NACIONES UNIDAS – Quizás dos de los mayores equívocos en la jerga militar sean las armas pequeñas y ligeras, que son las principales armas de muerte y destrucción en las guerras civiles y conflictos militares en curso, mayormente en Asia, Medio Oriente y África.
En una declaración realizada el 18 de junio en la sesión inaugural de la Cuarta Conferencia de Revisión del Programa de Acción sobre Armas Pequeñas y Ligeras, el secretario general de la ONU, António Guterres, dio en el clavo al afirmar que no hay nada pequeño o ligero en el daño que causan estas armas.
«Las armas pequeñas y ligeras desempeñan un papel fundamental en estos conflictos. Las armas pequeñas son la principal causa de muertes violentas en todo el mundo, y son el arma elegida en casi la mitad de los homicidios mundiales», afirmó Guterres en la apertura de la Conferencia que se prolonga hasta el viernes 28 de junio en la sede de la ONU en Nueva York.
El Programa de Acción para prevenir, combatir y eliminar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos sus aspectos se estableció con esos ambiciosos objetivos. Pero es una tarea difícil en un mundo político dominado por los grupos de presión sobre armas y el complejo militar-industrial.
Durante la reunión actual, diplomáticos de todo el mundo examinan su aplicación, con el telón de fondo de un acuerdo político que se originó en 2001. Los miembros de la sociedad civil también participan para presentar sus análisis y presionar e informar a los gobiernos.
Izumi Nakamitsu, secretario general adjunto de la ONU y alto representante para Asuntos de Desarme, dijo a los delegados que el gasto militar mundial va en aumento.
Mientras, países, regiones y comunidades de todo el mundo están sufriendo. Los conflictos nuevos y prolongados están poniendo a millones de personas en la línea de fuego.
Agravan la delincuencia, los desplazamientos y el terrorismo. Desde las zonas de conflicto hasta los hogares, se utilizan para amenazar y perpetrar actos de violencia sexual y de género .
Según la ONU, las armas ligeras son, principalmente, armas diseñadas para ser utilizadas por dos o tres personas que forman un grupo, aunque algunas pueden ser transportadas y utilizadas por una sola persona.
Incluyen ametralladoras pesadas, lanzagranadas portátiles y montados, cañones antiaéreos portátiles, cañones antitanque portátiles, rifles sin retroceso, lanzadores portátiles de misiles antitanque y sistemas de cohetes, lanzadores portátiles de sistemas de misiles antiaéreos y morteros de calibre inferior a 100 milímetros.
Las guerras civiles actuales, en las que la elección de armas es mayoritariamente de armas pequeñas y ligeras, se dan principalmente en Afganistán, Myanmar, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Haití, Libia, Mali, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen, además de las dos grandes guerras en curso en Ucrania y Gaza.
Eso hace que las armas pequeñas y ligeras hayan pasado a dejar de diferenciarse en muchas ocasiones, cuando en el argot de la ONU las armas pequeñas definen las de uso personal y las ligeras aquellas utilizadas por grupos.
Adicionalmente, en los dos devastadores conflictos que tienen como escenario Ucrania, desde febrero de 2022, y Gaza, desde octubre de 2023, rusos e israelíes están utilizando armas más sofisticadas, como aviones de combate, helicópteros de combate, drones, misiles aire-superficie, vehículos blindados de transporte de tropas y carros de combate, entre otros.
Natalie J. Goldring, que representa al Instituto Acronym para la Diplomacia de Desarme en su trabajo en las Naciones Unidas sobre armas convencionales y cuestiones de comercio de armas, dijo a IPS que hay muchos obstáculos para la plena aplicación del Programa de Acción de las Naciones Unidas, tanto durante la Conferencia de Examen como después.
Dos de estos obstáculos parecen especialmente notables en la Conferencia de Revisión de este año, acotó.
El primer grupo de obstáculos es externo.
Al fin y al cabo, el Programa de Acción es un documento político, diseñado para ser aplicado principalmente a nivel nacional. Los Estados deben tener la voluntad política de cumplir los compromisos del Programa de Acción y los documentos finales de las distintas reuniones bienales de los Estados y las conferencias de examen.
Los Estados más pequeños y con menos recursos también pueden necesitar ayuda financiera para poder aplicar algunas partes del Programa de Acción.
En consecuencia, algunos Estados pequeños no están dispuestos a aceptar programas y políticas cuya aplicación temen que les cueste dinero, incluso con la posible disponibilidad de ayuda internacional, señaló Goldring.
«El reto político se complica por el importante papel que desempeña la industria armamentista. Los fabricantes de armas tienen incentivos financieros para vender tantas armas como puedan. Y los Estados que suministran armas pueden depender del poder de esos fabricantes», planteó.
De hecho, añadió, «algunos de estos fabricantes están tan empeñados en proteger sus beneficios que incluso asisten, hablan y presionan en estas mismas conferencias anuales».
El segundo obstáculo clave, dijo Goldring, está en los mecanismos de estas conferencias destinadas a examinar los progresos alcanzados en la ejecución del Programa de Acción para prevenir, combatir y eliminar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos sus aspectos .
El proceso del Programa de Acción se basa generalmente en la práctica del consenso, recordó.
«En teoría, eso suena loable, ¿por qué no querríamos que el proceso estuviera dominado por el logro del consenso? Pero en este proceso, el consenso se define efectivamente como unanimidad. Eso significa que una sola voz negativa puede bloquear el cambio o el progreso», lamentó.
Debido al proceso de consenso, argumentó, estas conferencias y reuniones a menudo se enfrentan a una incómoda elección entre dos opciones principales. Una posibilidad es un documento final sólido, alcanzado a través de votaciones, pero carente de consenso. Otra posibilidad es un documento final más débil, sí logrado por consenso.
«Si parece que el consenso no va a ser posible, entonces los partidarios del Programa de Acción de la ONU podrían y posiblemente deberían elaborar un documento final ambicioso que cumpliera mejor la promesa del Programa de Acción de la ONU y que requiriera votaciones sobre algunos de los párrafos más controvertidos», consideró la especialista.
Para Goldring, «podría decirse que el peor resultado sería que los partidarios de un Programa de Acción sólido aceptaran muchos compromisos sobre el texto y aun así no alcanzaran el consenso».
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Guterres afirmó que las armas pequeñas y ligeras agravan la delincuencia, los desplazamientos y el terrorismo. Desde las zonas de conflicto hasta los hogares, se utilizan para amenazar y perpetrar actos de violencia sexual y de género.
También impiden que la ayuda humanitaria vital llegue a los más vulnerable y ponen en peligro la vida de las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas y del personal civil.
Y la situación está empeorando, ya que los nuevos avances en la fabricación, la tecnología y el diseño de armas pequeñas, como la impresión en 3D, facilitan más que nunca su producción y tráfico ilegales, advirtió Guterres.
Rebecca Peters, directora de la Red Internacional de Acción contra las Armas Ligeras (Iansa, en inglés), afirmó en un artículo de opinión en el UN Chronicle que cada día mueren mil personas por heridas de bala, y tres veces más quedan con lesiones graves.
«Si la muerte, las lesiones y la discapacidad resultantes de las armas ligeras se categorizaran como una enfermedad, se calificarían de epidemia», remarcó.
Sin embargo, consideró, los medios de comunicación y la percepción popular tienden a sugerir que la violencia armada es simplemente una consecuencia inevitable de la crueldad o las privaciones humanas, en lugar de un problema de salud pública que puede prevenirse o al menos reducirse.
«Las circunstancias de la violencia armada varían tanto que sería simplista proponer una solución única. Se necesita un enfoque global, que refleje la naturaleza polifacética del problema, para reducir el sombrío balance de muertes y lesiones en todo el mundo», argumentó Peters.
No obstante, las masacres en los institutos educativos de Estados Unidos, las bandas armadas en Brasil o la violencia sexual sistemática en la República Democrática del Congo comparten un denominador común: la disponibilidad de armas de fuego (o armas pequeñas, según los círculos de la ONU).
La especialista planteó que las medidas prácticas para reducir la disponibilidad y el uso indebido de las armas pequeñas pueden clasificarse en cuatro apartados:
1. Reducir los arsenales existentes
2. Reducir el suministro de nuevas armas
3. Cerrar las puertas entre los mercados legal e ilegal
4. Reducir la motivación para adquirir armas (demanda)
Goldring, por su parte, acotó que la cuestión de si incluir o no la munición en el Programa de Acción es un ejemplo clave de la dificultad de alcanzar un consenso.
Este ha sido el caso desde la negociación de la primera Conferencia de Revisión, cuando Estados Unidos y algunos otros Estados mostraron su voluntad de bloquear el consenso sobre esta cuestión. Esa lucha continúa en la actual sesión en Nueva York.
La presidenta de la actual conferencia, aseguró Goldring, es una diplomática extraordinariamente capaz de Costa Rica, su representante permanente Maritza Chan Valverde. A su juicio, si hay alguien capaz de lograr un documento final sólido y, al mismo tiempo, alcanzar un consenso, esa es la embajadora Chan. «Pero es una tarea hercúlea», admitió.
«Admiro enormemente su capacidad y dedicación, pero creo que el abismo entre los partidarios del Programa de Acción de las Naciones Unidas y los obstruccionistas puede ser demasiado grande», dijo.
Al hablar del documento final de la Cumbre del Futuro, que se celebrará en septiembre, la embajadora Chan dijo: «El Pacto para el Futuro no puede permanecer anclado en el lenguaje del pasado. El consenso debe forjarse, no encontrarse. La ambición debe prevalecer en el texto, y el progreso de muchos no puede verse obstaculizado por las reservas de unos pocos».
Esa cita, según Goldring, parece sugerir que estaría dispuesta a que se celebraran votaciones para evitar que el documento se viera socavado por los obstruccionistas. «Pero solo el tiempo lo dirá2, añadió.
A principios y mediados de los años 90, el comercio internacional de armas pequeñas y ligeras era un tema especializado dentro de una comunidad internacional extremadamente reducida, y no figuraba de forma significativa en la agenda política internacional.
Gracias a la labor de analistas y defensores para llamar la atención sobre esta cuestión, acompañada posteriormente por el trabajo de diplomáticos dedicados en la ONU y en otros lugares, ahora es una parte establecida del trabajo internacional para reducir los costes humanos de la violencia armada.
«Desgraciadamente, es difícil, si no imposible, desarrollar medidas cuantitativas de la eficacia del Programa de Acción de las Naciones Unidas. En su lugar, a menudo medimos los productos y las actividades, en lugar de los resultados. Sencillamente, no sabemos cuál habría sido la situación sin el Programa de Acción», planteó Goldring.
ED: EG