LEEDS, Reino Unido – El cambio climático tiene impactos distintos en hombres y mujeres, especialmente en el Sur global.
Estas diferencias se deben a la cultura patriarcal. A menudo no se implica a las mujeres en la respuesta a los problemas medioambientales. Con demasiada frecuencia son excluidas de los debates sobre las soluciones a la crisis climática.
Dejar de lado a las mujeres a la hora de idear soluciones medioambientales las coloca en posiciones más vulnerables. Cuando se producen fenómenos relacionados con el cambio climático –como condiciones meteorológicas más extremas, incendios forestales o inundaciones– las mujeres y las niñas soportan una carga más pesada y experimentan impactos más graves. La violencia contra las mujeres también está aumentando debido al calentamiento global.
Sin embargo, tenemos que cambiar la narrativa de que las mujeres son meras “víctimas” de la crisis climática. En realidad, las mujeres de los países del sur global también poseen la capacidad y la fuerza para proteger el medio ambiente. Y lo demuestran mediante diversas acciones, tanto formales como informales, tanto individuales como colectivas.
Movimientos de mujeres en el Sur global
Históricamente, las mujeres han desempeñado un papel importante en la protección del medio ambiente en los países asiáticos y sudamericanos.
Un ejemplo es el movimiento ecologista Chipko en la India, en la década de 1970. Su actividad comenzó en 1974, cuando las mujeres y la comunidad indígena de la aldea de Reni lucharon para salvar al bosque de la tala que amenazaba su medio de vida. Actuaron colectivamente protegiendo y abrazando árboles para hacer retroceder a los contratistas y evitar la deforestación. Su lucha se hizo global, causando un gran impacto en todo el mundo.
Arnab Chaudhary / Wikimedia Commons
Durante la Conferencia de Nairobi de 1985 sobre los logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer, se subrayó la importancia de la conservación de la naturaleza y de las acciones medioambientales de las mujeres. En esta conferencia se debatieron testimonios del movimiento Chipko y de movimientos de mujeres similares en otros países.
Luchando por el cambio en México y Bolivia
Además del movimiento Chipko, hay un ejemplo reciente en Zapotalito, un pueblo situado en la zona del Parque Nacional de la Laguna Chacahua-Pastoría, en el sur de México.
Zapotalito ha sufrido una serie de problemas medioambientales, como muertes masivas de peces, un espantoso olor a amoníaco y el deterioro de la calidad del aire y del agua. Todo ello como consecuencia de un proyecto de presa y de la contaminación de una fábrica de aceite de lima.
Pues bien, las mujeres de Zapotalito trabajaron juntas para limpiar el canal natural de la zona de manglares de Coaxaca. Utilizaron palas y azadones para realizar limpiezas periódicas en 2016. E incluso mientras luchaban por el cambio, continuaron con sus rutinas diarias. Cocinaban, hacían tortillas, limpiaban las casas, cuidaban a los niños, cuidaban a las mascotas y las plantas y pescaban para el consumo de sus familias, incluso en medio de las malas condiciones medioambientales.
Por otro lado, el movimiento de mujeres en Chiquiacá, Bolivia, lleva desde 2017 protegiendo la Reserva Nacional de Flora y Fauna de Tariquía de la expansión de empresas petroleras y de gas en la zona.
En 2019, bloquearon la entrada al área de conservación durante la friolera de cinco meses para evitar que se introdujeran equipos de perforación. Las mujeres de Chiquiacá también llevaron su protesta a las calles, impidiendo activamente cualquier desarrollo en sus tierras. Lo que comenzó como un movimiento local se ha convertido en una poderosa acción colectiva que sigue vigente y ha conseguido el apoyo de miles de personas en Bolivia.
El liderazgo de las pescadoras indonesias
En Indonesia, las pescadoras de Java Central han estado trabajando para mantener a su comunidad en medio del cambio climático desde 2020. El aumento del nivel del mar ha incrementado el riesgo de inundaciones en sus barrios, lo que les ha obligado a tomar medidas mediante la colaboración con los responsables políticos, la sensibilización y la recaudación de fondos para tender puentes.
Por desgracia, las mujeres de estos movimientos se enfrentan a menudo a amenazas, intimidación y violencia. Sus enemigos han intentando socavar sus acciones, señalando que “las mujeres deberían quedarse calladas en casa y ocuparse de la cocina”.
Algunas de ellas han recibido incluso amenazas de muerte.
Sin embargo, a pesar de estos desafíos, continúan su lucha para proteger su tierra.
Un reconocimiento mundial creciente
Las historias anteriores demuestran que las mujeres son capaces de marcar la diferencia en el activismo medioambiental, desde sus hogares y comunidades hasta la escena nacional.
La comunidad internacional también reconoce cada vez más sus esfuerzos. Desde los años 90, cada vez más políticas internacionales hacen hincapié en el género como elemento crucial para la conservación de la naturaleza y el desarrollo sostenible.
Por ejemplo, la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992 reconoce el papel vital de las mujeres en la gestión del medio ambiente y el desarrollo.
La Plataforma de Acción de Beijing, establecida en 1995, es una resolución que apoya la igualdad de género y la capacitación de las mujeres en todo el mundo.
Los informes de la Reunión Intergubernamental de Alto Nivel sobre la Plataforma de Acción de Beijing en Asia y el Pacífico destacan el vínculo fundamental entre el cambio medioambiental y el papel de la mujer como gestora y proveedora de recursos naturales.
También está la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación de 2004, que subraya el papel crucial de las mujeres en las zonas afectadas por la sequía, sobre todo en las regiones rurales de los países en desarrollo.
Documentos recientes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) destacan el papel fundamental de los movimientos locales de mujeres y de las mujeres indígenas en la configuración de las políticas y acciones climáticas.
Numerosas políticas promueven también la participación de las mujeres en la agenda del desarrollo sostenible aunque, lamentablemente, no todos los países las adoptan.
Mejores soluciones gracias a la participación de las mujeres
A pesar de verse gravemente afectadas por los daños medioambientales, las mujeres siguen demostrando su capacidad de resistencia y sus conocimientos para hacer frente al cambio climático.
Para potenciar el activismo femenino, los gobiernos de todo el mundo deberían formular políticas que integren el papel de la mujer en las estrategias de conservación y desarrollo sostenible dentro de sus propias naciones.
Es crucial también documentar el activismo de las mujeres. Tanto las medidas gubernamentales como las sociales son esenciales para evitar simplificar en exceso las experiencias de las mujeres en diversos países, y para ir más allá de la narrativa que las retrata únicamente como víctimas.
Tener en cuenta a las mujeres es un primer paso para encontrar nuevas y mejores soluciones a los problemas medioambientales.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.
RV: EG