Paulina Vílchez, de 72 años, reside desde siempre en el municipio peruano de Lurigancho-Chosica. Pese al temor de cada año por el posible desbordamiento del río Rímac y la caída de lodo y piedras por alguna de las 21 quebradas, nunca ha pensado en migrar. “No me voy a ir a un terreno a empezar de nuevo, por eso me he quedado, yo todo lo dejo a la mano de Dios”, dice. Imagen: Mariela Jara / IPS

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