ROMA – El clima, los conflictos y las crisis económicas de los últimos años y su impacto en los precios de los alimentos han asestado un duro golpe a las esperanzas del mundo de alcanzar uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de eliminar el hambre en el mundo para 2030.
De hecho, en lugar de reducirse, el número de personas que sufrían subnutrición crónica en 2022 era de unos 735 millones, lo que supone un aumento de 122 millones con respecto al nivel anterior a la pandemia de 2019, según afirma el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (Sofi), publicado el 12 de este mes.
Aunque sea trágico, este aumento no es sorprendente.
Lo que quizá no cabría esperar es que también aumentaran las tasas de obesidad en los países en el Sur en desarrollo.
Según un informe del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (Fida) de junio, las tasas de sobrepeso y obesidad en los países de ingresos bajos y medios se están acercando a los niveles de los países de ingresos más altos.
El Fida es una de las agencias de la ONU que elabora los Sofi, junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
En 2016, explica el Fida a modo de ejemplo, el porcentaje de personas con sobrepeso en los países de ingresos bajos fue de 25,8 %, más de cinco puntos porcentuales que en 2006.
El porcentaje aumentó de 21,4 % a 27 % en los países de renta media-baja en el mismo periodo.
La razón es sencilla: el dinero.
Según el documento, las grandes diferencias de precios entre alimentos saludables y lo contrario, unidas a la falta de disponibilidad de alimentos sanos variados, están provocando un aumento de las tasas de obesidad en las zonas urbanas y rurales de los países en desarrollo.
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El informe, que analiza cientos de estudios revisados por expertos y examina datos de cinco países representativos: Indonesia, Zambia, Egipto, Nigeria y Bolivia, afirma que la diferencia de precios entre los alimentos sanos, que suelen ser caros, y los alimentos malsanos, más baratos, es mayor en los países en desarrollo que en los desarrollados ricos.
Como resultado, 3000 millones de personas sencillamente no pueden permitirse una dieta sana.
Según uno de los estudios (Headey 2019) analizados por el informe del Fida, en los países pobres es 11,66 veces más caro obtener una caloría de los huevos que de los alimentos básicos ricos en almidón, como las patatas, el pan, el arroz, la pasta y los cereales.
En esos mismos países, solo es 2,92 veces más caro obtener una caloría de aperitivos azucarados que de alimentos básicos ricos en almidón.
En los países ricos, la diferencia es mucho menor: es 2,6 veces más caro obtener una caloría de los huevos que de los alimentos básicos con almidón y 1,43 veces más caro obtener una caloría de los snacks (aperitivos o pequeñas meriendas entre comidas) azucarados.
“Aunque en todo el mundo existen diferencias de precios entre alimentos saludables y no saludables, estas diferencias son mucho mayores en los países más pobres», afirmó Joyce Njoro, especialista técnica principal en nutrición del Fida.
Además, la desigualdad de ingresos dentro de un país se asocia con una mayor prevalencia de la obesidad.
“Si queremos frenar las crecientes tasas de obesidad en los países en desarrollo, necesitamos grandes soluciones que aborden el funcionamiento de los sistemas alimentarios”, añadió.
Njoro también consideró que “es alarmante constatar que 3000 millones de personas en el mundo no pueden permitirse una dieta sana”.
“La prevención de la obesidad en los países en desarrollo requiere un enfoque integral que aborde las normas culturales, aumente la concienciación sobre los riesgos para la salud asociados y promueva la producción, disponibilidad y asequibilidad de alimentos saludables”, destacó.
Según el informe del Fida, las investigaciones muestran que el consumo de bebidas azucaradas está aumentando en los países en desarrollo, y las ventas mundiales de alimentos envasados pasaron de 67,7 kilógramos por habitante en 2005 a 76,9 kilógramos en 2017.
La especialista de Fida señaló que los alimentos envasados tienden a ser procesados, lo que a menudo significa un mayor contenido de azúcares añadidos o libres, grasas saturadas y trans, sal y densidad energética de la dieta, a la par que la disminución de proteínas, fibra dietética y micronutrientes.
El Fida también menciona factores culturales.
En algunos países del Sur, la gordura se ve como algo deseable en los niños, ya que se considera un signo de salud y riqueza, y el consumo de alimentos poco saludables también puede conllevar cierto prestigio, destaca.
La cultura también influye en el gasto energético en los lugares donde la inactividad física se asocia a un estatus social elevado.
El informe añade que las mujeres tienen más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad que los hombres en casi todos los países en desarrollo.
Refiriéndose a un estudio de 2017, indica que las razones incluyen diferentes respuestas fisiológicas a la nutrición en los primeros años de vida, diferentes respuestas hormonales al gasto de energía, aumento de peso asociado con los embarazos, niveles más bajos de actividad física, depresión, circunstancias económicas a lo largo de la vida y diferencias en factores socioculturales, como el tamaño corporal ideal y la aceptabilidad de la actividad física.
Las cinco agencias de la ONU publicaron el informe en el preámbulo a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios +2, Momento de Balance, que va a celebrarse en Roma entre el lunes 24 y el miércoles 26 de julio.
La cumbre la coorganiza Italia junto con la FAO, en cuya sede se celebrará, el PMA y el Fida, las tres agencias de la ONU que se ocupan de la agricultura y la alimentación y tienen su sede en Roma.
La cumbre representa un seguimiento y segunda parte de la primera Cumbre sobre Sistemas Alimentarios, celebrada en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York en septiembre de 2021.
En la cumbre de Roma se destacará cómo las transformaciones de los sistemas alimentarios pueden contribuir a resultados mejores y más sostenibles para las personas y el planeta y al avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible antes de la Cumbre de los ODS, que se celebrará en septiembre, en el marco de la fase de alto nivel de la Asamblea General de la ONU.
T: MF / ED: EG