Ahorrar energía y salvar bosques: Cómo unas cocinas cambian vida de mujeres en Zimbabue

Sehlisiwe Sibanda sostiene un pequeño haz de leña y pequeñas ramas que utiliza para su estufa de bajo consumo. Imagen: Busani Bafana / IPS

KEZI, Zimbabue – Hace cinco años, la agricultora Sehlisiwe Sibanda caminaba hasta una zona boscosa cercana para llenar un carrito de dos ruedas típico del sur de África con enormes troncos de madera para cocinar y calentarse. Una pila de leña le duraba una semana durante el verano austral.

Pero ahora no necesita cargar el carrito con troncos enormes. Con pequeñas ramas y ramitas le basta para más de un mes.

Eso pasó desde que ella misma construyó una estufa de leña eficiente y de bajo consumo, e que con solo unas ramitas la prende y le brinda energía suficiente para cocinar, calentar el agua del baño y hornear bollos para su familia de cinco miembros y la venta.

La estufa tsotso está hecha de ladrillos en forma de caja con dos agujeros en la parte superior cubiertos con ruedas de hierro de arado reutilizadas, un horno y una chimenea de humo fijada a la pared. Tsotso es un vocablo en la lengua local que significa fuego.

Las cocinas consumen menos leña y contaminan menos que el fuego abierto. Ahora Sibanda puede cocinar en su estufa dentro de su pequeña vivienda sin temor al humo y el espacio de su cocina ha pasado a ser agradable para estar toda la familia.

“El hornillo me ha salvado la vida; ahora mi familia come caliente y se baña con agua caliente todos los días”, comenta riendo y mostrando su estufa, situada en medio de la cocina de su rondavel, la choza de estilo africano.

“Cocinar en esta nueva estufa se ha convertido en una tarea fácil y agradable; los fogones están limpios y no producen humos molestos, y ahora mi familia se reúne en la cocina cuando cocino u horneo. Esto nos ha unido”, asegura.

Sibanda hornea bollos que vende en las escuelas locales y a los vecinos. Utiliza parte de los ingresos de la repostería para comprar pienso para sus pollos, que vende por entre cinco y seis  dólares. La venta de seis pollos le da dinero suficiente para pagar a un tractorista que ara sus campos.

La estufa ha ayudado a Sibanda y a un grupo de otras mujeres a acceder a la energía de forma eficiente y a reducir la deforestación en su aldea de Kezi, en el sur de Zimbabue.

Como muchas otras comunidades, Kezi no está conectada a la red eléctrica, la leña es la principal fuente de energía para cocinar y calentarse. La recogida de leña es un alto precio a pagar por la protección del ambiente en una región árida que experimenta una deforestación y desertificación masivas.

La biomasa es una fuente clave de energía para cocinar en todo Zimbabue. La mayoría de las mujeres soportan la carga de recoger leña y cocinar en fuegos abiertos, lo que las expone a la contaminación por humo y pone en riesgo su salud.

Las cocinas mejoradas marcan la diferencia porque emiten menos humo y utilizan la leña de forma más eficiente, ahorrando a las mujeres la pesada tarea de recoger troncos enormes a muchos kilómetros de sus viviendas.

Zimbabue pierde anualmente más de 260 000 hectáreas de bosques debido a la demanda de leña y a la roturación de tierras para la agricultura. Una cifra que resulta preocupante, porque el país solo planta una media de 34 hectáreas al año, según la Comisión Forestal de Zimbabue.

Sibanda recibió formación para construir las cocinas, es movilizadora comunitaria y también forma a otras mujeres para que las fabriquen.

Otra agricultora, Sinikiwe Ngwenya, que hizo construir la nueva estufa en su casa, afirma que el nuevo artefacto también le ha cambiado la vida.

“Tener esta cocina me ha facilitado la vida; ya no tengo que preocuparme de conseguir mucha leña para cocinar fuera, y tengo más tiempo para hacer otras tareas porque cocinar es menos engorroso», dice Ngwenya. “Ya no tengo que agacharme para cocinar, lo que es bueno para mi salud; además, ahora mi familia disfruta de comidas calientes en cualquier momento, y yo puedo hornear bollos que vendo”, añade.

Sinikiwe Ngwenya muestra orgullosa su estufa de bajo consumo, que solo requiere pequeñas ramitas para que el fuego se prenda y pueda cocinar. Imagen: Busani Bafana / IPS

Salvar la salud, quizá también los árboles

Al conseguir que las mujeres utilicen las estufas eficientes, una organización no gubernamental (ONG) local ayuda a salvar los árboles de la deforestación, al mismo tiempo que alivia el trabajo de cuidados y no remunerado de las mujeres, y les da una oportunidad de generar sus propios ingresos.

Además, aumenta la autoestima de las mujeres porque son ellas mismas las que construyen las cocinas.

La adaptación de tecnologías eficientes en el uso de la madera, como la estufa tsotso, también está ayudando a las mujeres a sentir que salvan los árboles de su entorno. salvar árboles y

“Las mujeres soportan la pesada carga de recoger leña”, afirma Lakiness Zimanyiwa, responsable de programas de Hope for a Child in Christ (Hocic, en inglés), la ONG local que ha formado a mujeres de zonas rurales en la construcción de las estufas tsotso.

La iniciativa la ejecuta dentro de su Programa de Garantía de Derechos (SRP PGII), destinado a mejorar la situación económica de las mujeres.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

“Las cocinas tsotso se desarrollaron con el objetivo de reducir la carga de trabajo de cuidados no remunerado de las mujeres, ya que reducían el tiempo que tardaban en ir a buscar leña, y ayudaban a mejorar los ingresos horneando con la cocina y vendiendo bollos a la comunidad”, explica Zimanyiwa a IPS.

Añadió que “al ser más rápidas las estufas, las familias tienen más tiempo para participar en otras tareas esenciales”,

“Las cocinas también han ayudado a reducir la deforestación en Maphisa, ya que ahora las mujeres tardan menos en recoger leña y sólo tienen que recoger ramitas, que son suficientes para cocinar una comida familiar”, dice Pesistance Mukwena, oficial de proyectos de Hocic.

Maphisa es un pequeño municipio rural donde se ubica Kezil, en el distrito de Matobo, en la provincia zimbabuense de Matabelelandia Sur, en el suroeste del país.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el mundo se encuentra a mitad de camino de la fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y África no está a la altura en varios de ellos, incluido el ODS 7 sobre el acceso a la energía limpia.

Un informe de la ONU sobre el avance del ODS 7 en África recomienda que las políticas y la financiación de la cocina limpia se integren en las estrategias nacionales de alivio de la pobreza y de salud.

Sehlisiwe Sibanda dentro de su cocina. Asegura que ahora es agradable trabajar en su cocina gracias a una estufa de bajo consumo energético no emite mucho humo. Imagen: Busani Bafana / IPS

Consideraciones de género, cruciales para las alternativas energéticas

“El elemento de género también es crucial, ya que implicar a las mujeres en los negocios de cocción limpia impulsará los resultados y hará que estos esfuerzos sean más duraderos. Este aspecto debe abordarse desde las campañas de sensibilización hasta la participación directa de las mujeres como promotoras y empresarias” señala la ONU.

Encontrar fuentes de energía alternativas y más limpias es una prioridad para Zimbabue, que necesita más de 55 000 millones de dólares para actividades de mitigación del cambio climático, sobre todo en el sector energético.

Según su contribución determinada a nivel nacional (NDC, en inglés), Zimbabue pretende reducir las emisiones de carbono en 33 % para 2030 a través de iniciativas de energía limpia, como el aumento de la energía hidroeléctrica en su combinación energética, los digestores de biogás y la mejora de la eficiencia energética.

Más de 600 millones de personas en África no tienen acceso a la electricidad, y muchas carecen de energía limpia para cocinar.

Es su Visión para una Cocina Limpia, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) muestra que en  África subsahariana solo 20 % de la población de sus 29 países tiene acceso a una cocina limpia.

El informe precisa que la mitad de los casi mil millones de personas sin acceso a una cocina limpia se concentra en cinco países, todos africanos: como Nigeria, Etiopía, Tanzania, la República Democrática del Congo y Uganda.

«Los incentivos financieros son una herramienta política vital para facilitar el despliegue acelerado de tecnologías limpias para cocinar”, afirma Akinwumi Adesina, presidente del Banco Africano de Desarrollo, en el prólogo de un informe sobre el tema.

En ese sentido, añade, “se necesitan aproximadamente 8000 millones de dólares anuales en equipos e infraestructuras de aquí a 2030 para apuntalar el acceso universal a soluciones limpias para cocinar” en el continente africano.

«Pero esto debe complementarse con un liderazgo firme por parte de los responsables políticos, ya que los gobiernos son los más indicados para influir en el futuro», remarca.

Sehlisiwe Sibanda sostiene una fuente llena de bollos recién horneados en una estufa de bajo consumo, en su cocina en Kezi, dentro del pequeño municipio rural de Maphisa, en el suroeste de Zimbabue. Los vende entre los vecinos y obtiene así unos ingresos que ayudan a la economía familiar. Imagen: Busani Bafana / IPS

Otra razón para impulsar las cocinas limpias la aporta la Organización Mundial de la Salud (OMS), que explica que la contaminación del aire interior procedente de la biomasa es uno de los 10 principales riesgos de la carga mundial de enfermedades. Se calcula que la contaminación del aire doméstico es responsable de 3,8 millones de muertes prematuras anuales en el mundo.

Además, el cambio climático ha acuciado aún más la demanda de energía en África, donde los combustibles fósiles son la principal fuente de energía para cocinar, el transporte y la calefacción, afirma Leleti Maluleke, investigadora del programa de Seguridad Humana y Cambio Climático de Good Governance Africa.

“El acceso desigual a la energía afecta desproporcionadamente a las mujeres y las niñas debido a sus roles de género y responsabilidades a nivel doméstico», dice Maluleke a IPS.

Añade que “las mujeres, especialmente en las zonas rurales y remotas, utilizan energía contaminante para cocinar y cortar árboles, contribuyendo así a las emisiones y a la deforestación. La falta de electricidad, educación y acceso a la información las excluye de formas más seguras y ecológicas de realizar sus tareas domésticas».

Maluleke lamenta que, en los debates sobre energía, los responsables políticos pasen por alto con frecuencia las luchas de las mujeres y que los proyectos relacionados con la energía rara vez tengan en cuenta el género.

La experta considera que la pobreza energética es una cuestión de desigualdad.

África, recuerda, ha tenido una lenta adopción de fuentes de energía limpia en comparación con Europa y América, por lo que es necesario centrarse en las regiones y comunidades que se ven desproporcionadamente afectadas por el cambio climático.

“El continente es una de las partes del mundo a las que hay que dar más prioridad, ya que es la que menos contribuye a las emisiones, pero la más afectada», afirma.

Para Maluleke, “crear conciencia de las desigualdades e injusticias existentes y de cómo el cambio climático las exacerba conducirá a los diálogos, conversaciones y acciones necesarias que deben tomarse en materia de justicia climática».

El uso de combustibles fósiles cobra cada día más protagonismo ante los crecientes efectos del cambio climático, que se manifiestan en inundaciones cada vez más intensas, sequías más prolongadas y temperaturas récords.

En Kezi, las mujeres como Sibanda y Ngwenya no están al tanto de la geopolítica climática, pero si perciben diariamente que gracias a sus estufas mejoradas ahorran energía, protegen los bosques cercanos y la salud de sus familias, mientras tienen más calidad de vida y una nueva herramienta para su autonomía económica.

T: MF / ED: EG

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