NAIROBI – Cada cinco días el mundo agrega edificios equivalentes al tamaño de una ciudad como París y el sector construcción ya es responsable de 37 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero que calientan la atmósfera, indicó un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
La alternativa es desarrollar planes basados en una fórmula triple: evitar el desperdicio, cambiar a nuevos materiales en la construcción y mejorar los tradicionales que no puedan ser sustituidos, dice el informe elaborado junto al Centro de Ecosistemas y Arquitectura de la estadounidense Universidad de Yale.
La propuesta se orienta a disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), principal gas de efecto invernadero, para favorecer el objetivo planetario de limitar el calentamiento global hacia el año 2050 a no más de 1,5 grados centígrados sobre su nivel en la era preindustrial (1850-1900).
“La descarbonización del sector de la edificación y la construcción es esencial para alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados”, expuso Vera Rodenhoff, del área de acción climática en el Ministerio Federal Alemán de Asuntos Económicos y Acción Climática, que financió el estudio.
El documento, “Materiales de construcción y clima: Construyendo un nuevo futuro”, ofrece además soluciones que ayuden a reducir los impactos negativos sobre los ecosistemas naturales del producción y utilización de materiales de construcción, como cemento, acero, aluminio, madera y biomasa.
En la propuesta de evitar el desperdicio mediante un enfoque circular, construir menos reutilizando los edificios existentes es la opción más valiosa, ya que genera entre 50 y 75 % menos de emisiones que las nuevas construcciones.
También se promueve la construcción con menos materiales y con materiales que tengan una menor huella de carbono y faciliten la reutilización o el reciclaje.
Otra propuesta es cambiar a materiales de construcción de origen biológico, renovables y de origen ético y sostenible, incluida la madera, el bambú y la biomasa.
El cambio hacia materiales de base biológica gestionados adecuadamente podría conducir a un ahorro de emisiones en el sector, en muchas regiones, de hasta 40 % para 2050, aunque se necesita más apoyo político y financiero para garantizar la adopción generalizada de ese tipo de materiales.
En tercer lugar, mejorar la descarbonización de materiales convencionales que no pueden ser sustituidos se refiere principalmente al procesamiento de hormigón, acero y aluminio, tres sectores responsables de 23 % de las emisiones globales en la actualidad, así como al vidrio y los ladrillos.
El documento sostiene que se debe dar prioridad a electrificar la producción con fuentes de energía renovables, aumentar el uso de materiales reutilizados y reciclados y ampliar las tecnologías innovadoras.
La transformación de los mercados regionales y las culturas de la construcción es fundamental, a través de códigos de construcción, certificación, etiquetado y la educación de arquitectos, ingenieros y constructores sobre prácticas circulares.
La solución triple Evitar-Cambiar-Mejorar debe adoptarse durante todo el proceso de construcción para garantizar que se reduzcan las emisiones y se protejan la salud humana y los ecosistemas biodiversos.
La solución también requiere, en su implementación, sensibilidad hacia las culturas y climas locales, incluida la percepción común del hormigón y el acero como materiales modernos de elección.
Los estudios de caso en Canadá, Finlandia, Ghana, Guatemala, India, Perú y Senegal recogidos en el informe mostraron cómo se produce la descarbonización utilizando estrategias de “Evitar-Cambiar-Mejorar”.
Las economías desarrolladas pueden dedicar recursos a renovar los edificios antiguos existentes, mientras que las emergentes pueden superar las emisiones de carbono.
Sheila Aggarwal-Khan, directora de la división de Industria y Economía del Pnuma, recordó que “hasta hace poco, la mayoría de los edificios se construían con tierra, piedra, madera y bambú de origen local”.
Sin embargo, “los materiales modernos como el hormigón y el acero a menudo sólo dan la ilusión de durabilidad, y por lo general terminan en vertederos y contribuyen a la creciente crisis climática”, observó la especialista.
“El cero neto (de emisiones de gases de efecto invernadero) en el sector de la edificación y la construcción se puede lograr para 2050, siempre y cuando los gobiernos establezcan las políticas, los incentivos y la regulación adecuados para lograr un cambio en la acción de la industria”, añadió.
Hasta la fecha, la mayor parte de la acción climática en el sector de la construcción se ha dedicado a reducir eficazmente las emisiones de “carbono operativo”, que abarcan la calefacción, la refrigeración y la iluminación, indica el informe.
Agrega que gracias a la creciente descarbonización mundial de la red eléctrica y al uso de energías renovables, se prevé que las emisiones en el sector puedan disminuir entre 50 y 75 % en las próximas décadas.
Dado que los edificios contienen materiales producidos en distintas regiones del mundo, reducir las emisiones de “carbono incorporado” provenientes del sector construcción requiere que los tomadores de decisiones adopten un enfoque de ciclo de vida completo.
Eso implica tomar medidas armonizadas en distintos sectores y etapas del ciclo de vida del edificio: desde la extracción de materiales hasta el procesamiento, la instalación, el uso y la demolición.
Se necesitan además inversiones en investigación y desarrollo de tecnologías incipientes, así como capacitación de las partes interesadas en los sectores, junto con incentivos para modelos de propiedad cooperativa entre productores, constructores, propietarios y ocupantes para el cambio hacia economías circulares.
Finalmente, las ciudades de todo el mundo pueden impulsar la implementación de la descarbonización, y muchas ya están integrando superficies con vegetación, incluidos techos verdes, fachadas y conjuntos de paredes interiores para reducir las emisiones de carbono, enfriar los edificios y aumentar la biodiversidad urbana.
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