El mundo está al borde de la recesión, advierte la Unctad

Mercado de Kumasi, la segunda ciudad más poblada de Ghana, uno de las decenas de países cuya moneda se ha depreciado considerablemente fronte al dólar en el marco de un endurecimiento financiero de los bancos centrales de las economías desarrolladas y lo cual critica fuertemente la Unctad. Foto: BM

GINEBRA – Las medidas de política monetaria y fiscal en las economías avanzadas amenazan con frenar el crecimiento económico mundial, con un daño aún peor que la crisis financiera de 2008 y la pandemia en 2020, advirtió este lunes 3 la Unctad en su Informe sobre el Comercio y el Desarrollo de 2022.

Sin embargo “aún hay tiempo para retroceder del borde de la recesión. Tenemos las herramientas para contener la inflación y apoyar a todos los grupos vulnerables”, dijo Rebeca Gryspan, secretaria general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).

“Es una cuestión de opciones políticas y de voluntad política. Pero el curso de acción actual está perjudicando a los más vulnerables, especialmente en los países en desarrollo, y corre el riesgo de llevar al mundo a una recesión global”, agregó Gryspan.

Según el informe, las subidas de los tipos de interés y el endurecimiento de la política fiscal en las economías avanzadas, junto con las crisis en cadena derivadas de la pandemia covid-19 y la guerra en Ucrania, ya convirtieron la desaceleración mundial en un retroceso, y el deseado “aterrizaje suave” parece improbable.

Durante una década en la cual se mantuvieron los tipos de interés en niveles históricamente bajos, los bancos centrales no lograron ni alcanzar sus metas de inflación ni generar un crecimiento económico robusto, expuso el texto.

Creer que serán capaces de bajar los precios confiando en unos tipos de interés más altos sin generar una recesión es, dice el informe, “una apuesta imprudente”.

“Aún hay tiempo para retroceder del borde de la recesión. Tenemos las herramientas para contener la inflación y apoyar a todos los grupos vulnerables. Es una cuestión de opciones políticas y de voluntad política”: Rebeca Grynspan.

En una coyuntura de caída de los salarios reales, de ajuste fiscal, de turbulencias financieras y de insuficiente apoyo y coordinación multilateral, un endurecimiento monetario excesivo podría dar paso a un periodo de estancamiento e inestabilidad económica para muchos países en desarrollo y algunos desarrollados.

Se estima que las subidas de los tipos de interés de este año en Estados Unidos recortarán 360 000 millones de dólares de los ingresos futuros de los países en desarrollo (excluyendo China), y son una señal de que se avecinan aún más problemas, advierte el informe.

La Unctad calcula un crecimiento de la economía mundial de 2,5 % en 2022, y las perspectivas empeoran, ya que se prevé que en 2023 se desacelere aún más, hasta 2,2 %, con lo que el producto interno bruto real seguirá por debajo de su tendencia anterior a la pandemia.

Eso representaría una pérdida acumulada de más de 17 billones (millones de millones) de dólares, cerca de 20 % del PIB mundial.

La desaceleración, sincronizada, afecta a todas las regiones, pero hace saltar las alarmas en los países en desarrollo, donde se prevé que la tasa media de crecimiento caiga por debajo de tres por ciento, insuficiente para el desarrollo sostenible, lo que exprimirá aún más sus finanzas y perjudicará las perspectivas de empleo.

Los países de renta media de América Latina, así como los de renta baja de África, registrarán este año algunas de las desaceleraciones más agudas.

El informe señala que los países que ya mostraban signos de problemas de deuda antes de la pandemia enfrentan situaciones extremadamente delicadas (Sri Lanka, Suriname, Zambia), mientras los choques climáticos amenazan aún más la estabilidad económica en otros, como es el caso del inundado Pakistán.

Los flujos netos de capital hacia los países en desarrollo se han vuelto negativos con el deterioro de las condiciones financieras desde el último trimestre de 2021. En términos netos, los países en desarrollo están ahora financiando a los desarrollados.

Unos 90 países en desarrollo han visto debilitarse sus monedas frente al dólar este año, más de un tercio de ellos en más de 10 % (entre enero y julio, 78 % en Sri Lanka, 32 % en Ghana, 23 % en Argentina), y caen sus reservas de divisas.

Los diferenciales en los rendimientos de sus bonos se están ampliando, con un número creciente de países afrontando intereses que están 10 puntos porcentuales más altos que los bonos del Tesoro estadounidense.

En la actualidad, 46 países en desarrollo están gravemente expuestos a múltiples choques económicos y otros 48 están seriamente expuestos, lo que aumenta la amenaza de una crisis mundial de la deuda.

El informe concluye que la situación de los países en desarrollo es mucho más frágil de lo que se admite en el Grupo de los 20 (G20, grandes economías industrializadas y emergentes) y otros foros, y que los discursos sobre una red de seguridad financiera mundial están cada vez más alejados de la realidad.

Se calcula que los países en desarrollo ya han gastado este año 379 000 millones de dólares de sus reservas para defender sus monedas, y encima de ello han sufrido un impacto significativo por la fuga de capitales.

La Unctad pide que se aumente la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que se haga un uso mayor, más permanente y justo de los derechos especiales de giro que acuerda el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que se establezcan mecanismos de cobertura frente a la volatilidad de los tipos de cambio.

Además, avanzar en un marco jurídico multilateral para gestionar la reestructuración de la deuda, incluyendo a todos los acreedores oficiales y privados.

El informe recomienda un programa de reformas en las economías en desarrollo para impulsar la inversión productiva y limitar los movimientos de capital que buscan aprovechar las lagunas fiscales, junto con nuevos acuerdos para apoyar y promover vínculos comerciales, financieros y de inversión más estrechos.

La Unctad propone adoptar una estrategia más pragmática, que emplee controles estratégicos de precios, impuestos a las ganancias extraordinarias, medidas antimonopolio y una regulación más estricta de la especulación en productos básicos.

Y subraya la necesidad de aumentar el apoyo a los grupos vulnerables, incluidos los trabajadores con salarios más bajos y los hogares con dificultades financieras, advirtiendo del daño que el endurecimiento monetario causa a los objetivos económicos, sociales y climáticos, golpeando con más fuerza a los más pobres.

A-E/HM

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