NACIONES UNIDAS – Una nueva escalada de hostilidades en el este de la República Democrática del Congo (RDC) ha disparado las alarmas en las agencias del sistema de Naciones Unidas, pues el conflicto incrementa uno de los mayores desplazamientos forzosos de población en el mundo.
La Misión de mantenimiento de la paz de la ONU en la RDC (Monusco) pidió al rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) que cese su actual ofensiva sobre las fuerzas gubernamentales y que respete la Hoja de Ruta de Luanda, un acuerdo pactado en la capital de la vecina Angola por actores armados en la región.
En la oriental provincia Kivu del Norte, fronteriza con Ruanda y Uganda, los combates entre el M23 y las fuerzas del gobierno agotan los recursos de la Monusco para atender a unas 800 000 personas desplazadas de sus hogares en los últimos tres meses, en un conjunto de 2,5 millones de desplazados durante años de conflicto.
Al mismo tiempo, el impacto de devastadoras inundaciones continúa afectando al país, de 2 345 000 kilómetros cuadrados, casi 100 millones de habitantes y en el cual los conflictos armados y desastres asociados al cambio climático han forzado el desplazamiento de más de seis millones de personas en años recientes.
En Kivu del Norte se estima que unas 100 000 casas, 1325 escuelas, 267 centros de salud y grandes extensiones de tierras agrícolas han resultado dañadas o destruidas, dejando a unos dos millones de personas -casi 60 % niños- necesitadas de asistencia.
En ese clima se produce la nueva ofensiva del M23, un grupo rebelde formado sobre todo por personas de la etnia tutsi que se separó del ejército regular hace más de una década y avanza hacia Goma, la capital de esa región rica en oro y otros minerales.
El M23 es apenas uno en el centenar de grupos armados que actúan en la RDC. Otro de ellos, la Cooperativa para el Desarrollo del Congo, nutrido por la etnia lendu, ha atacado en los últimos días a grupos rivales, con saldo de una veintena de muertos y cientos de desplazados, en la provincia de Ituri, vecina de Kivu del Norte.
La vecina Ruanda, baza de la etnia tutsi, es señalada por el gobierno en Kinshasa y también por expertos de Estados Unidos y la ONU de brindar apoyo al M23, lo que rechaza ese país aunque admite que, con fines defensivos, ha emplazado algunos recursos militares en el lado congoleño de la frontera.
Entre las fuerzas que contienden hay todavía rezagos y búsqueda de venganza por las matanzas en la guerra entre etnias tutsi y hutu que asoló Ruanda a finales del siglo pasado y se proyectó hacia zonas vecinas, de Uganda y el este de la RDC.
En ese contexto, la Monusco inició su retirada del país en tres fases, tras una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU adoptada en diciembre que supone el traspaso gradual de responsabilidad al gobierno de la RDC a finales de este año.
Los militares de la ONU, que durante 25 años han estado en el país, podrían ser reemplazados por una fuerza regional integrada por efectivos de naciones del sur y este del continente, como Malawi, Sudáfrica y Tanzania.
Entretanto, indicó la ONU, la Monusco sigue apoyando al ejército de la RDC en la protección de las principales rutas que conducen a las ciudades clave de Sake y Goma en Kivu del Norte, y asegurando el paso de los civiles que huyen de los combates hacia zonas más seguras.
Las agencias de las Naciones Unidas y el gobierno de la RDC han pedido a la comunidad internacional aportes por 2600 millones de dólares para responder a la crisis humanitaria avivada por los incesantes conflictos armados y que alcanza a casi nueve millones de personas necesitadas de ayuda de emergencia.
Más allá de las crisis inmediatas que merecen atención urgente están necesidades y vulnerabilidades crónicas en la RDC, con más de 25 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria, entre ellas 8,4 millones con desnutrición aguda.
El país también enfrenta este año, junto a graves inundaciones, un resurgimiento de epidemias de sarampión y cólera, que han exacerbado la vulnerabilidad de las poblaciones afectadas por más de tres décadas de conflicto armado. Más de un millón de niños ya no van a la escuela debido a los conflictos.
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