Continúa la guerra entre los ejércitos de Sudán

Refugiados sudaneses huyen hacia campamentos en Chad para ponerse a salvo de los combates entre fuerzas militares de su país. La lucha adquiere rasgos de conflicto étnico en el oeste de Sudán y se extiende además a las regiones centrales. Imagen: Insa Diatta / Acnur

NACIONES UNIDAS – La guerra entre ejércitos rivales en Sudán, iniciada el 15 de abril y que ha costado 6000 vidas de civiles y el desplazamiento de siete millones de personas, se intensificó en las últimas semanas con más ataques sobre la población civil, lamentaron responsables del sistema de Naciones Unidas.

Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR, uno de los bandos en pugna) y sus milicias árabes aliadas “mataron a cientos de civiles masalit étnicos en la ciudad de Ardamata a principios de este mes”, dijo Jeremy Laurence, portavoz de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh).

Se trata de “otro ataque masivo por motivos étnicos contra civiles masalit en Darfur occidental –zona fronteriza con Chad- en apenas unos meses”, señaló Laurence.

Los masalit son una etnia no árabe originaria del norte de África, poco más de un millón de individuos asentados en las zonas fronterizas de Sudán y Chad, y algunas de sus milicias se han involucrado en los conflictos de la región, incluidos apoyos a las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS), el ejército nacional de ese país.

El actual conflicto sudanés se libra como lucha por el poder y control de las riquezas minerales del país entre las FAS y el gobierno de facto del general Abdel Fattah al Burhan, de un lado, y, del otro, las FAR de su ex aliado, el general Mohamed Hamdan Dagalo, que es fuerte en la occidental región de Darfur.

En una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el tema, Martha Ama Akyaa Pobee, subsecretaria general para África, informó que las FAR han ganado territorio y expulsado a las FAS de varias bases en Darfur desde finales de octubre.

También ante el Consejo, el gobierno sudanés solicitó el retiro de la misión de la ONU en ese país, establecida en 2020 para colaborar con la transición hacia un gobierno civil, un proceso que se truncó con el golpe militar de octubre de 2021.

Sudán es la última nación africana en solicitar la retirada de las misiones de la ONU este año, después de Malí y la República Democrática del Congo.

Mientras, prosiguen los combates y las FAR parecen preparadas para avanzar hacia El Fasher en el norte de Darfur, una ciudad importante y el último reducto de las FAS en la región, según informes de los medios locales.

“Un ataque de las FAR contra El Fasher o sus alrededores podría provocar un gran número de víctimas civiles, debido a la gran cantidad de desplazados internos que se encuentran allí”, observó Pobee.

Los civiles “siguen enfrentándose a graves violaciones de los derechos humanos, incluida la violencia sexual y de género”, y los testimonios recogidos por la misión de la ONU “señalan a personal de las FAR u hombres con uniformes de las FAR como presuntos autores”, afirmó Pobee.

Laurence dijo que la información recibida “sugiere que los civiles masalit sufrieron seis días de terror a manos de las FAR y sus milicias aliadas después de que tomaron el control de la base del ejército sudanés en Ardamata el 4 de noviembre”.

Algunas de las víctimas fueron ejecutadas sumariamente o quemadas vivas. Muchos de los muertos eran jóvenes masalit y familiares de soldados sudaneses que permanecían en Ardamata, después de que las tropas huyeran de la ciudad.

El 5 de noviembre, 66 hombres masalit fueron ejecutados sumariamente en tres incidentes distintos. Muchos cuerpos fueron dejados insepultos en las calles. Cientos de hombres fueron arrestados y trasladados a varios campos de detención gestionados por las FAR.

Según los mismos informes, mujeres y niñas fueron sometidas a violencia sexual en el campo de desplazados internos de Ardamata y en algunos hogares. Además, muchas propiedades fueron saqueadas.

También hay denuncias de que, en venganza, civiles árabes fueron atacados por miembros de las milicias masalit.

Acnudh reiteró su reclamo de que “todas las violaciones deben cesar de inmediato y los responsables deben comparecer ante la justicia tras investigaciones exhaustivas, independientes e imparciales”.

Fuera de Darfur, continúan los enfrentamientos en Jartum, la capital a orillas del Nilo, y se están extendiendo a nuevas áreas, incluidos los estados de Gezira, Nilo Blanco y Kordofán Occidental, en el centro del país.

Pobee dijo que “es crucial que las FAS y FAR reconozcan la inutilidad de continuar los combates y prioricen el diálogo y la reducción de tensiones”, así como se requiere atención y esfuerzos de paz de parte de la comunidad internacional.

A-E/HM

 

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