NACIONES UNIDAS – La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua inició sus trabajos este miércoles 22, con llamados a establecer mecanismos internacionales de cooperación y gestión, para impedir que la crisis de ese recurso se desborde en perjuicio de miles de millones de personas.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo en la instalación de la conferencia que “estamos agotando una fuente vital de la humanidad debido a un consumo excesivo y vampírico, su uso insostenible, y su evaporación por al calentamiento global”.
“Hemos roto el ciclo del agua, destruido ecosistemas y contaminado las aguas subterráneas”, lamentó Guterres, y para cambiar esta situación propuso “cerrar la brecha de gestión del agua elaborando y aplicando planes que garanticen su acceso equitativo para todas las personas”.
Audrey Azoulay, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), dijo que “urge establecer mecanismos internacionales sólidos para evitar que la crisis mundial del agua se descontrole”.
“El agua es nuestro futuro común y tenemos que actuar juntos para compartirla equitativamente y gestionarla de forma sostenible. Tenemos la responsabilidad de trazar un rumbo colectivo que garantice el agua y el saneamiento para todos”, agregó Azoulay.
La Unesco presentó, en el preámbulo de la conferencia, el “Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos”, según el cual en el mundo, de 8000 millones de habitantes, hay 2000 millones de personas que carecen de agua potable y 3600 millones que no tienen acceso a un saneamiento de forma segura.
Se prevé que la población urbana mundial que se enfrenta a la escasez de agua se duplique, pasando de 930 millones en 2016 a entre 1700 y 2400 millones de personas en 2050.
La creciente incidencia de sequías extremas y prolongadas también está afectando a los ecosistemas, con graves consecuencias para las especies animales y vegetales, según el informe.
Richard Connor, redactor jefe del informe, declaró en una rueda de prensa en la sede de la ONU antes de la presentación que “la incertidumbre va en aumento”.
“Si no la abordamos, se producirá una crisis mundial”, afirmó Connor, destacando que la creciente escasez refleja la reducción de la disponibilidad y el aumento de la demanda, desde el crecimiento urbano e industrial hasta la agricultura, que por sí sola consume 70 % del suministro mundial.
La creación de asociaciones y la cooperación son fundamentales para hacer realidad los derechos humanos al agua y superar los retos existentes, afirmó.
Explicó que la escasez económica de agua es un gran problema donde los gobiernos no proporcionan un acceso seguro, como en el centro de África, donde el agua fluye, mientras que la escasez física es peor en las zonas desérticas, incluido el norte de India y a través de Medio Oriente.
En respuesta a inquietudes sobre posibles “guerras del agua” ante una crisis mundial, Connor postuló que este recurso natural esencial “tiende a conducir a la paz y la cooperación más que al conflicto”.
En todo caso, para evitar los conflictos y la escalada de tensiones, la principal herramienta es reforzar la cooperación transfronteriza, dijo Connor, al recordar que 153 países comparten cerca de 900 ríos, lagos y sistemas acuíferos, y más de la mitad han firmado acuerdos de cooperación y gestión compartida.
El informe detalla algunas experiencias -buenas y malas- de los esfuerzos de colaboración de los socios hacia la consecución de los objetivos relacionados con el agua y el saneamiento de la Agenda 2030.
Esa agenda de la ONU fijó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con decenas de metas a conseguir hacia el año 2030, y estableció como ODS6 “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”.
Por ejemplo, se muestran innovaciones durante la pandemia covid-19, como alianzas entre las autoridades sanitarias y de aguas residuales, que juntas fueron capaces de rastrear la enfermedad y proporcionar datos críticos en tiempo real.
Los Estados y las partes interesadas pueden cooperar en ámbitos como la lucha contra las inundaciones y la contaminación, el intercambio de datos y la cofinanciación, comentó.
Desde los sistemas de tratamiento de aguas residuales hasta la protección de humedales, los esfuerzos que contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero deberían “abrir la puerta a una mayor colaboración y aumentar el acceso a los fondos para el agua”, subrayó el experto.
Los fondos necesarios para hacer realidad el ODS6, de acceso universal al agua y al saneamiento, deberían cuadruplicarse para alcanzar entre 600 000 millones y un billón (millón de millones) de dólares anuales, observó Connor.
“La cooperación es el corazón del desarrollo sostenible, y el agua es un conector inmensamente poderoso. No debemos negociar el agua, debemos deliberar sobre ella. Después de todo, es un derecho humano”, resumió.
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