ABUJA – Los nigerianos se enfrentan a penurias por la escasez de los nuevos billetes de la moneda local, la naira, y el tope para cambiar los billetes antiguos por los nuevos, a lo se une la política que impulsa las transacciones sin efectivo. Pero una sentencia eliminó el límite para la vigencia única del nuevo billete, que había creado un colapso en el país.
El viernes 3 de marzo, el Tribunal Supremo del país suspendió temporalmente la fecha límite del 10 de marzo de 2023 para el uso único del naira rediseñado y declaró que la imposición de un plazo tan ajustado era una afrenta a la Constitución de 1999.
Las fórmulas establecidas para canjear los billetes viejos por los nuevos para los millones de personas sin bancarizar no fueron efectivos y los intentos de sacar dinero de los cajeros automáticos de los bancos comerciales acreditados para los que sí tienen cuentas bancarias había creado tantas dificultades que la gente había dejado su vida en suspenso.
Artesanos, profesores y otros profesionales no podían ir a trabajar, muchos escolares permanecían sin clases, los comerciantes ambulantes estaban desamparados y las familias pasaban hambre y, en ocasiones, recurrían a protestas violentas porque no habían podido acceder a su dinero.
Los expertos habían advertido de que la situación podría desencadenar una recesión inducida por el efectivo, ya que la economía del país se basa principalmente en este producto.
En octubre del año pasado, el gobernador del Banco Central de Nigeria, Godwin Emefiele, anunció que se rediseñarían tres denominaciones principales por orden del gobierno federal.
Emefiele anunció que el último rediseño de Nigeria había sido en 2014, cuando se rediseñó el billete de N100 para conmemorar el centenario del país.
Detrás del nuevo naira rediseñado, con billetes de mayor denominación que los antiguos, está el deseo de represar la enorme efectivo en circulación y lograr así contener la inflación, además de tener que emitir menos billetes y hacer más eficiente el sistema.
Más de 85 % de la moneda circulante en este país de África occidental está en manos de empresas y personas fuera de los bancos comerciales, según datos de Emefiele.
De los 3,2 billones (millones de millones) de nairas en circulación en octubre, solo 500 000 estaban en manos de los bancos. Y del inmenso resto en manos privadas, 5800 circulaban en canales informales paralelos al sistema bancario regular, según datos de medios económicos.
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Esta anómala situación obedece en parte a que en este país de más de 223 millones de habitantes, una parte importante de la población vive en áreas rurales, lejos de agencias bancarias y sin tener acceso a sistemas de pagos electrónicos, por lo que el efectivo es su única manera de manejarse.
En noviembre del año pasado, se lanzaron los nuevos billetes de naira, que entraron en circulación el 15 de diciembre e inicialmente la validez de los nairas antiguos iba a vencer el 31 de enero, pero debió prorrogarse varias veces, y ahora era el 10 de marzo la fecha fijada para que los viejos billetes dejasen de ser reconocidos como moneda de curso legal, suspendida temporalmente por el Tribunal Supremo.
Para colmo de males, el 6 de diciembre, el Banco Central, en su ofensiva para impulsar una economía sin efectivo, introdujo un límite de retirada de efectivo y ordenó a los bancos comerciales que limitaran las cantidades a retirar por ventanilla semanalmente por particulares y empresas al equivalente a 207 y 1085 dólares estadounidenses.
La primera fase de la política sin efectivo se introdujo en abril de 2012 en Lagos, la antigua capital del país, para fomentar las transacciones electrónicas y mejorar la eficiencia del sistema de pagos de Nigeria. La aplicación a nivel nacional se introdujo desde enero de este año.
Como muchos otros países africanos en desarrollo, la economía de Nigeria se vio muy afectada por la guerra en Ucrania, tras su invasión por Rusia hace un año.
Ya antes, en 2016, el país entró en recesión, lo que provocó una contracción de su economía de 1,6% debido a la caída del precio del petróleo, su principal fuente de divisas, en el mercado internacional.
De nuevo, en el tercer trimestre de 2020, su economía entró en recesión por el impacto negativo de la pandemia de covid-19 en el turismo y en la cadena de suministro de mercancías en todo el mundo.
Como resultado de estas sucesivas crisis, el crecimiento de su tasa de inflación subió hasta 21,82 % en enero de este año.
El Banco Central justifica la política sin efectivo en el sistema bancario, argumentando que así se podrían desactivar los secuestros para pedir rescate, el robo a mano armada, la financiación del terrorismo y la extorsión, el fraude de comisiones por adelantado y otros delitos.
Además, el límite de retirada obligatoria de efectivo causará deflación a la economía del país.
Sin suficientes billetes de nairas nuevos en circulación
Los analistas locales se preguntaban si la estatal Impresión y Acuñación de Valores de Nigeria (NSPM, en inglés) podía imprimir el dinero. Fue creada en 1963 con autoridad para producir monedas y documentos de seguridad para ministerios, organismos del gobierno y empresas.
Además, un estudio del Banco Mundial reveló que había 16,15 cajeros automáticos por cada 100 000 adultos en Nigeria en 2021, lo que significa que para los 203 millones actuales hay solo 32 000 cajeros automáticos. Así que cada cajero tendría que dispensar un mínimo de un millón de nairas al día, algo imposible.
Pero la crisis actual de efectivo se agravó porque los bancos comerciales carecían de efectivo y no podían obtener del Banco Central los naira recién impresos, ya que el NSPM solo logra imprimir 4000 millones de billetes al año.
La vicegobernadora del Banco Central, Aisha Ahmad, dijo en diciembre que se habían encargado 500 millones de billetes nuevos, lo que un analista financiero califica de totalmente insuficiente.
«La intención del rediseño del naira y la adopción de transacciones sin efectivo ayuda a reducir la compra de votos y el terrorismo en el país, pero el Banco Central necesita poner más efectivo en circulación», dijo a IPS Babatunde Babajide, analista de KPMG con sede en Lagos.
Compra de votos
Dado que la seducción de los votantes con dinero en efectivo fue un fenómeno en anteriores elecciones nigerianas, el Banco Central insistió en retener los billetes en los bancos y se opuso a cualquier ampliación del canje de la antigua moneda para controlar la compra de votos durante las elecciones del 25 de febrero.
Sin embargo, muchos miembros del Congreso de Todos los Progresistas (APC, en inglés), el partido gobernante, afirmaron que la escasez de efectivo es un complot contra su candidato, Bola Ahmed Tinubu.
Tinubu fue declarado vencedor de las elecciones a pesar de las acusaciones de que el escrutinio estuvo viciado. Ahora se espera que se anuncie quien obtuvo el segundo lugar, que iría a la segunda vuelta, que se diputan los líderes de opositores, el del Partido Democrático de los Pueblos (PDP), Atiku Abubakar, y el del Partido Laborista, Peter Obi.
Mientras algunos creen que el programa de sustitución del naira fue diseñado para afectar a los pobres, Babajide, el analista financiero, lo considera beneficioso para la mayoría.
«Los nigerianos solo necesitan adoptar las transacciones electrónicas. La acción del Banco Central es intencionada, principalmente para reducir la oferta de efectivo y frenar la inflación», afirma Babajide.
No obstante, el analista añade que es de esperar que, tras las elecciones generales del país, las cosas empiecen a volver a la normalidad, también en el aspecto monetario y del dinero en efectivo.
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