HARARE – En su casa de Mabvuku, un populoso suburbio del este de la capital de Zimbabue, Tinago Murape, de 86 años, afirma que sus nietos le matan de hambre. Además, estos hombres ya adultos, que viven con sus esposas e hijos en su casa, le acusan de embrujarlos.
La esposa de Murape, Sekai, murió hace dos años, tras contraer la covid cuando contaba con 79 años. Sus tres hijos, dos varones y una mujer, sucumbieron al sida hace décadas, dijo Murape a IPS sin andarse con rodeos, mientras golpeaba el suelo con el bastón con el que se ayuda para caminar.
Enfrentados a la falta de empleo regular y sobreviviendo como trabajadores domésticos a tiempo parcial en los acomodados suburbios de Harare, sus nietos creen firmemente que su abuelo les echó hechizos que les impiden lograr empleos formales, pese a tener estudios.
Ahora los nietos, y sus esposas, estarían maltratando a su abuelo con agresiones como negarle la comida, como una forma de castigo por haberles causado, según ellos, su miseria económica, contó Murape a IPS.
Los nietos niegan con vehemencia las acusaciones.
“Eso no es cierto. Es la vejez la que lo empuja a pensar así”, dijo uno de los nietos a IPS.
Sin embargo, para Murape, los abusos se han prolongado durante años, ya que afirma que sus amigos y vecinos solidarios son los que lo han alimentado y vestido en muchos ocasiones.
Los tres nietos, Richard, de 27 años, Benito, de 29, y Tamai Murape, de 32, nunca han tenido un empleo formal después de haber terminado sus cursos técnicos en el Colegio Politécnico de Harare.
Es la situación común de la mayoría de los habitantes de este país del sur de África, de cerca de 15 millones de habitantes, porque 90 % de las personas en edad de trabajar está desempleado, según el Congreso de Sindicatos de Zimbabue.
Los nietos de Murape son parte de ese contingente, aunque en su caso culpan a la brujería de su abuelo por la falta de trabajo.
Priscilla Gavi, directora en Zimbabue de HelpAge, una organización internacional dedicada a la protección de los ancianos y la defensa de sus derechos, dijo a IPS que “las personas mayores son acusadas injustamente de practicar la brujería, lo que hace que se les culpe de las muertes, la sequía, las inundaciones, las enfermedades y otras calamidades”.
En algunos casos, amplió Gavi, las personas mayores son atacadas por miembros de la comunidad con golpes que pueden ser fatales o dejarlas con discapacidades, o son quemadas en sus casas.
Pero Murape asegura que ha aprendido a “conformarse” con los maltratos.
“A veces me encierran en mi propia casa, además de negarme la comida, sabiendo que no tengo ninguna fuente de ingresos, y personas benefactoras se han convertido en mis salvadores cada día”, dijo Murape a IPS.
De hecho, con muchos ciudadanos zimbabuenses de edad avanzada como Murape aguantando diferentes abusos, el maltrato a los adultos mayores se ha convertido en una tendencia creciente en el país.
Solo en 2021, la policía de Zimbabue afirmó haber tratado 900 casos en todo el país relacionados con el abuso de personas mayores.
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Al igual que Murape, muchos ancianos de Zimbabue que viven con sus familiares afirman haber sido víctimas de maltratos físicos y emocionales, y algunos afirman incluso haber sufrido abusos sexuales.
Las víctimas ancianas de violaciones son muchas, como Agness Murambiwa, de 76 años, en Harare, que afirmó que su nieto de 22 años la violó antes de huir a la vecina Sudáfrica a principios de este año.
Gavi reconocio que las personas mayores no se libran de los abusos sexuales.
“Los casos de violación de mujeres mayores por hombres mucho más jóvenes están aumentando en algunas partes de Zimbabwe. En algunos casos, surgen de la noción errónea de que tener sexo con una mujer mayor puede curar una enfermedad terminal”, dijo.
Pero las heridas permanecen para las ancianas víctimas de violaciones en Zimbabwe, como Murambiwa.
“A principios de este año, Themba, mi nieto, me atacó mientras dormía en mi habitación, amenazó con matarme si hacía algún ruido antes de violarme. Me duele que mi propia sangre me haya hecho esto”, dijo Murambiwa a IPS.
Murambiwa está al cuidado de sus dos hijas, ambas divorciadas de sus maridos y una de las cuales es la madre de Themba.
Cuidar de los ancianos en situaciones de pobreza tampoco es fácil.
“No es fácil cuidar de una madre anciana. Tenemos recursos limitados, y ella siempre se queja de que no hacemos lo suficiente, aunque ninguna de nosotras tiene empleo. Somos vendedoras que vivimos al día”, dijo a IPS Letiwe, de 52 años, una de las hijas de Murambiwa.
Pero muchos ancianos zimbabuenses como Murape y Murambiwa dijeron que no podían luchar contra sus abusadores porque necesitaban desesperadamente sus cuidados.
Zimbabue no tiene subsidios sociales para los ancianos, en un país donde la carencia de recursos es la norma a todos los niveles.
Esto significa que las personas mayores como Murape y Murambiwa están solas mientras soportan el peso de los abusos en el ocaso de sus vidas.
Sin embargo, la Constitución de Zimbabue protege a los ancianos, definidos en el artículo 82 de la Constitución como personas mayores de 70 años.
Muchos de los ciudadanos de edad avanzada de Zimbabue no tienen dinero después de que la hiperinflación de 2008 evaporara sus ahorros.
Ahora, una nueva escalada de la inflación no ha ayuda al creciente número de ancianos maltratados que dependen de sus familiares.
La inflación supera actualmente una tasa interanual de 257% en Zimbabue, y los precios de los alimentos se han disparado, lo que significa que la vida de los adultos mayores como Murape podría incluso empeorar.
Además de la inflación, para los hombres mayores viudos que se han vuelto a casar, según Gavi de HelpAge, los abusos podrían ser aún peores.
“Algunos hombres mayores también se han enfrentado a los abusos de sus esposas más jóvenes, que maltratan a sus cónyuges de forma gratuita, lo que hace que algunos de estos hombres se encuentren en la calle”, detalló Gavi.
T: MF / ED: EG