgracia, también tenemos sobornos y recortes presupuestarios que retrasan proyectos muy necesarios», explica.
En medio está el Ministerio de Sanidad, que debe funcionar en medio de una gran reducción del gasto público, lo que incide en su capacidad de gestión y protección contra las enfermedades transmisibles.
Bizri afirma que «el ministerio se enfrenta a una ardua batalla debido a sus limitadas y escasas capacidades. Depende en gran medida del apoyo de la comunidad internacional, por ejemplo, la OMS, Unicef, Acnur, entre otros, para controlar estas enfermedades».
Salvar la brecha en materia saniaria exige un planteamiento global y holístico para afrontar la situación, basado en medidas a corto y largo plazo que deben tomarse en muchos niveles oficiales y públicos.
Hassan cree que «hay que reforzar la vigilancia de los brotes, ejecutar campañas de vacunación masiva, proporcionar a las personas afectadas los suministros necesarios y mejorar el agua y el saneamiento en las zonas masificadas instalando sistemas de depuración e incluso distribuyendo agua embotellada».
Gran presencia de refugiados sirios
La pobreza, la escasa concienciación de la población, una educación inadecuada, un entorno social con conocimientos mínimos y el desprecio de las buenas prácticas de higiene contribuyen a la transmisión de enfermedades contagiosas.
Bizri se refiere a la considerable presencia de refugiados sirios que viven en condiciones difíciles, hacinados en campamentos desorganizados sin suficientes estructuras sanitarias fiables ni agua potable.
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Aplaudió la colaboración a tres bandas entre el Ministerio de Sanidad libanés, organizaciones internacionales como la OMS y Acnur (la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados), y el considerable sector médico privado libanés en la lucha contra las enfermedades que amenazan al país.
«Líbano logró contener muchas epidemias que tenían el potencial de prevalecer. El cuerpo médico libanés, incluida la sociedad civil, se ofreció masivamente para controlar la propagación de estas enfermedades. El sector sanitario encabezó los esfuerzos para hacer frente a la pandemia de covid-19 y sigue estando a la vanguardia de la lucha contra las enfermedades transmisibles», aseguró Bizri.
Sin embargo, tiene reservas respecto al «papel escéptico de Acnur en su lucha contra muchas de las epidemias que amenazan a Líbano como consecuencia de la existencia concentrada de refugiados sirios, ya que no trata con transparencia con el gobierno libanés y sus instituciones oficiales».
Para garantizar la continuidad de los programas de prevención y control de la salud pública, Hassan se pronunció por algunas medidas a largo plazo que deben ponerse en marcha lo más pronto posible.
Entre ellas, citó «la estabilidad económica y política, el fortalecimiento del sistema sanitario, la inversión en la mejora de los sistemas de abastecimiento de agua y alcantarillado, y el desarrollo y aplicación de programas de mantenimiento relacionados con la seguridad del agua, especialmente entre los refugiados».
El médido y experto reconoce el papel crucial desempeñado por la colaboración internacional y el apoyo financiero y técnico prestado por las organizaciones no gubernamentales.
Además se debe revertir un hecho esencial: la desconfianza ha hecho mella en la relación entre el sistema sanitario y los ciudadanos.
«Creo que los ciudadanos libaneses perdieron la fe en el sector sanitario hace mucho tiempo», afirmó Bizri.
«Sin embargo, siguen dependiendo de este sector, que ofrece servicios sanitarios y médicos asequibles en comparación con los costes de la sanidad privada en Líbano. El país presume de servicios y tratamientos médicos avanzados, pero su sanidad pública sigue soportando un importante déficit», concluyó.
T: MF / ED: EG