KIGALI – Los expertos recomiendan que la prevención actual del paludismo, o malaria, en los países altamente endémicos de África integre medidas de control «localmente apropiadas» para hacer frente a la mayor carga de la enfermedad en el continente, el que acapara la enfermedad transmitida por mosquitos.
El Informe Mundial sobre el Paludismo 2023 muestra que esta enfermedad potencialmente mortal sigue siendo un importante desafío para la salud pública, ya que tanto la incidencia como la mortalidad por paludismo son más altas ahora que antes de dar inicio la pandemia de covid-19 en el continente africano.
Según el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los efectos del cambio climático y otras cuestiones suponen una amenaza para el avance de la lucha contra el paludismo, también conocida como malaria.
Las estadísticas oficiales muestran que África soportó desproporcionadamente el peso de la carga de malaria en 2022, representando 94 % de los casos mundiales de malaria y 95 % de todas las muertes por la enfermedad, que se estimaron en 608 000 ese año, un aumento de casi 6 % desde 2019, el año previo a la pandemia.
La OMS precisa que el paludismo, o malaria, es una enfermedad febril aguda provocada por parásitos del género Plasmodium que se propagan a las personas a través de la picadura de mosquitos del género Anopheles hembra infectados. La agencia de la ONU destaca que se trata de una enfermedad prevenible y curable.
Dorothy Fosah-Achu, jefa de Enfermedades Tropicales y Transmitidas por Vectores de la oficina de la OMS en África, dijo a IPS que las intervenciones de control de vectores en África han seguido siendo un desafío, y que los mosquiteros son una de las herramientas de control de vectores más eficaces en las que confía el continente.
«La mayoría de los países endémicos (en África) están adoptando nuevos mosquiteros tratados para reemplazar los que tienen el problema de la resistencia, pero estos mosquiteros mejorados son más caros, lo que hace que sea difícil para los países cubrir grandes zonas utilizando esta intervención», dijo Fosah-Achu en una entrevista.
El último informe de la OMS sobre el paludismo hace especial hincapié en el cambio climático como factor crítico que amenaza los avances en la lucha contra la enfermedad. Las perturbaciones relacionadas con el clima, como los fenómenos meteorológicos extremos, pueden haber exacerbado la propagación de la enfermedad.
Pero además de la crisis climática, hay otros factores que amenazan la lucha contra la malaria.
Uno de ellos, destaca la OMS, es que el déficit de financiación ha aumentado.
«El gasto total en 2022 alcanzó los 4100 millones de dólares, muy por debajo de los 7800 millones necesarios en todo el mundo para mantener el rumbo hacia los hitos mundiales de reducir la incidencia de casos y las tasas de mortalidad en al menos un 90 % para 2030 (en comparación con la base de referencia de 2015)», indica el informe.
Se trata de una financiación que debe incluir tanto el control como el diagnóstico, las terapias preventivas y el tratamiento.
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La creciente resistencia a las herramientas de control disponibles, como los insecticidas y los fármacos antipalúdicos, sigue siendo una preocupación cada vez mayor.
Según los expertos, la mayoría de los países africanos no disponen de suficientes mosquiteras. Sí cuentan con insecticidas que pueden utilizarse para rociar los hogares en los lugares de cría, pero esas intervenciones son muy caras.
La elevada proporción de población sin acceso a medicamentos de calidad contra la malaria en África sigue siendo otro problema,
Pero Fosah-Achu está convencida de que la consecuencia de la elevada mortalidad en el África subsahariana también está relacionada con las limitadas instalaciones sanitarias y hospitales que facilitan el acceso al tratamiento en el momento oportuno a la población que vive en zonas remotas.
Otro reto para los especialistas es que los países donde el paludismo es endémico en África tienen carencias de capacidad técnica porque sus instalaciones sanitarias nacionales no están dotadas de los recursos humanos adecuados, tanto para gestionar los programas y vigilar algunas de estas amenazas biológicas, como la resistencia de los vectores.
Las estimaciones más actuales de la OMS indican que en África se producen cada año unos 233 millones de casos de paludismo, que causan aproximadamente un millón de muertes.
Más de 90% de esas muertes corresponden a niños menores de cinco años. El hecho de que en África suporte 94 % de los casos de paludismo en el mundo y 95 % de las muertes por la enfermedad, se tradujo en 233 millones de personas enfermas de paludismo en el continente y 580 000 muertas.
Ludoviko Zirimenya, investigador médico del Instituto de Investigación de Virus de Uganda (UVRI, en inglés), dijo a IPS que el cambio climático en muchas regiones endémicas de África supone un riesgo sustancial para el progreso contra la malaria.
«África es la más afectada debido a una combinación de factores, el principal de los cuales es el cambio climático», dijo Zirimenya.
En Ruanda, como en otros países endémicos de África, el paludismo suele aparecer en las estaciones lluviosas, y los factores meteorológicos y la altitud son descritos por los expertos como los principales impulsores de la incidencia del paludismo en el continente.
Tanto Zirimenya como Fosah-Achu creen que la carga que supone la transmisión de la malaria en el continente puede reducirse cuando los países pongan en marcha los mecanismos adecuados para reforzar el sistema de gestión de datos y asegurarse de que cuentan con sistemas de vigilancia sólidos.
Los expertos en salud pública observan que el cambio climático es un problema cada vez mayor, y los países de algunos países endémicos cuentan con poco apoyo para establecer programas que contrarresten su impacto.
El informe de la OMS así lo reconoce.
«Igualmente crucial es la necesidad de situar la lucha contra la malaria dentro del nexo entre cambio climático y salud, y de equipar a las comunidades para anticiparse, adaptarse y mitigar los efectos del cambio climático, incluido el aumento de fenómenos meteorológicos extremos», dice el documento.
Añade que «hay una serie de acciones -estratégicas, técnicas y operativas- que los países y sus socios deberían empezar a llevar a cabo ya».
En la actualidad se han puesto en marcha numerosas intervenciones para controlar la malaria en muchos países africanos, pero los expertos señalan que la incidencia de esta enfermedad mortal ha aumentado en los últimos años.
«Existen lagunas de capacidad financiera que algunos países deben cubrir. La mayoría de los gobiernos africanos todavía tienen que aprender a movilizar recursos y garantizar que los programas (contra la malaria) cumplan los planes que ellos mismos han desarrollado», afirmó Fosah-Achu.
A pesar de estos retos, también ha habido logros.
Entre los avances más recientes se encuentran el lanzamiento de la primera vacuna contra la malaria, denominada RTS,S/AS01, y la aprobación por parte de la OMS de una segunda vacuna, R21/Matrix-M.
Además, el uso de nuevos mosquiteros tratados con insecticidas de doble ingrediente activo y la ampliación de la prevención del paludismo en niños de alto riesgo han sido avances cruciales que ofrecen nuevas vías para combatir la enfermedad.
T: MF / ED: EG