WASHINGTON- El presidente Joe Biden y los líderes de los 49 países africanos y de la Unión Africana se reunieron en Washington el mes pasado para una cumbre que todas las partes esperan que impulse una alianza fortalecida para generar beneficios para los pueblos de Estados Unidos y África.
Un África fuerte que trabaje en asociación con Estados Unidos es un elemento importante y que con demasiada frecuencia se pasa por alto en una estrategia geopolítica sólida de Estados Unidos.
Pero para lograr esta alianza sólida, el gobierno de Washington deberá demostrar que está interesada en África porque el continente en sí es importante, no solo para abordar otros objetivos internacionales de Estados Unidos.
Desafortunadamente, existe escepticismo dentro de África, basado en precedentes históricos, en cuanto a las intenciones de Washington, con el que los líderes del continente llegaron a la Cumbre de Líderes de Estados Unidos y África.
Durante muchos años, mientras las potencias europeas se retiraban de África tras la descolonización del continente, Estados Unidos y la extinta Unión Soviética intervinieron para intentar instalar regímenes “amigos”.
África era un área de interés más por su importancia para la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética que por sus propios méritos.
El resultado fue a menudo políticas equivocadas centradas en la alineación política en lugar de promover mejoras en el continente. A medida que la Guerra Fría se desvanecía, podría decirse que también lo hizo parte del interés de Estados Unidos en África.
En el año 2008 se eligió un presidente estadounidense de ascendencia africana, Barack Obama, que generó entusiasmo en todo el continente. En 2014, el presidente Obama convocó la cumbre inaugural de líderes de Estados Unidos y África, el encuentro más importante en ese momento entre líderes estadounidenses y africanos.
Desafortunadamente, siguió una sensación general de decepción ya que la cumbre no se tradujo en una acción fuerte.
Curiosamente, el presidente estadounidense en su momento más elogiado por su apoyo a África es el presidente George W. Bush, quien lanzó Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR, en inglés), el esfuerzo a gran escala para combatir el sida centrado en África que también es considerado por algunos historiadores como su mayor logro.
La cumbre de diciembre tuvo lugar en un contexto internacional y geopolítico complejo para Estados Unidos, marcado por la creciente competencia con una China emergente y, más recientemente, la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Para algunos comentaristas estadounidenses, la cumbre brindó la oportunidad de acercar África a Estados Unidos a fin de contrarrestar estos desafíos luego de un período de inactividad.
Pero los líderes de África han señalado que no quieren ser vistos como meras herramientas para otras dinámicas geopolíticas, incluidas las tensiones con China y Rusia, sino que desean que sus preocupaciones se aborden según sus méritos.
Y el gobierno de Biden tuvo cuidado de no presentar la cumbre como orientada a China/Rusia. Como explicó un comentarista de CNN: “Al anticipar esta… cumbre (Estados Unidos/África), los funcionarios estadounidenses han tenido cuidado de evitar enmarcar a África como un peón en una estrategia geopolítica más amplia”.
Esto representa una estrategia sabia, especialmente porque África ha crecido sustancialmente tanto económica como políticamente durante las últimas décadas y está preparada para un mayor crecimiento.
El producto interno bruto (PÎB) de África subsahariana se ha multiplicado por cinco, de 400 000 millones hace 20 años a casi 2,0 billones (millones de millones) en la actualidad, y el PIB total de África ahora alcanza casi 3 billones si se incluye el norte de África.
De manera similar, un informe de Brookings estima que la clase media del África subsahariana crecerá de 114 millones en 2015 a 212 millones en 2030. También es la región donde se espera el mayor crecimiento de la población en el futuro: para 2050, se estima que una cuarta parte de la población mundial será africana.
Los propios líderes africanos no son ajenos a la creciente importancia estratégica de sus propios países. Rica en agricultura, recursos minerales y energéticos, y con una diáspora creciente que canalizó más de 83 000 millones en remesas a África en 2020 (mucho más que los 65 000 millones que el continente recibió en asistencia oficial para el desarrollo ese mismo año), África se ha convertido en un atractivo destino para el inversor astuto.
Recién empoderados por el potencial de crecimiento de sus países, muchos líderes africanos exigen una voz más fuerte y un mayor respeto a nivel internacional, y lo obtienen de China, cuya presencia en África es omnipresente. De manera similar, Japón está reafirmando su compromiso con África.
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La Cumbre de Líderes de Estados Unidos y África de diciembre es un esfuerzo bienvenido en este contexto y hay mucho espacio para fortalecer los lazos.
Por ejemplo, África representa solo 1 % del comercio exterior de Estados Unidos, la mayor parte del cual se trata de importaciones de petróleo de dos países. Pero los gobiernos africanos, por su parte, deberán demostrar su apertura para promover el crecimiento inclusivo y los derechos políticos a nivel nacional.
Así como Asia ha dominado la historia de crecimiento de los últimos 50 años, ¿será África el motor emergente del crecimiento para los próximos 50? Esto es algo que los analistas están contemplando.
El reciente análisis del continente realizado por la Agencia Internacional de la Energía plantea un posible escenario del “Caso África” de alto crecimiento en el que el continente es capaz de explotar eficazmente su potencial.
Podría decirse que Estados Unidos y otras economías avanzadas fueron tomados por sorpresa por el rápido crecimiento económico que tuvo lugar en Asia. Tardaron en anticiparlo, reconocerlo e integrar sus implicaciones en sus estrategias.
Esto no es para predecir, cuando se trata de África, que inevitablemente replicará lo que ha hecho Asia; sin embargo, la realidad es: “tal vez, ¿quién sabe?” Ese es un resultado potencial para el que Estados Unidos debería prepararse e incluso fomentar.
¿Cómo será África dentro de 20 años? Una posibilidad real es un continente de 2400 millones de personas con una pobreza significativamente menor y una clase media grande y creciente que pueda proporcionar un socio económico vibrante para Estados Unidos.
Para lograr esto, una alianza sólida entre Estados Unidos y África es clave y de interés de ambos pueblos.
Philippe Benoit tiene más de 25 años de experiencia trabajando en desarrollo internacional, incluidos cargos anteriores en el Banco Mundial, donde se centró en África. Actualmente es director de investigación de Global Infrastructure Analytics and Sustainability 2050 (Servicios de Asesoría sobre Infraestructura Global 2050).
Bayo Oyewole es director ejecutivo de BayZx Global Strategic Solutions (Soluciones Estratégicas Globales). Actualmente brinda servicios de asesoría independientes al Banco Africano de Desarrollo. Anteriormente ocupó altos cargos en el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional, incluida la oficina del Director Ejecutivo en representación de varios países africanos en el Directorio del Banco Mundial.
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