NAIROBI – El respaldo financiero internacional para las medidas de adaptación al cambio climático en los países en desarrollo está retrocediendo, indicó un nuevo reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
El informe “evidencia la cada vez más distante separación entre las necesidades y la acción en términos de protección de las personas ante las inclemencias del cambio climático”, observó el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
Los flujos de financiación pública internacional para la adaptación (la respuesta al calentamiento global que busca reducir la vulnerabilidad de los sistemas sociales y biológicos), con destino a los países en desarrollo, disminuyeron 15 %, hasta 21 300 millones de dólares en 2021.
Por contraste, habían aumentado hasta 25 200 millones de dólares entre 2018 y 2020.
El Pnuma recuerda que en la 26 Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), en Glasgow, Reino Unido, se planteó la necesidad de que los proveedores de financiamiento público y multilateral aporten hasta 40 000 millones de dólares anuales para la adaptación en las naciones en desarrollo.
Por añadidura, según el nuevo informe, las necesidades de financiamiento para adaptación en los países en desarrollo son 50 % más altas de lo que se estimaba en la década pasada, y el estudio las ubica entre 215 000 millones de dólares anuales, para esta década, y 387 000 millones hacia 2050.
Junto con esa brecha de adaptación se observa un estancamiento en la planificación y ejecución de medidas, lo que implica enormes pérdidas y daños, en particular para las personas más vulnerables, señala el informe.
Aunque cinco de cada seis países cuentan con al menos un instrumento nacional de planificación de la adaptación, los avances para alcanzar una cobertura mundial completa se están ralentizando.
Y el número de acciones de adaptación apoyadas a través de los fondos internacionales para el clima se ha estancado en la última década. El Pnuma detectó picos de hasta 500 proyectos en 2015 y 2021, pero en los restantes años del período han bajado de 400 y aún a menos de 300 anuales.
“Urge más que nunca que actuemos con medidas para proteger a las personas y la naturaleza. Se están perdiendo y desmoronando vidas y medios de subsistencia, donde los más vulnerables sufren más”, recalcó Guterres.
Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma, destacó que en 2023 “el cambio climático volvió a ser más perturbador y mortífero: se batieron múltiples récords de temperatura, al tiempo que se producían estragos causados por tormentas, inundaciones, olas de calor e incendios forestales”.
“El recrudecimiento de estos impactos nos indica que es urgente que el mundo reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero y multiplique sus esfuerzos de adaptación con vistas a proteger a las poblaciones vulnerables. Ninguna de estas dos soluciones se está cumpliendo”, advirtió.
Más aún, “incluso si la comunidad internacional suspendiese hoy mismo todas las emisiones de gases de efecto invernadero (que calientan la atmósfera), las alteraciones climáticas tardarían décadas en desaparecer”, añadió Andersen.
El Pnuma destaca que la adopción de medidas de adaptación ambiciosas puede prevenir pérdidas y daños y favorecer la resiliencia, de suma importancia para los países de ingreso bajo y los grupos más desfavorecidos.
El informe refiere un estudio que demuestra que tan solo las 55 economías más vulnerables al clima han sufrido pérdidas y daños por un valor superior a los 500 000 millones de dólares en las dos últimas décadas.
Esos costos aumentarán considerablemente en las próximas décadas, sobre todo si no se adoptan medidas contundentes de mitigación y adaptación.
Los estudios indican que, por cada 1000 millones de dólares que se invierten en medidas de adaptación para hacer frente a las inundaciones costeras, se logra una reducción de 14 000 millones en daños económicos.
Asimismo, una inversión de 16 000 millones de dólares al año en el sector agrícola evitaría que aproximadamente 78 millones de personas padecieran hambre crónica o inanición a causa de los efectos del cambio climático.
El informe del Pnuma sobre la brecha de adaptación identifica siete vías para aumentar la financiación, entre las que figuran el gasto nacional y la financiación procedente del sector privado y la comunidad internacional, las remesas y el aumento de la financiación destinada a las pequeñas y medianas empresas.
También la aplicación del Acuerdo de París (de 2015, sobre reducción de gases de efecto invernadero) para situar los flujos financieros en un nivel que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero.
Otra herramienta es movilizar recursos a través de un fondo de pérdidas y daños, y, por último, la reforma de la arquitectura financiera internacional, propugnada por la Iniciativa de Bridgetown, que plantea colocar el financiamiento del desarrollo en la intersección de las crisis de deuda, clima e inflación.
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