NAIROBI – Las mujeres representan más de las tres cuartas partes de la fuerza laboral del sector agrícola en Kenia y administran 40 % de las granjas pequeñas. Sin embargo, no habían podido ser propietarias ni tenido control sobre la tierra debido a que los derechos se heredan por vía masculina. Es una injusticia de género histórica que hace que las mujeres solo puedan acceder a la tierra a través de un varón de su familia.
Pero a medida que la caprichosa sequía causa estragos en el sector agrícola, debido a más temporadas de escasez de lluvias -solo en 2022 hubo una grave sequía hidrológica y ecológica-, especialistas en género y clima, como Grace Gakii, dijeron a IPS que es muy necesario que las mujeres tengan poder de decisión para garantizar que los patrones climáticos extremos no paralicen a la agricultura.
«El sector agrícola es la columna vertebral de la economía de Kenia. Se calcula que representa 33 % del producto interno bruto (PIB) del país y da empleo a por lo menos 40 % de su población y a 70 % en el sector rural. Sin derechos sobre la tierra, las mujeres no podrán tomar las decisiones necesarias para adaptarse o mitigar el cambio climático», aseguró.
«En cuanto a la mitigación, no pueden, por ejemplo, decidir si se plantan árboles ni cuándo. Con respecto a la adaptación, no tienen voz, por ejemplo, para cambiar a cultivos más resistentes al clima. No nos hacen falta semillas autóctonas para sortear el creciente déficit de lluvias. Pero históricamente, a las mujeres se les ha negado el poder de tomar esas decisiones, a pesar de que son ellas quienes laboran de forma cotidiana», añadió.
Por su parte, Serah Nyokabi aseguró que la revolucionaria Sociedad Cooperativa de Ahorro y Crédito (Sacco) otorga cada vez más derechos sobre la tierra a las mujeres y les facilita el acceso a las herramientas necesarias para crear sistemas agrícolas y alimentarios resistentes al clima.
“Soy miembro de Afya Sacco. Ahorramos y pedimos préstamos a bajo interés. Los utilizo para alquilar tierras en Kenia Central, para cultivar y comprar insumos como semillas, fertilizantes e incluso agua” indicó.
“Dependemos de la lluvia, y hoy en día no se sabe cuándo va a llover, e incluso cuando llueve, a menudo no es suficiente. También contrato gente para que me ayude en la granja porque soy profesora a tiempo completo.
Las Sacco también compran grandes extensiones de tierra, las subdividen y las venden a sus integrantes. Yo compré un terreno así, y te permiten pagar en pequeñas cantidades y en un plazo de seis meses», explicó a IPS.
Las Sacco son un sistema por medio del cual un grupo de personas pone en común efectivo como forma de ahorro; además sus miembros pueden pedir préstamos a bajo interés.
El sector de las Sacco de Kenia es popular y tiene una trayectoria ascendente. Los últimos informes muestran que los depósitos totales acumulados de ahorro pasaron de 3800 millones de dólares en 2021 a 4200 millones de dólares en 2022, lo que representa un aumento de 9,84 %. En 2021, el total de integrantes de las Sacco reguladas fue de 5,99 millones, y llegó a los 6,42 millones al año siguiente, un aumento de 7,02%.
Gakii afirma que las Sacco reguladas representan aproximadamente la mitad de todas las Sacco de Kenia, ya que hay muchas no reguladas. Además, hay al menos 22 000 Sacco con más de 14 millones de miembros en este país de África oriental, que realizan transacciones que ascienden a miles de millones cada año.
Algunas SAcco, como Afya Sacco, tienen miles de socios y otras, menos de 100.
Otros, como el conocido Grupo de Mujeres Muungano (cooperativa), que posee un terreno de primera y un rascacielos comercial totalmente ocupado en Ongata Rongai, a las afueras de Nairobi, está conformado exclusivamente por mujeres, pero hay otros, como Afya Sacco, que son mixtos.
El Grupo de Mujeres de Muungano recauda unos 40.000 dólares al mes por concepto de alquiler del edificio comercial de Ongata Rongai, cuyo integrantes también compraron terrenos de primera calidad.
«Las Sacco son muy importantes para las mujeres”, puntualizó Gakii.
“Los bancos las rechazaban porque el perfil de una mujer keniana era demasiado arriesgado. El porcentaje de mujeres con empleo remunerado era muy bajo pues muchas trabajaban para sus maridos o padres en asentamientos informales. Debido a nuestras leyes consuetudinarias que favorecen a los hombres en detrimento de las mujeres, éstas no poseían propiedades ni ningún activo y, por tanto, carecían de las garantías necesarias para pedir préstamos bancarios” explicó.
“De hecho, ellas sólo podían abrir una cuenta bancaria acompañadas de un familiar varón, preferentemente su marido. Las Sacco ayudan a las mujeres a superar esos retos, pues lo único que necesitan es ahorrar en una Sacco, presentar tres avales internos para pedir un préstamo o simplemente pedir prestado contra sus propios ahorros», añadió.
Aunque la proporción de mujeres con títulos de propiedad sigue siendo muy pequeño, solo 1 % de todos los títulos de propiedad de tierras están solo en manos de mujeres y 5 % en conjunto con hombres, Gakii lo calificó de un progreso digno de celebración.
«Tenemos otra gran categoría de mujeres que alquilan tierras para la agricultura comercial, lo que no habría sido posible sin los préstamos de sistemas como las Sacco», aseguró.
Gakii afirmó que las mujeres necesitan tener acceso y control sobre la tierra para desempeñar el tan necesario papel para sostener los cinco pilares en materia de resiliencia climática: capacidad de umbral, capacidad afrontar, capacidad de recuperación, capacidad de adaptación y capacidad de transformación.
«Enseñé agricultura en escuelas secundarias durante muchos años, y durante ese tiempo, tenía acceso a la pequeña granja de la escuela para las clases prácticas, pero en casa, solo podía seguir las instrucciones de mi marido», observó Nyokabi.
Añadió que «el era contador y yo era esencialmente la agricultora, pero él tomaba todas las decisiones. Las mujeres interactúan con la tierra en el día a día, pero no pueden tomar decisiones sobre la mejor formar de afrontar la crisis climática. El resultado es una grave crisis alimentaria. Tenemos grandes extensiones de tierras fértiles, pero aquí estamos con un plato de limosna».
«Comenzamos a experimentar inundaciones y sequías muy seguidas. En 2018, tuvimos dos extremos en una temporada, marzo, abril y mayo fueron muy lluviosos, seguidos de una temporada muy seca en octubre, noviembre y diciembre. El mes pasado se nos advirtió repetidamente que nos preparáramos para El Niño en el período de octubre-noviembre-diciembre, pero ahora se nos ha dicho que no habrá El Niño”, recordó.
“De hecho, no llueve en absoluto, y eso que estamos en la temporada corta de lluvias, sembramos en octubre y cosechamos en diciembre-enero. La persona que tiene más probabilidades de notar estos cambios y ver un patrón es la que realiza las actividades agrícolas cotidianas, por lo que no se puede ignorar el papel de las mujeres en la construcción de sistemas agrícolas resilientes», subrayó Nyokabi.
Teniendo en cuenta que 98 % de la agricultura de Kenia es de secano, y que el cambio climático se vuelve un problema cada vez más acuciante por el déficit acumulado de precipitaciones durante muchos años, nunca será demasiada la insistencia en el papel que tienen las mujeres en el desarrollo de la resiliencia climática, como tampoco en la necesidad de realizar intervenciones que les faciliten el derecho a la tierra y a los tan necesarios insumos agrícolas.
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