GINEBRA – Seis millones de personas se han desplazado de sus hogares para huir de la guerra en Sudán, que ya lleva 10 meses, y la comunidad internacional debe abordar esa crisis con urgencia, planteó de modo perentorio la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Se necesita urgentemente un alto el fuego en Sudán para que la gente pueda reconstruir sus vidas con dignidad. No debemos dar la espalda al sufrimiento de millones de personas afectadas por un conflicto tan devastador”, dijo en esta ciudad suiza la directora general de la OIM, Amy Pope.
Pope, quien visitó recientemente el este de Chad, a donde llegan cientos de miles de refugiados sudaneses, insistió en que “ahora, más que nunca, necesitamos todo el apoyo posible para seguir brindando asistencia humanitaria que salva vidas y avanzar hacia la recuperación y soluciones a largo plazo” en el país africano.
En Sudán, de 1,8 millones de kilómetros cuadrados y 48 millones de habitantes, estalló el 15 de abril una guerra entre ejércitos rivales, las regulares las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Sus jefes son dos generales, Abdel Fattah al Burhan (FAS), actual presidente, y Mohamed Hamdan Dagalo (FAR), quienes se aliaron para derrocar al gobierno civil de transición en octubre de 2021 y luego rompieron, en una confrontación que tiene como telón de fondo el control de las riquezas minerales del país.
Los seis millones de personas que abandonaron sus hogares para huir de la guerra en la capital, Jartum, y otras ciudades junto al Nilo en el centro-este del país, y en la región de Darfur (oeste), bastión de las FAR, constituyen la crisis de desplazados internos más numerosa en el mundo.
Se calcula que 1,7 millones de personas han buscado refugio a través de las fronteras de Sudán del Sur, Chad, Etiopía, Egipto, la República Centroafricana y Libia.
Más de 600 000 de quienes han escapado se encuentran en Chad oriental. De ellos, más de 136 000 son chadianos que estaban viviendo en Sudán, pero el conflicto les forzó a regresar.
Situaciones similares se viven en Etiopía y Sudán del Sur, países también asolados por conflictos recientes y de los cuales habían huido familias hacia zonas de Sudán.
Para atender esa crisis, la OIM lanzó un llamamiento para recaudar 307 millones de dólares en 2024, a fin de apoyar a 1,2 millones de personas afectadas por el conflicto, entre desplazados internos, refugiados, repatriados y nacionales de terceros países.
Hasta ahora, esa agencia de las Naciones Unidas ha apoyado a más de un millón de personas en Sudán y países vecinos, con asistencia en efectivo, facilitando transporte seguro y brindando también apoyo crítico en materia de salud, protección, agua, saneamiento e higiene.
Por su parte, Radhouane Nouicer, experto designado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para la situación en Sudán, dijo que “a medida que los combates se extienden por todo el país, las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario continúan sin cesar”.
“En mis reuniones periódicas con representantes de la sociedad civil sudanesa, he escuchado horribles informes de sufrimiento humano, incluidos cientos de casos sospechosos de desapariciones forzadas y múltiples casos de detención arbitraria por ambas partes en el conflicto”, dijo el diplomático tunecino.
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras ha reportado que debido a la violencia de los combates -que causaron al menos 10 000 muertes a lo largo de 2023, según fuentes concordantes- debió cerrar varios de sus centros de asistencia en distintas ciudades del país, mientras la gente huye al extenderse el conflicto.
En total, más de 25 millones de civiles –incluidos más de 14 millones de niños– necesitan asistencia y protección humanitaria, según las agencias de la ONU.
“Sudán, una de las tierras más fértiles, se está quedando sin alimentos y millones de personas se enfrentan al hambre aguda”, dijo Noucier.
Expresó alarma por el aumento de la violencia y el discurso de odio por motivos étnicos, particularmente en la región de Darfur, donde las FAR y las milicias árabes aliadas han atacado a la comunidad africana masalit.
“Son preocupantes los informes sobre el reclutamiento de niños y la movilización de civiles en los llamados grupos de resistencia populares”, añadió el experto.
También hay “relatos profundamente inquietantes de violencia sexual contra mujeres y niñas”, la mayoría de ellos presuntamente perpetrados por miembros de las FAR y sus milicias aliadas.
Nouicer insistió en que para frenar la crisis “es crucial que los líderes de ambos lados muestren más voluntad política para poner fin a la violencia y silenciar las armas”.
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