GINEBRA – La deuda pública mundial se ha disparado, al cierre de 2023 alcanzó la cifra récord de 97 billones (millones de millones) de dólares y es una pesada carga sobre los países del Sur global, señaló el más reciente informe del organismo de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).
Esa cifra, que comprende tanto el endeudamiento externo como el interno, muestra un incremento de 5,6 billones de dólares con respecto a 2022, y llevó a la Unctad a pedir de nuevo reformas en la arquitectura financiera internacional, para evitar una crisis generalizada de deuda en los países en desarrollo.
El informe señaló que a raíz de la pandemia covid-19 la deuda soberana externa de esos países, en créditos en moneda extranjera, aumentó 15,7 % hasta alcanzar los 11,4 billones de dólares a finales de 2022.
Los crecientes niveles de deuda se vuelven aún más complejos por la diversidad de prestamistas e instrumentos financieros.
Igualmente alarmante es el aumento de los costos del servicio de la deuda (pagos de capital e intereses).
En 2023, las naciones en desarrollo pagaron 847 000 millones de dólares en intereses netos, 26 % más que en 2021. Se endeudaron internacionalmente a tipos entre dos y cuatro veces superiores a los de Estados Unidos y entre seis y doce veces superiores a los de Alemania.
El rápido aumento del pago de intereses está afectando los presupuestos de los países en desarrollo. En la actualidad, la mitad de ellos destinan al menos ocho por ciento de los ingresos públicos al servicio de la deuda, cifra que se ha duplicado en los últimos 10 años.
Especialmente en África, el debilitamiento de las economías tras las múltiples crisis mundiales se ha traducido en una mayor carga de la deuda. El número de países africanos con una proporción de deuda superior a 60 % de su producto interno bruto aumentó de seis en 2013 a 27 en 2023.
Son africanos casi la mitad de los 54 países del Sur global que en 2023 debieron dedicar 10 % o más de los ingresos del gobierno a pagar intereses de deuda.
A modo de comparación, el Acuerdo de Londres de 1953 sobre la deuda de Alemania limitó la cantidad de los ingresos por exportaciones que podrían gastarse en servicio de la deuda externa (pública y privada) a cinco por ciento, para no socavar la recuperación de ese país tras la Segunda Guerra Mundial.
El creciente costo de la deuda está drenando recursos públicos vitales necesarios para el desarrollo. Unos 3300 millones de personas, casi la mitad de la humanidad, viven actualmente en países que gastan más dinero en pagar los intereses de sus deudas que en educación o sanidad.
Entre los trienios 2010-2012 y 2020-2022, en los países en desarrollo el gasto público en educación se incrementó en 38 %, el de salud en 58 %, y el destinado al pago de intereses por la deuda en 73 %.
En África el gasto medio en intereses (70 dólares) supera al de educación (60 dólares) y sanidad (39 dólares) per cápita. Un total de 769 millones de personas en África viven en países donde el pago de intereses supera las inversiones en educación o sanidad, lo que representa casi dos tercios de toda la población del continente.
“Esta situación es claramente insostenible”, afirmó Anastasia Nesvetailova, jefa de la subdivisión de Políticas Macroeconómicas y de Desarrollo de la Unctad.
Por ello consideró que “mientras se vislumbra en el horizonte una crisis sistémica de la deuda, en la que un número creciente de países en desarrollo pasan de la angustia al impago, ya está en marcha una crisis de desarrollo”.
Para la responsable de la Unctad la creciente crisis de la deuda no solo se deriva de la oleada de endeudamiento tras la crisis financiera mundial de 2008, las crisis en cascada desde la pandemia y el agresivo endurecimiento de la política monetaria en los países desarrollados.
“Las raíces principales se encuentran en los problemas estructurales de la arquitectura global de la deuda soberana, que ofrece un apoyo inadecuado y tardío a los países con problemas de deuda”, según Nesvetailova.
El informe aboga por una reevaluación exhaustiva de los factores que gravitan sobre la deuda, y que abarcan la demografía, la salud pública, los cambios económicos mundiales, el aumento de los tipos de interés, los realineamientos geopolíticos, la inestabilidad política, y las políticas industriales de los Estados deudores.
También propone un ciclo de vida de la deuda soberana en cinco etapas como marco conceptual para analizar y mejorar la arquitectura global de la deuda.
Las etapas incluyen contraer deuda, emitir instrumentos de deuda como bonos y préstamos, gestionar la deuda, hacer un seguimiento de la sostenibilidad de ese endeudamiento y, en caso necesario, reestructurar o renegociar las condiciones.
“Es necesario un enfoque de la deuda centrado en el desarrollo”, resumió Nesvetailova.
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