BULAWAYO, Zimbabue – El creciente sector informal de Zimbabue ha provocado en los últimos años la sobreexplotación de los recursos naturales del país, siendo la pesca uno de los sectores más afectados.
En medio de los retos que plantean la honda crisis económica interna, la pesca ha proporcionado a las mujeres un medio de vida, pese a los pronósticos del cambio climático y la competencia de los pescadores varones que se adentran en el agua. Durante mucho tiempo los vendedores ambulantes y los pescadores imaginaron a los peces como un recurso infinito,
La venta de pescado ha sido durante años, de hecho, una fuente de ingresos para las mujeres, y ello ha aumentado con los actuales niveles de desempleo, lo que provoca que cada vez sean más las que prueban suerte con cualquier cosa que les proporcione ingresos.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de los más de cinco millones de comerciantes informales que hay en Zimbabue, 65 % son mujeres, lo que arroja a más mujeres a sectores como la pesca, que ofrecen esperanzas de ingresos estables.
Sin embargo, tiene un creciente lado negativo.
Según el Ministerio de Tierras, Agricultura, Pesca, Agua, Clima y Desarrollo Rural, la demanda de productos acuícolas no ha caído en paralelo a la disminución de las poblaciones de peces en los embalses del país.
Los funcionarios afirman que, dado que los consumidores no tienen ni idea de la sostenibilidad y gestión de los recursos marinos, cuantas más redes se echan en las aguas del país, menos esfuerzos se hacen para conservar la pesca del país.
Promocionada durante mucho tiempo como una fuente barata de nutrición, con el precio del pescado comprado directamente en las presas más barato que el que se vende en los supermercados y pescaderías establecidas, esto ha tenido consecuencias imprevistas.
Janet Dube es una frustrada cabeza de familia de Bulawayo, la segunda mayor ciudad de este país del sur de África con unos 15 millones de habitantes, por detrás de Harare, la capital.
Se gana la vida desde hace tiempo yendo a los embalses que rodean la ciudad de Bulawayo y viajaba a menudo hasta la ribera del río Zambeze para comprar pescado, pero en los últimos tiempos ha visto crecer mucho el número personas, especialmente mujeres, que prueban suerte comprando y vendiendo pescado.
El gran número de personas que se dedican al comercio de pescado ha provocado una disminución de los beneficios, ya que los peces de los cursos de agua del país no se repueblan con la suficiente rapidez.
«Ya no consigo tanto pescado como antes de mis proveedores, ni siquiera en las presas de los alrededores de la ciudad, donde no hay que desplazarse a lugares lejanos como Binga para comprar pescado para revender en Bulawayo», afirma Dube a IPS.
Sentada en la acera del distrito central de negocios de Bulawayo, Dube pregona su pescado fresco, en este caso varios ejemplares de dorada (Sparus aurata), también conocido como lubina, y en los descansos se lamenta de que, aunque sus existencias son pequeñas, aún debe preocuparse de que el pescado no se eche a perder a causa de los cortes de electricidad.
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Zimbabue padece un prolongado déficit energético que no perdona a nadie, y el sector pesquero también sufre las consecuencias.
«Solo vengo a vender pescado en el distrito central de negocios a última hora de la tarde para evitar pérdidas, ya que el pescado se estropea bastante rápido», explica la pescadera.
Sin embargo, otros pescaderos han abandonado la venta de producto fresco y prefieren vender unidades secas de besugo (Pagellus bogaraveo ) y de kapenta (Limnothrissa miodon), una pequeña sardina muy preciada en la gastronomía zimbabuense. De esa manera buscan responder a los desafíos de la crisis energética.
En otra bulliciosa acera de la ciudad, otra vendedora, Gracious Maruziva, vende kapenta seca procedente del valle del Zambeze.
«Yo no voy, pero compro a algunas personas que viajan al distrito de Binga con regularidad, pero ya no abastecen con la regularidad de antes», explica Maruziva.
La razón: sus proveedores tienen dificultades para traer el antaño abundante manjar.
«Cada vez es más difícil vender pescado, porque dicen que tampoco reciben suficiente de sus proveedores del valle de Zambeze», añade.
Investigadores locales y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han expresado su preocupación por la falta de sostenibilidad del sector pesquero del país, que en los últimos años ha experimentado una especie de “fiebre del oro”.
Durante años, las mujeres de Bulawayo han recorrido largas distancias para comprar pescado a granel, creando largas cadenas de valor por el camino, pero son los retos actuales, entre los que se incluyen las bajas reservas de pescado en los embalses y ríos y los cortes de electricidad que interrumpen la refrigeración, los que están amenazando su actividad.
El cuidado de la sostenibilidad y la conservación de los recursos naturales tiene poco éxito en medio de esas dificultades, dicen los expertos.
«Lo hemos visto en las comunidades ricas en recursos a través de nuestro trabajo de justicia comercial lo que se conoce como ‘maldición de los recursos’ aqueja a esas comunidades”, dijo John Maketo, director de programas de la Coalición de Zimbabue sobre Deuda a y Desarrollo.
«En lugar de beneficiarse adecuadamente de la disponibilidad de un recurso natural a su alrededor, las comunidades se sobrecargan con las consecuencias negativas de tenerlo», afirmó Maketo.
En ese sentido, actualmente se culpa a los pescadores y los mineros artesanales en el país por despojar de peces a las presas y otros cursos de agua y explotar ilegalmente las reservas de oro.
Aumenta la preocupación, además, de que por falta de políticas y esfuerzos decididos de conservación, la pesca caiga y afecte negativamente a las comunidades rurales que dependen de los recursos naturales.
La Autoridad de Gestión de Parques y Fauna Silvestre de Zimbabue (ZimParks) lamenta la entrada no regulada de nuevos participantes en el sector pesquero, que amenaza aún más las ya escasas poblaciones de peces en los embalses del país.
Una iniciativa de la FAO para las pesquerías costeras destinada a promover la sostenibilidad de la pesca en África, el Caribe y el Pacífico, destaca que en Zimbabue cuenta con más de 12 000 presas, y señala que a pesar de esta abundancia, el sector tiene crecientes dificultades.
Para solucionarlo, la FAO está «apoyando un sector piscícola sostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental», en medio de la debilidad de los mecanismos reguladores y la buena aplicación de las cuotas pesqueras existentes.
Para las mujeres que se dedican a la venta ambulante de pescado en las calles de Bulawayo, son realidades cuyas causas conocen poco, pero sienten las consecuencias, que se sienten directamente en sus ingresos diarios.
«El pescado es rentable, siempre que me abastezca constantemente. Por ahora, me las arreglo con lo que puedo», dice Dube.
T: MF / ED: EG