BRATISLAVA – Desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania, en febrero, tanto los analistas políticos como los expertos militares han destacado la posibilidad de que el conflicto se intensifique con el uso de armas nucleares.
Ahora, la retórica cada vez más belicosa del presidente ruso Vladimir Putin, especialmente tras las anexiones ilegales de cuatro partes de Ucrania a finales de septiembre, ha hecho temer que pueda estar considerando seriamente utilizarlas.
En septiembre se le citó diciendo que Rusia utilizaría «todos los medios disponibles para proteger a Rusia y a nuestro pueblo», pero al mes siguiente dijo que no era necesario considerar el uso de armas nucleares. El miércoles 9 de noviembre, Moscú ordenó la retirada de las tropas de la orilla occidental del río Dniéper, cerca de la ciudad de Jersón, en el sur de Ucrania.
Gran parte del debate mediático en torno a esta posibilidad se ha centrado en el esperado uso de una de las llamadas armas nucleares tácticas de bajo rendimiento y en lo que esto podría significar estratégicamente para cualquiera de los dos bandos en la guerra en territorio ucraniano.
Pero los activistas antinucleares afirman que cualquier debate debería replantearse para reflejar la devastadora realidad de lo que significaría el uso de incluso las armas más pequeñas de los arsenales nucleares modernos.
Aseguran que solo con que se lanzara una sola bomba de este tipo, ya sea en Ucrania o en cualquier otro conflicto, las consecuencias causarían una catástrofe en todo el país, si no en todo el continente, con horribles efectos inmediatos y a largo plazo sobre la salud y un posterior desastre humanitario a una escalaenorme.
Además, afirman, un solo ataque se encontraría casi con toda seguridad con una respuesta similar, desencadenando rápidamente una guerra nuclear a gran escala que amenazaría gran parte de la vida humana en la Tierra.
“No existe una realidad concebible en la que se utilice un arma nuclear y la vida continúe con normalidad”, dijo Alicia Sanders-Zakre, coordinadora de Investigación y Política de la Campaña Internacional para Abolir Armas Nucleares (Ican, en inglés).
“Es muy, muy probable que haya una escalada y que se utilicen más armas nucleares, pero incluso el uso de un arma nuclear rompería un tabú de décadas sobre el uso del arma más catastrófica y horrible jamás creada”, añadió en diálogo con IPS desde Ginebra.
La investigadora y activista recordó que “ya hemos visto los impactos globales de la guerra en Ucrania solo con el uso de armas convencionales, incluyendo el aumento de la inflación en todo el mundo y la escasez de energía y alimentos”
“Pero el uso de un arma nuclear tendría realmente consecuencias más allá de lo que cualquiera de nosotros puede imaginar”, remarcó la directiva de Ican, que en 2017 recibió el premio Nobel de la Paz.
Desde el bombardeo de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto 1945, la única vez que se utilizaron armas nucleares en un conflicto, varios Estados han acumulado arsenales nucleares, incluyendo bombas muchas veces más potentes que las lanzadas entonces.
Pero también incluyen bombas que pueden ser configuradas para tener rendimientos explosivos variables, que se miden en kilotones, incluso potencialmente de una sola cifra. A modo de comparación, los artefactos lanzados sobre Hiroshima y Nagasaki tenían rendimientos de alrededor de 15 kilotones.
A diferencia de las armas nucleares estratégicas con un rendimiento de cientos de kilotones, estas bombas de menor rendimiento están destinadas específicamente a causar destrucción masiva y a servir de disuasión, y se han diseñado para ser utilizadas en un campo de batalla, a fin de contrarrestar fuerzas convencionales abrumadoras.
El pensamiento estratégico que subyace a su uso es que pueden causar el máximo daño a las tropas enemigas en zonas específicas sin la destrucción masiva más amplia que causan las bombas más grandes.
Esto no significa, sin embargo, que las armas nucleares tácticas no sean devastadoramente letales.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Se estima que 130 000 personas murieron a causa de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, mientras que Nukemap, una aplicación que simula el impacto de bombas nucleares, predice que incluso la detonación de una bomba de cinco kilotones sobre Kiev dejaría más de 90 000 muertos y heridos.
Los activistas contra las armas nucleares temen que la opinión pública mundial no esté debidamente consciente de la magnitud de la pérdida de vidas y los daños ecológicos que provocaría el uso de este tipo de armas.
“Se ha discutido mucho sobre el uso de una bomba nuclear táctica en Ucrania. Pero el uso de la palabra táctica no es más que un ejercicio de cambio de marca para hacer que un arma nuclear suene como una convencional”, dijo Ruth Mitchell, presidenta de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW, en inglés).
En diálogo con IPS desde Berlín añadió que “un arma nuclear táctica sería del mismo tamaño que la lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki, y no necesitamos imaginar cuáles serían sus efectos; ya los hemos visto”.
El número de muertos en sí mismo sería masivo, pero las autoridades también tendrían que hacer frente a la lluvia radioactiva que podría contaminar grandes áreas, mientras que el evento en sí mismo desencadenaría una dislocación masiva de la población.
Un reciente informe de Ican también muestra que incluso los sistemas sanitarios más avanzados serían incapaces de dar una respuesta eficaz en una situación así, destacando la probable destrucción de las instalaciones y el personal sanitario local.
El documento, titulado «No hay lugar donde esconderse: las armas nucleares y el colapso de los sistemas de salud«, recuerda que el bombardeo atómico de Hiroshima en 1945 destruyó 80 % de sus hospitales y mató a casi todos sus médicos y enfermeras.
Miembros del personal sanitario ucraniano han asegurado a IPS que los hospitales y las instalaciones sanitarias se están preparando para responder a un ataque nuclear, incluyendo planes para volver a perfilar las salas y formar equipos especiales de personal de emergencia para tratar a los afectados tanto directamente en la zona de cualquier ataque como cuando sea necesario en otras partes del país.
Mientras tanto, las autoridades de las ciudades ucranianas han dicho que se han creado posibles centros de evacuación, y se han asegurado suministros de yoduro de potasio, que puede ayudar a bloquear la absorción de la radiación dañina por parte de la glándula tiroides, para ser distribuidos en caso de necesidad.
Algunos médicos han dicho que también cuentan con la ayuda internacional para la respuesta sanitaria del país si ocurre lo peor.
Pero Mitchell dijo que, aunque estas preparaciones son admirables, es probable que estos esfuerzos sean de poca ayuda.
“Es ingenuo pensar que podemos hacer mucho en caso de que se utilice un arma nuclear contra la población civil, que es la única forma en que se usará. Se utilizarán estratégicamente, es decir, sobre una ciudad poblada. Nadie va a lanzarlas en un prado. Sería un desastre masivo”, dijo.
Algunos médicos ucranianos admiten que no podrán prestar mucha ayuda.
“Si el hospital es alcanzado por una bomba, no habrá mucho que podamos hacer”, dijo a IPS el médico Roman Fishchuk, del Hospital Clínico de la Ciudad Central, en Ivano-Frankivsk, una ciudad del oeste de Ucrania.
Otra cuestión clave, dijo Mitchell, es el hecho de que cualquier uso de un arma nuclear en una situación de conflicto, ya sea en Ucrania o en cualquier otro lugar, casi seguro que no se quedaría en un hecho aislado.
“Es probable que se produzca una respuesta del mismo tipo, seguida de una escalada muy rápida hacia la guerra nuclear y la detonación de múltiples misiles, con consecuencias aterradoras en todo el planeta”, dijo.
Un informe, realizado por expertos que estudian los efectos potenciales de un conflicto nuclear, concluye que más de 5000 millones de personas podrían morir a causa de una guerra entre Estados Unidos y Rusia, incluso una guerra entre India y Pakistán. La población mundial ha llegado este mes a 8000 millones.
Detalla que con que solo se utilizase menos de 3 % del arsenal nuclear mundial en un conflicto, podría provocar la hambruna en un tercio del planeta.
Sanders-Zakre, de Ican, explicó que la situación actual en Ucrania no ha hecho más que poner de manifiesto la necesidad de abolir las armas nucleares en todo el mundo, y que es necesario prestar más atención a los expertos que señalan su potencial de destrucción que amenaza a la humanidad.
“Lo que esto demuestra es que realmente necesitamos escuchar a los profesionales de la medicina, y a organizaciones como la IPPNW”, insistió.
Recordó que organizaciones como la suya llevan décadas advirtiendo de las consecuencias del uso de armas nucleares.
“Y hemos aprendido de la catastrófica pandemia de covid-19 que es esencial que escuchemos a los profesionales y expertos y que nos tomemos en serio su experiencia, y lo mismo ocurre en este caso con el uso de un arma nuclear”, concluyó.
Mientras tanto, en Ucrania, la gente se prepara para lo peor. Algunos han comenzado a abastecerse de alimentos y otros suministros en habitaciones convertidas en refugios antibombas que creen que les ayudarán a sobrellevar las consecuencias de un ataque nuclear. Otros han comprado pastillas de yoduro de potasio.
Pero algunos se resignan porque tienen poca fe en sobrevivir a un ataque de este tipo y esperan que nunca ocurra.
“El Ministerio de Sanidad ha dado consejos sobre lo que hay que hacer si se produce un ataque nuclear, y yo conozco algunas de las cosas básicas que hay que hacer, pero no me siento preparada para afrontar algo así si ocurre”, dijo a IPS una residente de Kiev de 23 años, Viktoria, que pidió al hablar desde su ciudad no dar su nombre completo.
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