MAZOWE, Zimbabue – Con tiendas de campaña improvisadas y desperdigadas, hordas de mineros artesanales de oro se agolpan en partes de la aldea de Mazowe, en la provincia de Mashonaland, en el centro de Zimbabue, donde han talado miles de árboles para procesar el mineral.
Patrick Makwati, de 29 años, y su prima Sybeth Mwendauya, de 23, son algunos de los mineros que explotan el oro sin ningún permiso y que se han ido apoderando de los alrededores de la aldea, cortando árboles para explotar el terreno aurífero y separar el mineral.
Los dos primos dicen que utilizan los árboles para procesar el oro que extraen, ya que afirman que no pueden permitirse el lujo de utilizar carbón con ese fin, que podría ser una alternativa menos dañina, dentro de lo ilegal de la actividad.
Los mineros ilegales, como Makwati y Mwendauya, afirman que solo utilizan madera para procesar el oro.
Sin embargo, mientras los primos acampan en los arbustos de la zona rural de Mazowe y preparan ahí mismo sus comidas, también usan la madera como leña para cocinar, como constató IPS, y lo mismo hacen otros mineros cercanos.
“Dependemos de los árboles que cortamos porque no podemos pagar el carbón y tampoco tenemos acceso a la electricidad”, dijo Makwati a IPS.
En Zimbabue, una tonelada de carbón cuesta 30 dólares, sin incluir los costes de transporte, algo que los mineros ilegales de oro como Makwati y Mwendauya no pueden permitirse.
Los dos primos, como muchos otros mineros ilegales, dependen exclusivamente de la leña para calentar el mineral de oro y separarlo de la arena de la que lo sacan.
En zonas como Mazowe, los bosques ya han disminuido cuando no desaparecido en algunas zonas, que ahora parecen mini desiertos arenosos, debido a la actividad ilegal de la minería aurífera.
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Los funcionarios forestales de este país del sur de África lamentan la pérdida anual de bosques, que se hace cada vez más constante.
Según la Comisión Forestal zimbabuense, cada año se pierden 262 000 hectáreas de árboles por diferentes motivos.
Los mineros ilegales de oro son uno de esos factores.
“Es 30 % de los bosques los que se pierden por la minería ilegal”, afirmó a IPS la activista medioambiental Monalisa Mafambirei, afincada en Harare, la capital de Zimbabue.
Y subrayó que “por supuesto, esa no es la única zona que pierde árboles a manos de los mineros ilegales de oro”.
Una funcionaria gubernamental aseguró a IPS que el problema de la tala de árboles “está muy extendido”.
“Los mineros del oro están por todo el país donde se extrae oro, y los árboles han seguido siendo las víctimas, porque los mineros del oro los cortan con bastante descuido, ya sea para utilizarlos cuando procesan el mineral o cuando limpian la tierra en la que lo extraen, explicó una de las responsables zimbabuenses de cambio climático, que pidió ser mantenida en el anonimato.
Incluso los defensores del medioambiente en el país, como Gibson Mawere, culpan a los mineros de oro artesanales de avivar la deforestación en el país.
“Los mineros ilegales de oro no están regulados y talan los árboles, despejando las zonas en las que extraen el oro, y también utilizan leña para procesar el mineral de oro, porque hay que recordar que estos mineros no tienen acceso a la electricidad ni al carbón para utilizar en lugar de la leña”, dijo Mawere a IPS.
Mientras el juego de las culpas sigue, pueden pasar años antes de que se encuentre una solución para frenar la deforestación fomentada por los mineros ilegales en Zimbabue, coinciden analistas locales del fenómeno.
Para los mineros artesanales, la respuesta está en que haya empleo formal. Sin que ello pase, aducen, “los bosques tendrán que seguir sufriendo”.
Ellos, como hacen Makwati y su primo, echan la culpa a la difícil economía del país.
“Si no cortamos los árboles, no tendremos dinero al final del día. Utilizamos el fuego de los árboles que cortamos para procesar el mineral de oro antes de vender el oro puro. Con trabajos formales, no estaríamos dañando el medio ambiente ni destruyendo árboles”, dijo Makwati.
T: MF / ED: EG