NACIONES UNIDAS – El suelo de unos 70 países que padecen o han padecido conflictos armados todavía está contaminado por minas terrestres que matan, hieren o mutilan a militares y civiles inocentes, indicó el Servicio de Acción contra las Minas de las Naciones Unidas (Unmas, en inglés).
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, lo calificó como “un legado aterrador, que ensucia las comunidades”, en un mensaje con motivo del Día Internacional para la Concientización sobre las Minas y la Asistencia en la Acción contra las Minas, que se conmemora cada 4 de abril.
Aun cuando cesan los conflictos “la paz no brinda garantías de seguridad cuando las carreteras y los campos están minados, cuando las municiones sin detonar amenazan con el regreso de las poblaciones desplazadas y cuando los niños encuentran y juegan con objetos brillantes que explotan”, dijo Guterres.
Más de dos décadas desde la adopción del histórico Tratado de Prohibición de Minas, en 1997 en Ottawa, y la creación de Unmas, se han destruido más de 55 millones de minas terrestres, más de 30 países se han declarado libres de minas, y se han reducido drásticamente las víctimas.
De ese tratado ya son parte 164 países –una de las convenciones de desarme más ratificadas, aunque haya incumplimientos- y se han establecido mecanismos como un fondo fiduciario voluntario para apoyar a las víctimas y comunidades necesitadas.
Pero la tierra en casi 70 países en todo el mundo aún está contaminada y se sigue matando o mutilando a personas inocentes, indicó Unmas, que trabaja actualmente en 15 países de África, cinco de Asia, y en Colombia.
Las últimas estimaciones, correspondientes a 2021, muestran que ese año más de 5500 personas murieron o quedaron mutiladas por minas terrestres, la mayoría de ellas civiles, y la mitad de los cuales eran niños.
Las minas terrestres, sean antipersonales o antitanque, pueden permanecer inactivas durante años o incluso décadas, hasta que se activan. Hay más de 600 tipos diferentes y pueden ser tan baratas que no cuesten más de dos dólares.
Pueden estar enterradas, o arrojadas sobre el suelo desde vehículos terrestres o aeronaves. Un tipo común, conocido como la mina “mariposa”, viene en colores brillantes, lo que lo hace atractivo para los niños curiosos.
Su uso viola las leyes internacionales de derechos humanos y humanitarias.
No solo cuestan vidas y miembros, sino que también impiden que las comunidades accedan a tierras que podrían utilizarse para la agricultura o la construcción de hospitales y escuelas, así como a servicios esenciales como alimentos, agua, atención médica y ayuda humanitaria.
Países donde cesaron largos conflictos armados, como Angola, Camboya, Laos y Vietnam, continúan sufriendo, como hace décadas, la contaminación por minas terrestres.
En América está el caso de Colombia, asolada durante décadas por conflictos entre el Estado, guerrillas izquierdistas, paramilitares de derecha y otras agrupaciones armadas.
La Fundación Paz y Reconciliación de ese país divulgó que entre 1990 y 2022 se registró un total de 12 170 víctimas de minas antipersonales, de las cuales 19 % perecieron y 81 % quedaron heridas o mutiladas.
Solo en 2022 hubo 123 víctimas por esa causa en Colombia, y en enero de 2023 se registraron cuatro muertes –un soldado y tres civiles, entre ellos un indígena- por el estallido de minas en distintos puntos de áreas rurales.
A pesar de los esfuerzos internacionales para evitar el uso de minas terrestres, se siguen colocando en situaciones de conflicto, incluso en Ucrania, país firmante de Ottawa, luego de la invasión hace poco más de un año por fuerzas de Rusia, que no ha adherido al tratado, como tras potencias.
En Myanmar, el Monitor de Minas Terrestres y Municiones en Racimo, grupo de la sociedad civil respaldado por la ONU, ha observado un uso “nuevo y muy ampliado” de minas por parte de las fuerzas gubernamentales contra fuerzas opositoras.
Los grupos de milicias en países como la República Centroafricana y la República Democrática del Congo también usan minas terrestres para atacar y asustar a las personas, manteniéndolas fuera de sus tierras y lejos de sus hogares.
Las minas terrestres también son un problema importante en muchos países que dependen de la agricultura. En la provincia de Binh Dinh, en Vietnam, donde muchas personas viven del cultivo de arroz, 40 % de la tierra seguía contaminada por minas terrestres más de cuatro décadas después de terminada la guerra en ese país.
En Afganistán, donde las minas terrestres han mutilado o matado a más personas que en cualquier otro lugar, se han eliminado más de 18 millones de minas terrestres desde 1989, liberando más de 3000 kilómetros cuadrados de tierra en beneficio de unas 3000 comunidades rurales.
“Tomemos medidas para terminar con la amenaza de estos dispositivos de muerte, apoyemos a las comunidades mientras sanan, y ayudemos a las personas a regresar y reconstruir sus vidas en condiciones de seguridad y protección”, pidió Guterres.
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