NACIONES UNIDAS – El crecimiento exponencial de la cantidad de satélites y misiones que van al espacio exterior, para comunicaciones, exploración de recursos, turismo e investigación, aconseja la creación de nuevos marcos legales, ha sostenido el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
Guterres dijo que “los riesgos emergentes, derivados del aumento de la congestión de la órbita terrestre baja y la competencia en el espacio, deben abordarse de forma concertada con todas las diversas instancias que actualmente lo exploran y utilizan”.
Esa concertación debe lograrse “manteniendo al mismo tiempo el liderazgo de los Estados en los procesos intergubernamentales”, puntualizó Guterres.
El informe “Para toda la humanidad – el futuro de la gobernanza del espacio ultraterrestre”, publicado por la Secretaría General, señala oportunidades y riesgos de la explotación espacial, y adelanta recomendaciones de cara a la Cumbre del Futuro, que la organización reunirá los días 22 y 23 de septiembre de 2024.
Guterres recordó que “los Estados acordaron que el espacio ultraterrestre debía explorarse y utilizarse con fines pacíficos y en beneficio de todos, y reconocieron también la necesidad de buscar el modo de reforzar la gobernanza global”.
El informe explica que el número de satélites lanzados al espacio se mantuvo estable entre 1957 y 2012, con una media de 150 anual. Sin embargo, a partir de 2013, cuando se lanzaron 210, aumentaron a un ritmo exponencial, pasando a 600 en 2019, a 1200 en 2020, y a 2472 en 2022.
“Los riesgos emergentes, derivados del aumento de la congestión de la órbita terrestre baja y la competencia en el espacio, deben abordarse de forma concertada con todas las diversas instancias que actualmente lo exploran y utilizan, manteniendo al mismo tiempo el liderazgo de los Estados en los procesos intergubernamentales”: António Guterres.
Nuevas tecnologías han permitido la reducción de los costos de lanzamiento de objetos al espacio, lo que a su vez ha fomentado la participación del sector privado.
Gracias a ello, el número de satélites inscritos ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones ha alcanzado los 1,7 millones, los cuales se podrán poner en órbita hasta principios de 2030.
El costo de lanzamiento de un kilogramo de masa de carga útil a la órbita terrestre baja promediaba 18 000 dólares hasta 1970 y actualmente no pasa de 8000, con datos ajustados por la inflación.
El número de países con al menos un satélite en órbita era de menos de 10 hasta 1970 y en la actualidad suman 91.
Por otra parte, el número de misiones privadas previstas para comunicaciones, actividades relacionadas con los recursos, turismo espacial e investigación científica está aumentando con rapidez.
El informe destaca que volverán las misiones tripuladas al espacio lejano, ante los compromisos por parte de países como Estados Unidos, China y Rusia. Además, naciones de Europa, India y Japón están desarrollando vehículos espaciales capaces de transportar seres humanos.
En oportunidades, se destaca que los satélites de comunicaciones son fundamentales para la observación de la Tierra, pues los datos e imágenes que proporcionan permiten a los científicos establecer la base de las políticas energéticas y climáticas.
Además, sirven para rastrear la deforestación, vigilar zonas protegidas contra la caza y la pesca furtiva y evaluar los cambios en la biodiversidad; y para monitorear desastres naturales como inundaciones, sequías y terremotos, y darles respuesta.
También se subraya el potencial de la comunicación satelital para conectar a internet a comunidades que han permanecido aisladas, así como las posibilidades que ofrecen los sistemas mundiales de navegación por satélite de aviones, buques, automóviles y otros sistemas de transporte para el desarrollo económico.
En tercer lugar, la investigación y los experimentos científicos en órbita han permitido numerosos avances en ámbitos como la biología, la ciencia de los materiales, la hidrología y el desarrollo de medicamentos.
Pero las oportunidades del espacio ultraterrestre vienen acompañadas de riesgos si no se establece o bien un régimen unificado de sostenibilidad espacial, o nuevos marcos de gobernanza entre los Estados, apunta el documento de la ONU.
Por ejemplo, ante el aumento exponencial del número de satélites, hace falta una mejor coordinación del tráfico y el establecimiento de una plataforma internacional para vigilar los riesgos de accidentes y colisión, y mitigar sus consecuencias.
Además, por el momento no existe ningún mecanismo u organismo internacional que vigile los desechos espaciales o facilite su eliminación.
“Uno de los principales problemas asociados, aparte del volumen de los objetos, es su velocidad. Objetos tan pequeños como un fragmento de pintura, viajando a más de 28 000 kilómetros por hora, pueden causar daños importantes a las naves espaciales”, ejemplificó el informe.
Se calcula que actualmente hay al menos 24 000 desechos orbitales, de los cuales unos 13 000 son por fragmentación y unos 7000 corresponden a vehículos espaciales.
Tampoco existe un marco internacional para regular la exploración y la explotación de los recursos espaciales.
El informe recuerda que “hay minerales abundantes en la Luna, como el helio-3, que son raros en la Tierra, lo que suscita grandes incentivos económicos para su explotación. Del mismo modo, los asteroides de nuestro sistema solar contienen metales valiosos, como platino, níquel y cobalto”.
Esos incentivos implican un riesgo potencial de conflicto, por lo que es necesario dar con un consenso sobre la gobernanza, apunta el documento.
El nuevo marco internacional serviría también para prevenir la colocación de armas en el espacio y el enfrentamiento militar, que de extenderse fuera del planeta “aumentaría considerablemente el potencial de desechos espaciales y el peligro para la infraestructura civil fundamental”.
Finalmente, se indica que la creación de nuevos marcos legales podría ser facilitada por la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, establecida por los Estados miembros de la ONU en 1959.
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