El clima, la etnia y la negligencia alimentan la violencia en estados centrales de Nigeria

Parte de un campamento improvisado de desplazados internos en Bokkos, en el Cinturón Medio de Nigeria y uno de los distritos asolados por el conflicto entre pastores nómadas y agricultores. Imagen: Promise Eze / IPS

KADUNA, Nigeria – Lami Kwasu, un agricultor de la aldea de Kafanchan, en el estado de Kaduna, en el centro norte de Nigeria, estaba en su casa una tarde de octubre de 2020 cuando el sonido de disparos esporádicos llenó el aire.

Hombres armados, presuntamente pastores nómadas de la etnia fulani, habían rodeado la aldea y disparaban desde distintos ángulos.

Kwasu cargó a su hijo de tres años a la espalda e intentó correr hacia un arbusto cercano para ponerse a salvo. Pero recibió un disparo en la cabeza y quedó inconsciente.

«Me desperté en un hospital de la ciudad de Kaduna dos semanas después y me alegré mucho al saber que mi hijo estaba vivo», recordó.

Los residentes de la aldea de Kafanchan que hablaron con IPS informaron de que el ataque, que duró unas cuatro horas, dejó más de 30 casas quemadas, docenas de heridos y más de 20 personas muertas, entre ellas la madre de Kwasu, a la que los pastores masacraron hasta la muerte.

Los atacantes huyeron antes de que los agentes de seguridad llegaran a la conflictiva zona.

El calvario de Kwasu forma parte de un preocupante patrón. En los últimos años, las tensiones entre agricultores y ganaderos, principalmente de cabras, se han intensificado en los estados del centro-norte de Nigeria, también conocidos como el Cinturón Medio del país de África occidental.

Esta región ha sido testigo de una serie de violentos enfrentamientos. Por ejemplo, el año pasado, en el distrito de Zangon Kataf, en el estado de Kaduna, 33 personas perdieron la vida en un ataque de presuntos  pastores fulani a una aldea que vive de la agricultura.

Del mismo modo, en el distrito de Bokkos, en el estado de Plateau, más de 200 personas fueron brutalmente asesinadas durante un ataque dirigido aparentemente por pastores en la víspera de Navidad del año pasado.

Según Human Rights Watch, unas 60 000 personas han muerto y más de 300 000 han sido desplazadas en toda la región a causa del conflicto. Entre ellas se encuentra Grace Mahan, que perdió a su primer hijo durante el ataque en Bokkos y ahora está acogida en uno de los 14 campos de refugiados de la zona.

«Lo destruyeron todo, nuestros animales, nuestras casas. Escapé sin nada más que la ropa que llevo puesta», dijo a IPS.

Cambio climático

Los observadores afirman que la situación se ha desencadenado por la sequía relacionada con el cambio climático en el norte. La precipitación media anual de la región ha disminuido significativamente a menos de 600 milímetros, un marcado contraste con los 3500 mm recibidos en las zonas del sur.

Como consecuencia, los pastores fulani se ven obligados a emigrar hacia el sur en busca de pastos para su ganado.

Los fulani constituyen el grupo nómada mas grande del mundo en la actualidad, que se distribuye por África occidental y central, desde Senegal a República Centroafricana. En Nigeria la mayoría vive como seminómadas.

Los que se mantienen como nómadas,  pasan la mayor parte del tiempo en las áreas boscosas y son los protagonistas de los  enfrentamientos con las comunidades sedentarias de los agricultores.

La cabaña ganadera de Nigeria crece a un ritmo muy rápido: unos 20 millones de cabezas, lo que la convierte en una de las mayores del mundo. La población humana también crece. Con más de 200 millones de habitantes, es el país más poblado de África.

El aumento de la población ganadera y humana, sobre todo en la región centro-norte, que obliga a agricultores y pastores a competir por muy pocos recursos, ha provocado uno de los conflictos más sangrientos del África subsahariana.

Ese conflicto se está extendiendo ahora a los estados del sur del país, y en los últimos años se han registrado cada vez más asesinatos masivos, ya que los pastores acusan a los agricultores locales de robarles el ganado, y los agricultores culpan a los pastores de invadir sus tierras de labranza y destruir sus cultivos.

Ganado en un asentamiento de pastores nómadas de la etnia fulani en Bokkos, en el centro-norte de Nigeria. Imagen: Promise Eze / IPS

Fuego religioso en medio de tensiones étnicas

En los últimos años, el conflicto ha pasado de ser una lucha por los recursos a interpretarse como una crisis étnico-religiosa entre las etnias autóctonas del Cinturón Medio, predominantemente cristianas, y los fulani, predominantemente musulmanes y considerados como colonos.

Para muchos grupos cristianos de Nigeria y de fuera del país, los ataques se han calificado como «guerra islámica de expansión».

Esta opinión se produce en un contexto de preocupación que sugiere que Nigeria es uno de los lugares más peligrosos para ser cristiano tras el auge de los grupos yihadistas y los asesinatos por motivos políticos que han tenido como objetivo a los cristianos.

Según un informe, 90 % de los casi 5000 cristianos asesinados por motivos religiosos el año pasado se produjeron en Nigeria.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Incluso antes de la visita a Nigeria del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, en febrero, grupos de defensa de los cristianos y de la libertad religiosa de Estados Unidos criticaron al gobierno del presidente Joe Biden por no incluir a Nigeria en su lista de vigilancia de la libertad religiosa.

Algunos musulmanes del norte nigeriano perciben los ataques de los cristianos a las comunidades fulani como un ataque al Islam, lo que ha provocado llamadas a la represalia desde algunos sectores.

Estos enfrentamientos, que suelen producirse en las aldeas, pueden derivar rápidamente en violentos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes en las ciudades del norte, con consecuencias devastadoras.

Los grupos musulmanes de Nigeria han denunciado sistemáticamente los asesinatos perpetrados por ambas partes, afirmando que los ataques no obedecen a motivos religiosos.

Factores subyacentes

Para Oludare Ogunlana, profesor de Seguridad Nacional en la estadounidense Universidad Collin College, de Texas, el conflicto ha pasado de ser una pugna por los recursos a una crisis religiosa porque el gobierno ha descuidado durante décadas factores subyacentes como las tensiones religiosas, las crisis etnopolíticas, la pobreza, el desempleo y el analfabetismo que han asolado la región.

Nigeria es oficialmente un Estado laico, pero la religión desempeña un papel importante en la política del país. Los políticos suelen explotar los sentimientos religiosos para atraer a los votantes durante las elecciones.

Los problemas sociopolíticos se convierten rápidamente en crisis religiosas, sobre todo en la región centro-norte. Por ejemplo, una protesta de los cristianos de Kaduna contra los planes del gobierno de adoptar la sharia en el estado en 2000 derivó en una serie de conflictos que causaron la muerte de no menos de 2.000 personas.

A principios de la década de 2000, en Jos, en el estado de Plateau, a raíz de los nombramientos de funcionarios del gobierno según criterios religiosos, se produjeron una serie de incidentes violentos entre cristianos y musulmanes que causaron centenares de muertos.

«La intolerancia religiosa surge como consecuencia de la pobreza, no sólo en términos de posesiones materiales, sino también de ideas. La mayoría de los agricultores y pastores del Cinturón Medio son relativamente pobres», dijo Ogunlana a IPS desde el condado texano de Collin.

Para el especialista en seguridad, «no es inesperado que la crisis entre agricultores y pastores gire ahora en torno a la religión, dadas las tensiones religiosas existentes en una región plagada de analfabetismo y la incapacidad del gobierno para abordar estas cuestiones».

Negligencia gubernamental

Los analistas críticos sobre la gestión de la crisis entre pastores y agricultores coinciden en que el gobierno no le está prestando la atención necesaria, a pesar de sus esfuerzos por mitigar las matanzas.

En 2019, la presidencia propuso campamentos de pastoreo y colonias ganaderas en todo el país. Sin embargo, este plan se enfrentó a la oposición de los líderes del Cinturón Medio, que lo consideraban una estrategia para ayudar a los pastores a apoderarse de tierras y promover el Islam.

El informe anual 2024 de la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF, en inglés) culpó al gobierno nigeriano por su negligencia a la hora de abordar la violencia extremista religiosa.

Para Ogunlana, la policía de proximidad, las frecuentes mesas redondas con líderes religiosos y tradicionales, y la creación de oportunidades para animar a los pastores a desinvertir en otras empresas rentables distintas al pastoreo ayudarían a apagar las llamas.

A su juicio, «el gobierno debe promover una gobernanza integradora y aplicar políticas que garanticen la representación equitativa y la participación de las diversas comunidades religiosas en el proceso de toma de decisiones a todos los niveles de gobierno».

«Eso puede fomentar la confianza y el sentido de pertenencia entre los distintos grupos religiosos y étnicos», aseguró.

Nigeria, a pesar del estricto control de armas, es un centro neurálgico de armas ligeras ilegales, lo que alimenta los problemas de seguridad. Según datos de las Naciones Unidas, 70 % de los 500 millones de armas ilegales de África occidental se encuentran en Nigeria, en lo colabora en perpetuar los ciclos de violencia entre agricultores y pastores.

Uno de los líderes de los pastores fulani, Miyetti Allah, afirma que los ataques de los pastores son una respuesta al supuesto robo de ganado por parte de los granjeros, mientras que estos sostienen que defienden sus tierras.

A medida que la crisis se agrava, la cicatriz se hace más profunda y difícil de sanar.

Abdulrahman Muhammed, un pastor de Bokkos, contó a IPS que tras el ataque de la Nochebuena cristiana de 2023, los nativos cristianos emprendieron su venganza y atacaron numerosos asentamientos fulani al día siguiente, quemando muchas viviendas, incluida la suya.

«Conseguí escapar, pero me robaron parte del ganado. Me gustaría que hubiera un diálogo entre los nativos y los pastores para encontrar una forma de poner fin a las matanzas», dijo.

T: MF / ED: EG

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