NACIONES UNIDAS – Jeanne Kirkpatrick, exembajadora de Estados Unidos ante la ONU entre 1981 y 1985, distinguió una vez entre regímenes autoritarios de derecha «amistosos», en su mayoría aliados de Estados Unidos y Occidente, y dictaduras totalitarias de izquierda «hostiles», a las que Estados Unidos aborrecía.
Entre los dictadores que Estados Unidos rechazó desde las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado se encontraban Robert Mugabe, de Zimbabue; el general Than Shwe, de Myanmar; Saddam Hussein, de Iraq; Fidel Castro, de Cuba; Muammar Gadafi, de Libia; Hafez al Assad, de Siria; y Kim Il-Sung, de Corea del Norte.
Al mismo tiempo, las sucesivas administraciones estadounidenses se acercaron a una serie de regímenes autoritarios de derechas y feudos familiares, principalmente en el Sudeste Asiático, América Latina y, sobre todo, Medio Oriente.
Estos regímenes fueron ampliamente acusados por las organizaciones de derechos humanos de instaurar leyes de excepción, detener a disidentes, reprimir a la prensa, torturar y ejecutar a presos políticos y amañar elecciones. Como dijo una vez un dictador de derechas del sudeste asiático: «Os prometí que os daría el derecho a votar, pero no dije nada de contar esos votos».
La distinción de Kirkpatrick, embajadora durante el gobierno republicano de Ronald Reagan, entre regímenes de derecha fáciles de usar y dictadores de izquierda inamistosos provocó una clara replica de Cyrus Vance, secretario de Estado de Estados Unidos durante el gobierno de Jimmy Carter (1977-1980).
Vance le respondió: “Me parece que si estás en el potro (y siendo torturado), da igual que tu torturador sea diestro o zurdo.”
Pero algunas naciones occidentales han intentado separar políticamente a los gobiernos de derechas de los de izquierdas, a los buenos de sombrero blanco de los malos de sombrero negro, como en las películas de Hollywood sobre el salvaje Oeste.
El vínculo más fuerte entre Estados Unidos y algunos de los regímenes opresores de Medio Oriente, como Egipto y Arabia Saudí, es principalmente militar.
El actual gobierno derechista de Israel, acusado por Amnistía Internacional de abusos contra los derechos humanos y torturas, es una coalición de siete partidos políticos.
La actual batalla devastadora y unilateral entre Israel, firme aliado de Estados Unidos, y el grupo militante Hamás ha puesto de relieve un doble rasero de larga data en materia de tortura y abusos contra los derechos humanos.
Estados Unidos rara vez, o nunca, se muestra crítico con Israel y ejerce su influencia política para vetar cualquier resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que condene al Estado israelí, como ha hecho desde el ataque de Hamás a Israel del 7 de octubre que estalló la guerra en Gaza.
Simon Adams, presidente y director general del Centro para las Víctimas de la Tortura, dijo a IPS: «Desafortunadamente, si la historia nos enseña algo es que la mayoría de los gobiernos son capaces de perpetrar torturas, independientemente de su color político”.
Algunas democracias, señaló, tratan de justificar la tortura en momentos de crisis extrema, como Estados Unidos tras el ataque del grupo islamista Al Qaeda a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, mientras que las dictaduras a menudo cometen torturas como parte de un sistema industrial de terror y control, como Corea del Norte o el régimen dinástico de Assad en Siria.
“La triste realidad es que los gobiernos autoritarios que se declaran de extrema izquierda o de extrema derecha a menudo han cometido torturas en nombre de su causa», señaló.
Adams remarcó que “cuanto más engañado esté un gobierno respecto a la supuesta pureza de la ideología gobernante, más probable es que cometa torturas contra disidentes y no creyentes. Lo que todos los regímenes autoritarios tienen en común es el desprecio por los derechos humanos universales”.
Mientras tanto, en un informe publicado a principios de noviembre, Amnistía Internacional (AI), respetada y rigurosa organización de derechos humanos, afirma que los testimonios de detenidos liberados y abogados de derechos humanos, así como imágenes y grabaciones de vídeo, ilustran algunas de las formas de tortura y otros malos tratos a los que han sido sometidos los presos por las fuerzas israelíes desde el inicio del conflicto.
Entre ellas figuran fuertes palizas y humillaciones a los detenidos, como obligarlos a mantener la cabeza gacha, a arrodillarse en el suelo durante el recuento de presos y a cantar canciones israelíes.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Heba Morayef, directora regional de AI para Medio Oriente y el Norte de África, afirmó: «En el último mes hemos sido testigos de un aumento significativo del uso por Israel de la detención administrativa -detención sin cargos ni juicio que puede renovarse indefinidamente-, que ya había alcanzado su nivel más alto en 20 años antes de la última escalada de las hostilidades el 7 de octubre”.
La detención administrativa es una de las herramientas clave con las que Israel ha aplicado su sistema de apartheid contra los palestinos.
“Los testimonios y las pruebas de vídeo también apuntan a numerosos incidentes de tortura y otros malos tratos por parte de las fuerzas israelíes, incluidas fuertes palizas y humillaciones deliberadas a palestinos detenidos en condiciones terribles”, afirmó Morayef.
AI reafirma también que los homicidios sumarios y la toma de rehenes por Hamás y otros grupos armados el 7 de octubre son crímenes de guerra y deben condenarse como tales, pero las autoridades israelíes no deben utilizar estos ataques para justificar sus propios ataques ilegítimos y castigos colectivos a civiles en la asediada Franja de Gaza.
Igualmente, aduce, los esos crímenes de Hamás no justifican el uso de la tortura, la detención arbitraria y otras violaciones de los derechos de los presos palestinos.
“La prohibición de la tortura nunca puede suspenderse ni derogarse, ni siquiera -y especialmente- en momentos como este», ha afirmado AI.
Amnistía Internacional asegura que lleva décadas documentando la tortura generalizada por parte de las autoridades israelíes en lugares de detención de toda Cisjordania.
Sin embargo, en el último mes se han difundido ampliamente en Internet vídeos e imágenes que muestran escenas espantosas de soldados israelíes golpeando y humillando a palestinos mientras los detienen con los ojos vendados, desnudos y con las manos atadas, en una muestra pública especialmente escalofriante de tortura y humillación de detenidos palestinos.
En una de las imágenes analizadas por el Laboratorio de Pruebas de Crisis de Amnistía Internacional se ve a tres hombres palestinos con los ojos vendados y despojados de sus ropas junto a un soldado que viste un uniforme verde oliva como los que llevan las fuerzas terrestres israelíes.
Una investigación del diario israelí Haaretz, publicada el 19 de octubre, descubrió que la imagen fue tomada en Wadi al Seeq, un pueblo al este de Ramala, el 12 de octubre. Una de las tres víctimas que aparecen en la fotografía dijo a AI que inicialmente fue retenido y golpeado por colonos israelíes, hasta que dos horas después arribó un jeep militar israelí.
“Uno de los efectivos israelíes que llegó se acercó a mí y me dio una patada en el costado izquierdo, luego saltó sobre mi cabeza con sus dos piernas empujando mi cara aún más hacia la tierra y luego continuó dándome patadas mientras yo estaba cabeza abajo, en la tierra, con las manos atadas a la espalda. Luego cogió un cuchillo y me arrancó toda la ropa excepto la ropa interior inferior y utilizó parte de la ropa rota para vendarme los ojos”, contó.
Y añadió: “Los golpes en el resto del cuerpo no cesaron, y en un momento dado empezó a saltar sobre mi espalda tres o cuatro veces mientras gritaba ‘muere, muere, basura’. Al final, antes de que cesara, otro agente orinó sobre mi cara y mi cuerpo mientras también gritaba ‘muere’».
T: MF / ED: EG