BULAWAYO, Zimbabue – Un mundo sin hambre es posible, pero exige voluntad política, inversiones y políticas eficaces para transformar la agricultura y el desarrollo rural, afirma Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (Fida).
Más de 800 millones de personas en el mundo se acostaron con hambre en 2022, y otros 3100 millones no pudieron permitirse una dieta saludable en 2021, según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo, dado a conocer el 12 de julio.
El Fida describió el alarmante informe anual, conocido como Sofi, su sigla en inglés, como «una llamada de atención para la lucha contra el hambre», para después señalar que la inversión masiva en desarrollo rural y agricultura a pequeña escala ganará la guerra contra el hambre.
“Cada año, las cifras del hambre y la inseguridad alimentaria nos recuerdan esta oscura realidad: No solo no estamos alcanzando nuestros objetivos, sino que nos estamos alejando cada vez más, dijo Lario a IPS en una entrevista desde Roma, la sede de Fida.
Suficientes alimentos pero hambre persistente
Según el Sofi, las cifras del hambre se estancaron entre 2021 y 2022, pero en 2022 había 122 millones más de personas hambrientas que antes de la pandemia de covid-19.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 es el del Hambre Cero. Pretende poner fin a todas las formas de hambre y malnutrición para 2030, garantizando que todas las personas, especialmente los niños y las personas más vulnerables, tengan acceso a alimentos nutritivos y suficientes durante todo el año.
Pero, ¿es realista el objetivo de hambre cero, dado que el número de personas que padecen hambre en el mundo va en aumento a pesar de los avances tecnológicos para aumentar la producción y productividad de alimentos?
“En un mundo de abundancia, donde las desigualdades aumentan, el hambre cero es el único objetivo que se puede tener”, dijo Lario. “Acabar con el hambre es factible. Es cuestión de voluntad política, inversiones adecuadas y políticas», añadió.
Al comentar el informe del Sofi, Danielle Nierenberg, presidenta del centro de pensamiento estadounidense Food Tank, dedicado a promover la alimentación sostenible, afirmó que los líderes mundiales no están dando prioridad a las necesidades de millones de personas en todo el mundo a la hora de crear una mayor seguridad alimentaria y nutricional.
“Si dejamos de lado a la gente porque está pasando algo en el mundo, ya sea un conflicto en Rusia contra Ucrania o la inflación en todo el mundo, si no protegemos y alimentamos a los más necesitados, nos estamos abocando al desastre”, dijo Nierenberg a IPS en una entrevista.
A juicio de la especialista, “lo que necesitamos es una mayor voluntad política y unos responsables políticos activos para resolver realmente este problema con la ayuda de las comunidades, las organizaciones sin ánimo de lucro y las instituciones de investigación que han liderado la lucha contra el hambre”.
En respuesta al informe Sofi, Oxfam, una organización mundial dedicada a mitigar la pobreza afirmó que es imperdonable que los gobiernos vean cómo miles de millones de personas pasan hambre en un mundo de abundancia.
“Las soluciones para acabar con el hambre en el mundo existen, pero requieren una acción política audaz y unida», afirmó en un comunicado Hanna Saarinen, responsable de Política Alimentaria Internacional de Oxfam, que pidió a los gobiernos que apoyen a los pequeños productores de alimentos y promuevan especialmente los derechos de las mujeres agricultoras, clave en la lucha contra el hambre en el mundo.
Por su parte, Lario afirmó que en África los conflictos, la pobreza, la falta de infraestructuras y de acceso a la energía, y el escaso acceso a la educación y la formación profesional, combinados con el elevado crecimiento demográfico, convergen para agravar el problema de la inseguridad alimentaria y nutricional.
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Sin embargo, esto no significa que no se pueda superar el hambre, ya que el continente africano cuenta con muchos activos para impulsar la seguridad alimentaria, como la tierra, los recursos naturales y el dinamismo de su juventud, afirmó Lario.
Invertir en desarrollo rural y agricultura a pequeña escala, es la respuesta según el presidente del Fida para ganar la guerra contra el hambre y la desnutrición a la vista de que muchos países destinan más dinero a financiar la guerra que la seguridad alimentaria.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia, así como la tensión en Asia Oriental, han impulsado el aumento del gasto militar mundial en un 3,7 % en términos reales en 2022, hasta alcanzar la cifra récord de 2,24 billones (millones de millones) de dólares, según los nuevos datos sobre gasto militar mundial publicados por el Instituto Internacional para la Investigación de la Paz de Estocolmo.
“Los gobiernos tienen que entender que el hambre y la pobreza alimentan los conflictos, la migración y, en última instancia, la inestabilidad”, dijo Lario, al remarcar que la guerra en Ucrania y la dependencia de muchos países de las importaciones de alimentos han subrayado la importancia de la soberanía alimentaria y la seguridad alimentaria para la seguridad nacional.
A su juicio, “para ganar la guerra contra el hambre, necesitamos aumentar masivamente nuestras inversiones en desarrollo rural y agricultura a pequeña escala”.
Lario está convencido de que invertir en agricultura es tres veces más eficaz para reducir la pobreza que invertir en cualquier otro sector. La agricultura sigue siendo la columna vertebral de muchas economías africanas.
El apoyo financiero a la agricultura se ha estancado en apenas e 4-6 % del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) durante al menos dos décadas. El Fida señala que la AOD a la agricultura se redujo a 9900 millones de dólares en 2021, muy por debajo de lo necesario.
Muy pocos gobiernos africanos han invertido 10 % de su presupuesto en agricultura, según la Declaración de Malabo de 2014. Además, los pequeños agricultores reciben menos de 2 % del financiamiento mundial para el clima a pesar de ser los principales proveedores de alimentos en sus países, dijo Lario.
El Fida calcula que se necesitarán hasta 400.000 millones de dólares anuales hasta 2030 para construir sistemas alimentarios sostenibles, equitativos y resilientes.
“Tenemos que abordar las causas profundas del hambre y la pobreza rural, dijo, y añadió que la inacción saldrá cara. Cada dólar invertido ahora en resiliencia ahorra hasta 10 dólares en ayuda de emergencia en el futuro”, destacó Lario.
T: MF / ED: EG