NACIONES UNIDAS – La economía mundial crecerá apenas 2,4 por ciento en 2024, un retroceso con respecto al 2,7 por ciento de 2023 y a los niveles previos a la pandemia covid-19, señaló en su primer informe del año el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (Desa, en inglés) de las Naciones Unidas.
En América Latina y el Caribe el avance será aún más pequeño, de apenas 1,6 % y después del modesto crecimiento de 2,2 % el año pasado.
Los factores detrás de las sombrías previsiones para el año que comienza son las políticas monetarias restrictivas, la debilidad del comercio y la inversión mundiales, las vulnerabilidades debidas al alto nivel de endeudamiento, los crecientes riesgos geopolíticos, y los impactos climáticos cada vez mayores.
El Desa advierte que el débil crecimiento obstaculiza avanzar hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en vista de que se espera un prolongado período de condiciones de crédito más estrictas, y mayores costos del endeudamiento en una economía mundial de por sí agobiada por la deuda.
Tras enfatizar que hacen falta más inversiones para reimpulsar el crecimiento, luchar contra el cambio climático y acelerar el progreso de la agenda de desarrollo sostenible, el estudio indica que para cumplir los ODS se necesitan 500 000 millones de dólares al año de financiamiento.
El estudio destaca que el mercado de trabajo mundial se ha recuperado de forma rápida pero desigual de la crisis de la covid.
En las economías desarrolladas, los mercados laborales se han mantenido resistentes a las restricciones de política monetaria, mientras que en muchos países en desarrollo, particularmente en Asia occidental y África, los indicadores de empleo aún no han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia.
Con respecto a la inflación, se estima que seguirá disminuyendo, para pasar de 5,7 % en 2023 a 3,9 % en 2024, aunque las presiones sobre los precios siguen siendo elevadas en muchos países, y cualquier nueva escalada de los conflictos geopolíticos podría generar nuevos aumentos.
Además, pese a la prometedora baja inflacionaria, se proyecta que una cuarta parte de los países en desarrollo registren más de 10 % de inflación anual.
El año pasado, la inflación de los precios de los alimentos se mantuvo alta en muchos países en desarrollo, afectando desproporcionadamente a los hogares más pobres. Se estima que 238 millones de personas padecieron niveles altos de inseguridad alimentaria aguda, un aumento de 21,6 millones con respecto al año anterior.
El Desa destaca que la inflación persistentemente alta ha socavado el progreso en la reducción de la pobreza en los años que han seguido a la pandemia.
Aunque el número total de personas que viven en la pobreza disminuyó marginalmente en 2023, las tasas de pobreza en los países de renta baja se mantuvieron muy por encima de los niveles previos a la emergencia sanitaria.
Para América Latina y el Caribe, el panorama de crecimiento es desalentador, ya que si bien la inflación está retrocediendo en varias economías, el limitado espacio de políticas macroeconómicas y las débiles inversiones seguirán dificultando la capacidad de la región para abordar los desafíos sociales y el cambio climático.
Las exportaciones, las remesas y las entradas de capital a la región pueden afectarse por la modesta expansión económica de Estados Unidos y China en 2024, y por la renovada volatilidad en los mercados financieros globales.
Las crisis relacionadas con el clima y el fenómeno El Niño –vientos sobre el Pacífico que cambian los regímenes de lluvias en varios continentes- podrían perturbar la actividad económica y desencadenar nuevas presiones inflacionarias.
Los tres motores económicos de la región tendrán un año de crecimiento limitado: Brasil avanzaría sólo 1,6 % este año, frente al 3,1% del anterior; México aumentaría su producto interno bruto 2,3 % en 2024 luego de crecer 3,5 % en 2023, y Argentina seguiría en crisis con un nivel elevado de inflación.
Por otra parte, los gobiernos latinoamericanos enfrentan importantes limitaciones para financiar la enorme inversión necesaria para acelerar el progreso hacia los ODS.
“La región deberá redoblar sus esfuerzos para reducir la evasión y elusión fiscal y aumentar la progresividad de los sistemas tributarios para satisfacer sus necesidades de financiamiento”, apunta el informe.
Del mismo modo, advierte que América Latina continúa enfrentando el reto de implementar políticas macroeconómicas anticíclicas e industriales activas, para impulsar el crecimiento y la inversión, ampliar el bienestar social y desarrollar la resiliencia al cambio climático.
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