Bajo el sol abrasador, agricultores kenianos se adaptan al cambio climático

Los habitantes rurales de Kenia forjan un camino hacia un futuro más sostenible y protegen sus vidas y medios de subsistencia del cambio climático a través de la agricultura regenerativa, alimentando esperanza para sus comunidades y el ambiente.

Yvonne Atieno cuida los peces en su estanque de barro en la aldea de Kotiang, en el distrito de Nyaike, en el condado de Kisumu, dentro de la región del lago Victoria en Kenia. Imagen: Robert Kibet / IPS

KOTIANG, Kenia En el tranquilo pueblo de Kotiang, ubicado a orillas del lago Victoria en la región lacustre de Kenia, Yvonne Atieno, una madre abnegada de poco más de 30 años, atiende su estanque de peces bajo el implacable sol ecuatorial.

Su pequeña hija se une con entusiasmo a su madre en este esfuerzo de piscicultura en un terreno vecino a su vivienda. Atieno, contadora pública de profesión, reflexiona sobre cómo su decisión de adoptar la agricultura regenerativa no solo enriqueció su vida, sino que también le impartió lecciones de vida invaluables.

«En esta búsqueda, a diferencia del empleo tradicional, no tengo ninguna ansiedad acerca de la jubilación», señaló. «Es muy gratificante, especialmente cuando me levanto temprano cada mañana para presenciar el florecimiento de mis vegetales africanos», añadió.

El compromiso inquebrantable de Atieno es palpable mientras cuida meticulosamente sus prósperos cultivos bajo el sol abrasador.

Frente a la crisis climática, los habitantes rurales de Kenia como Atieno están forjando un camino hacia un futuro más sostenible a través de la agricultura regenerativa, alimentando esperanza para sus comunidades y el ambiente.

«Al principio cultivé una pasión por esto. Si bien la agricultura puede no ser el trabajo típico al que aspiran los jóvenes hoy en día, es increíblemente gratificante. Ser testigo de las plantas que florecen cada mañana es una experiencia tangible y satisfactoria», sostuvo la agricultora, y su sonrisa revela la alegría de la satisfacción que siente a través de la agricultura.

Mark Ogado, residente de la aldea de Kamagaga en el condado keniano de Kisumu, cuida a su vaca mestiza. Mezcla pasto Napier y Steveir y vende el excedente a los lugareños. Imagen: Robert Kibet / IPS

Atieno, al igual que muchos pequeños agricultores jóvenes en todo el continente africano, está adoptando la agricultura regenerativa para mejorar las fuentes de ingresos diversificadas.

Según un informe de 2022 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), titulado «Agricultura regenerativa: una oportunidad para que las empresas y la sociedad restauren tierras degradadas en África», la adopción de la agricultura regenerativa tiene el potencial de generar aproximadamente cinco millones de puestos de trabajo en 2040 en África.

Además, su objetivo es aumentar los ingresos y garantizar la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores.

Atieno, que recibió capacitación en lombricultura, practica una técnica agrícola sostenible que implica el uso de desechos agrícolas disponibles localmente para cultivar lombrices rojas italianas. Estos gusanos desempeñan un papel decisivo en la producción de un líquido llamado «vermijugo», rico en nutrientes y que sirve como fertilizante foliar eficaz.

La lombricultura proporciona una alternativa circular, sostenible y de baja tecnología a los fertilizantes sintéticos al utilizar desechos orgánicos para generar un líquido rico en nutrientes conocido como jugo de lombriz o jugo de vermi.

Atieno y su marido intentaron criar conejos utilizando orina de conejo como fertilizante líquido. Desafortunadamente, sus conejos sucumbieron a las enfermedades, lo que provocó el fin de su negocio.

«Tuvimos que cambiar al jugo de vermi como sustituto de la orina de conejo. La proporción que utilizamos es menor que la de los fertilizantes sintéticos. Diluir un litro de jugo de vermi en 10 a 20 litros de agua resulta rentable y respetuoso con el medio ambiente», explicó Atieno mientras arrancaba las malas hierbas de su huerto cónico.

Mark Ogado, con alimento para ganado recién cortado. También lo utiliza como repelente de plagas. Algunas plantas se usan como medicina para combatir la gripe. Imagen: Robert Kibet / IPS

Mark Ogado Doyo, padre de cuatro hijos, permite que sus dedos se muevan entre los desechos de la cocina en un recipiente de plástico medio cortado, donde pequeños gusanos rojos se retuercen y se entrelazan, una rutina que realiza todas las mañanas antes de cortar el pasto del ganado. A lo largo del borde inferior del recipiente inclinado hay cuatro bidones llenos de un líquido de color marrón.

Después de completar sus exámenes de octavo grado, Ogado encontró limitaciones financieras y decidió aventurarse en la agricultura, inspirado por su padre, quien desempeñaba funciones tanto de agricultor como de veterinario.

Desafiado por el impacto del clima extremo, que trajo como consecuencia la escasez de agua, Ogado, como muchos agricultores locales, pasó a criar ganado mestizo. Sin embargo, ahora enfrentan el alto costo de adquirir desechos de cultivos en los mercados locales para utilizarlos como alimento para el ganado.

«El manejo de mis dos vacas requiere un gasto diario que oscila entre 1200 chelines kenianos (alrededor de 7,38 dólares) y 1800 (11 dólares), y cada bolsa cuesta 400 chelines (2,46 dólares)”, indicó Ogado.

«Desafortunadamente, la mayoría de las hortalizas de nuestra zona se cultivan con fertilizantes y pesticidas sintéticos, lo que afecta negativamente la calidad de la leche producida y la hace inadecuada para el consumo humano», agregó, mientras alimentaba hábilmente con forraje Napier y Steveir recién picado.

Para abordar estos problemas, Ogado dedicó casi una hectárea de su tierra al cultivo de pasto Napier y Steveir. Ahora tiene un excedente y vende de cinco a seis bolsas diarias de pasto Napier a la comunidad local a precios que oscilan entre 2,15 y 2,5 dólares por unidad.

«Mi plan es ampliar el cultivo de pasto Napier a una superficie extensa, con el objetivo de alcanzar entre 10 y 20 acres (cuatro y ocho hectáreas)», dijo en entrevista con IPS.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Atieno y Ogado, junto con numerosos jóvenes agricultores de los condados de Kisumu y Homa Bay en la región lacustre de Kenia, se han beneficiado de un proyecto de cinco años llamado Transformación de las economías rurales y los medios de vida de los jóvenes (TREYL, en inglés).

Este proyecto, financiado por la sueca Fundación Ikea e implementado por oenegé internacional Practical Action, tiene como objetivo mejorar las perspectivas económicas de las comunidades rurales y los medios de vida de los jóvenes de la región.

Mejorar la sostenibilidad de la agricultura como profesión tiene el potencial de mitigar las elevadas tasas de desempleo en las regiones rurales, fomentar la cohesión familiar, ofrecer a las comunidades acceso a opciones alimentarias más saludables y estimular la economía local.

Akinyi Walender, director de Practical Action para África, enfatiza la importancia de adoptar la agricultura regenerativa. Afirma que este enfoque tiene el potencial de empoderar a una nueva generación de agricultores, permitiéndoles redefinir su narrativa y tener un impacto positivo tanto en sus destinos como en la prosperidad de sus comunidades locales.

En el ámbito de la agricultura regenerativa, Wallender destaca su respuesta a la demanda de alimentos seguros y nutritivos. Si bien los desafíos persisten, ella aboga por esfuerzos para mejorar el acceso a los mercados, las finanzas y el conocimiento, enfatizando la necesidad continua de inversiones en iniciativas que apoyen la agricultura regenerativa para lograr impactos duraderos.

Sheba Ogalo, de 29 años y madre de tres hijos, cosecha mandioca (yuca) en su granja en la aldea de Gul, en Chemelil, parte del condado keniano de Kisumu. Imagen: Robert Kibet / IPS

Manejo orgánico sostenible de plagas

Ogado ha adoptado prácticas ecológicas, utilizando plantaciones complementarias con cilantro y caléndula mexicana desde 2021 para repeler de forma natural las plagas del pimiento y la col rizada, eliminando la necesidad de pesticidas sintéticos. Con una granja autosuficiente en ese rubro, Ogado se diversifica con la oferta de unos 60 tallos de papaya.

«Veintiún días después de trasplantar pimiento, incorporé cilantro como repelente natural. En mi método con la col rizada, integro caléndulas mexicanas como elemento disuasorio contra los pulgones», explicó Ogado. Señaló además que desde 2021 no visita una tienda agroveterinaria para comprar pesticidas sintéticos.

En la aldea de Ng’ura, en el condado de Homa Bay, Boniface Otieno, de 27 años, cultiva con éxito tomates sin fertilizantes ni pesticidas sintéticos, a pesar de los desafíos que plantean los hipopótamos que invaden las granjas a lo largo de las orillas del lago Victoria.

«La agricultura exige determinación, esperanza y paciencia. La agricultura orgánica, a diferencia de depender de fertilizantes y pesticidas sintéticos, ha demostrado ser más viable económicamente con un gasto reducido», señaló Otieno, un médico especializado en microbiología que decidió dejar un empleo formal para dedicarse a la agricultura.

Otieno posee un terreno donde cría ovejas, vacas lecheras y aves de corral, financiado por el éxito de su emprendimiento de cultivo de tomates. Y sigue innovando, como la creación de un líquido producido con una mezcla de cebollas que aplica en aerosol a sus tomates, para eliminar los pulgones.

T: MLM / ED: EG

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