Opinión

El Banco Mundial permite la captura privada de beneficios y recursos públicos

Este es un artículo de opinión de Jomo Kwame Sundaram, profesor de economía y antiguo secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.

El lavado de imagen del Grupo del Banco Mundial con su reforma de gobernanza no es suficiente y establece recetas en su nueva hoja de ruta que entregan al capital privado con ánimo la atención de déficits de financiación. Imagen: BWP

KUALA LUMPUR – El Banco Mundial insiste en que las finanzas comerciales son necesarias para lograr la recuperación económica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero hace poco para garantizar que las finanzas comerciales ávidas de ganancias sirvan al interés público.

Al no abordar los acuciantes retos que les incumben, la segunda reunión anual de las instituciones de Bretton Woods (IBW) en el continente africano, que se celebró en Marrakech en octubre de 2023, supone un retroceso aún mayor para el Sur en desarrollo.

El Comité Monetario y Financiero Internacional, que supervisa el Fondo Monetario Internacional (FMI), no pudo acordar por consenso el habitual comunicado ministerial de fin de cada reunión por razones «geopolíticas». Al Comité de Desarrollo, que rige el Grupo del Banco Mundial, no le fue mucho mejor.

Nuevo manual del Banco Mundial

Poco se logró en los temas cruciales pendientes de la reforma de la gobernanza y la deuda soberana. Reconociendo implícitamente los fracasos del pasado, los gobernadores del Banco Mundial aprobaron una «nueva visión para crear un mundo libre de pobreza en un planeta habitable».

Después de todo, incluso el Banco Mundial reconoce ahora que los recientes aumentos de la pobreza mundial han sido los peores desde la Segunda Guerra Mundial, a medida que el estancamiento económico, las dificultades de la deuda y la inflación se extendían por el mundo en desarrollo.

La nueva Hoja de Ruta para la Evolución del Banco propone un plan de transición energética justa para movilizar el capital privado con el fin de ampliar, asegurar y desplegar la financiación climática. Esta financiación se destina principalmente a la mitigación, más que a la adaptación, por no hablar de las pérdidas y los daños.

El plan quiere que las instituciones financieras internacionales ayuden a los gobiernos de los países en desarrollo a reducir el riesgo de las inversiones privadas. Para la reputada economista Bhumika Muchhala, esto refleja «el fracaso de los ricos accionistas del Banco a la hora de ayudar a garantizar un sistema multilateral más equitativo que sea realmente adecuado para afrontar los retos del siglo XXI».

Mezclar financiación y beneficios privados

La estrategia propone «reducir el riesgo» de las inversiones extranjeras mediante diversos tipos de «financiación mixta» -como la cofinanciación, las garantías de préstamos, los seguros contra riesgos políticos o las coinversiones en capital público-, así como reformas complementarias jurídicas y de otro tipo.

El Banco y sus aliados llevan promoviendo la «financiación combinada» para el desarrollo, el medio ambiente y el calentamiento global desde antes de la crisis financiera mundial estallada en 2008. Su principal recomendación ha sido inducir al capital privado con ánimo de lucro a cubrir los crecientes déficits de financiación.

Jomo Kwame Sundaram
El autor, Jomo Kwame Sundaram

Sin duda, la mayoría de los países en desarrollo pobres disponen de recursos públicos limitados para realizar las inversiones sociales y medioambientales necesarias, incluidas las relacionadas con el clima. En estos casos, los fondos públicos se utilizan para «reducir riesgos» o subvencionar de otro modo la financiación comercial, aparentemente al servicio de las prioridades de las políticas públicas.

Sin embargo, la participación comercial privada en los servicios y las infraestructuras públicas es costosa y arriesgada para el sector público y los ciudadanos, al utilizar recursos públicos limitados en beneficio privado. La sociedad civil y otros sectores críticos ya han expresado su profunda preocupación por la nueva Hoja de Ruta.

El Grupo del Banco Mundial también ha creado un Laboratorio de Inversiones del Sector Privado para aumentar la financiación privada en las economías en desarrollo. Afirma estar creando un «entorno empresarial propicio que libere la financiación privada».

De miles de millones a billones

El lema del Banco Mundial «de miles de millones a billones» ha sido el pretexto para privilegiar la financiación comercial como supuestamente necesaria para alcanzar los ODS. Pero ha hecho muy poco para garantizar que esas inversiones privadas con ánimo de lucro contribuyan a alcanzar los ODS o sirvan de algún otro modo a los fines públicos.

El Banco no tiene en cuenta que las inversiones privadas con ánimo de lucro que esperan rendimientos atractivos pueden no servir a los intereses y prioridades públicos. Tampoco apoyan necesariamente las transformaciones deseables. Peor aún, sus consecuencias económicas, sociales y medioambientales pueden ser a peor.

La privatización de infraestructuras y servicios sociales anteriormente públicos ha empeorado el desarrollo y la distribución. La desigualdad de acceso a los servicios públicos -cada vez más vinculada a la asequibilidad y la capacidad de pago- amenaza a cientos de millones de personas.

Estos acuerdos de financiación mixta también han contribuido a la explosión de la deuda en el Sur global, exacerbando, en lugar de aliviando, las crisis humanitarias, medioambientales y de desarrollo.

Las dificultades de la deuda se extienden

Los países en desarrollo se encuentran en la peor crisis de deuda de su historia, con unas obligaciones de servicio de la deuda más elevadas que nunca. Los actuales ratios deuda/PIB son más del doble de los que tenían los países de renta baja antes de que entrara en vigor en 1996 el alivio de la deuda de los países pobres muy endeudados (PPME), e incluso más altos que los de las naciones latinoamericanas antes del Plan Brady de 1989.

A diferencia de las crisis de deuda soberana de los años 80, la financiación de mercado es ahora más importante. Mucha más deuda pública de fuentes comerciales implica depender de los mercados de bonos, en lugar de los préstamos de los bancos comerciales.

Con el crédito oficial mucho menos importante, la financiación comercial se ha vuelto mucho más importante en comparación con la década de 1980. Pero al contrario de los acreedores oficiales, la mayoría de los acreedores privados suelen negarse a participar en las negociaciones de reestructuración de la deuda, lo que imposibilita su resolución.

Los costes del servicio de la deuda equivalen al gasto combinado en educación, sanidad, protección social y clima. En África, el servicio de la deuda ha aumentado a la mitad. Los niveles de servicio de la deuda de los 139 prestatarios del Banco Mundial son más elevados que durante los picos de las crisis de la deuda de los PPME y de América Latina.

Por término medio, el servicio de la deuda absorbe 38 % de los ingresos presupuestarios y 30 % de los gastos de los gobiernos de los países en desarrollo. En África, los niveles son mucho más elevados: ¡ 54 % de los ingresos y 40 % de los gastos!

El marco conjunto de sostenibilidad de la deuda de las IBW insiste en que las economías endeudadas deben tener una ratio deuda/PIB inferior a la de otros países, limitando la ratio externa de estos países de renta baja a 30 % o 40 %. Esta política de las IBW penaliza de hecho a las naciones más pobres y vulnerables.

En 38 países con más de 1000 millones de habitantes, las condicionalidades de los préstamos durante 2020-2022 se tradujeron en reformas fiscales regresivas y recortes del gasto público. La reducción del gasto ha afectado a las subvenciones a los combustibles o la electricidad y a las facturas de los salarios públicos, lo que ha agravado el estancamiento económico.

A pesar de la grave situación de endeudamiento de muchos países en desarrollo, la mayoría no ha podido acceder a un alivio significativo de la deuda. Los acuerdos de reestructuración de la deuda más recientes han dejado los niveles de servicio de la deuda en una media de al menos el 48% de los ingresos durante los próximos tres a cinco años.

Las dificultades de la deuda limitan la capacidad de gasto de los gobiernos, desesperadamente necesaria para hacer frente a las crisis sociales y medioambientales. Por lo tanto, superar el estancamiento y alcanzar los ODS exigirá muchas más condonaciones, alivios y recortes de los costes de endeudamiento.

T: MF / ED: EG

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