NACIONES UNIDAS – La violencia y las dificultades económicas son amenazas centrales para los niños del mundo, dentro de un cuadro en el que ocho tendencias globales les impactarán negativamente este año, advirtió un informe de perspectivas presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El documento, “Perspectivas para la infancia en 2024: Cooperación en un mundo fragmentado”, examina los principales riesgos globales a los que probablemente se enfrentarán los niños, y sugiere formas de reducir los daños, comenzando por la violencia y guerra continuas.
Según el informe, la posibilidad de conflicto se verá impulsada por la creciente competencia entre las potencias mundiales, amenazando los derechos y la vida de los niños, atentando contra su existencia y desviando recursos que podrían destinarse a la educación, la atención sanitaria y la nutrición.
En el lado positivo, encuentra que poderes medianos y pequeños toman distancia de esa competencia y a ellos Unicef les pide impulsar mecanismos de seguimiento y rendición de cuentas para proteger a los niños en situaciones de conflicto.
El texto destaca la necesidad de que la comunidad internacional amplíe la ayuda humanitaria y evite crear “emergencias olvidadas”.
El estancado crecimiento económico está socavando años de progreso en la reducción de la pobreza infantil, dificultando el acceso de los jóvenes a los mercados laborales mundiales, apunta el texto.
Indica que si el comercio internacional se ve obstaculizado por la desconfianza y “los aranceles del tipo ojo por ojo, diente por diente” entre naciones, los precios de los alimentos podrían aumentar y la nutrición infantil podría verse afectada.
La forma de proteger a los niños, según el informe, es la solidaridad económica, la colaboración entre los mercados y la inversión en las competencias del futuro.
El informe expresa su preocupación por el hecho de que un sistema multilateral fragmentado no esté consiguiendo resultados en cuestiones clave para la infancia, en temas como paz, seguridad, cambio climático y financiación para el desarrollo.
Muchos países, especialmente los del Sur global, creen que el sistema multilateral no ha logrado abordar los desafíos centrales, ya no es aptos para su propósito en un mundo en evolución y, como resultado, las alineaciones y las alianzas entre naciones han cambiado.
El análisis recomienda aprovechar la oportunidad que ofrece la Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas, en septiembre de 2024, para conseguir nuevos compromisos con el multilateralismo inclusivo, las reformas financieras, la paz global y la gobernanza de la seguridad.
Destaca que las economías en desarrollo siguen enfrentadas a desigualdades fiscales estructurales, por lo que los recursos, las oportunidades y el poder no se distribuyen equitativamente y limitan la capacidad de un país para invertir en la infancia.
Uno de los resultados es que muchas personas dependen de las remesas para cubrir sus gastos sanitarios y educativos, y el informe considera que las nuevas tecnologías y reformas de los sistemas de préstamos podrían ofrecer la esperanza de un futuro más igualitario.
Otra cuestión que se aborda son las amenazas sobre la democracia, y se recuerda que en 2024 se celebrarán decenas de elecciones nacionales en todo el mundo, con riesgos sin precedentes si cunden la desinformación y la violencia política, lo cual amenaza tanto los derechos como los servicios que esperan recibir los niños.
Los niños y los jóvenes pueden ser especialmente vulnerables a este tipo de violencia, que puede provocar daños físicos o emocionales, interrupción de los servicios públicos, cierre de escuelas y hasta la muerte.
Recomienda que gobiernos, empresas de tecnología, medios de comunicación, la academia y la sociedad civil “actúen junto con los jóvenes para remodelar el debate público, preservando libertad de expresión e y la integridad de la información”.
Luego el reporte apunta a la crisis climática y observa que la transición acelerada hacia la energía verde está reconfigurando los mercados laborales y de minerales críticos, lo que contempla beneficios significativos para niños y jóvenes.
Pero también conlleva riesgos, ya que jóvenes y niños están expuestos, por ejemplo, a prácticas laborales nocivas en las comunidades mineras. La transición ecológica también altera sus posibilidades de empleo en la economía verde, y supone un reto para los gobiernos a la hora de abordar necesidades de educación y capacitación.
Pero, si se gestiona de forma responsable, cooperativa y justa, esta transición puede ser positiva para los niños y los jóvenes, reconoce el informe.
Luego expone que el fenómeno El Niño -vientos sobre el Pacífico que alteran regímenes de lluvias-, las enfermedades transmitidas por mosquitos y la escasez de agua (3300 millones de personas viven en zonas de estrés hídrico) también amenazarán la salud y el bienestar infantil.
Factores de ese tipo conducen a la inseguridad alimentaria, el aumento del riesgo de pobreza alimentaria infantil y la migración forzada, indica el texto de Unicef.
Plantea que una mayor colaboración transfronteriza en la gestión de los riesgos medioambientales y la innovación tecnológica pueden mitigar los efectos negativos.
Por último, las posibles repercusiones de las tecnologías no controladas, incluida la inteligencia artificial (IA), están reavivando el miedo y la preocupación por el bienestar de los niños, advierte Unicef.
Dice que las nuevas políticas y normas, si se centran en los niños y se diseñan de forma responsable, pueden ofrecer oportunidades y minimizar los efectos negativos.
La conclusión a la que llegan los autores del informe es que el mundo se enfrenta a la disyuntiva de elegir entre un futuro de fragmentación y división, o uno de colaboración y cooperación, en el que se aprovechen las oportunidades para forjar un mundo más seguro y equitativo para los niños.
Sostienen que con la renovación del espíritu de cooperación previsto por el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, las reformas financieras, la responsabilidad política, la solidaridad y políticas sociales proactivas, los niños pueden heredar una sociedad inclusiva y resistente.
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