NACIONES UNIDAS – Cuando las Naciones Unidas decidieron ubicar su Secretaría en el acristalado edificio de 39 pisos en Nueva York, Estados Unidos, como nación anfitriona, firmó en 1947 un «acuerdo de sede» que garantizaba la inmunidad a los diplomáticos extranjeros y se comprometía a facilitar las actividades cotidianas de los Estados miembros sin ningún impedimento, incluida la expedición de visas estadounidenses para ingresar en el país.
Pero hubo varios casos de abierta violación de este acuerdo por parte de las sucesivas administraciones estadounidenses, tanto con dignatarios que querían participar en la anual Asamblea General de la ONU, como en otras ocasiones protocolarmente importantes.
Algo que se recuerda en la sede de la ONU, en vísperas que este martes 20 comience el segmento de alto nivel del periodo de sesiones de la 77 Asamblea General, que se prolongará hasta el lunes 26, incluido, cuando se está viviendo un episodio que recuerda a otros de violación de Washington de su papel como anfitrión del organismo mundial y su máximo foro político.
Stephen Zunes, profesor de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de San Francisco, en California, recordó a IPS que Estados Unidos rompió su compromiso con la ONU al negarse a permitir que Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), viniera a Nueva York para hablar ante la Asamblea General.
Eso obligó a toda la Asamblea General a reunirse en Ginebra en 1988.
«Y está la periódica obsesión de los medios de comunicación estadounidenses por las visitas de los líderes extranjeros que los estadounidenses adoran odiar, como (el presidente iraní) Mahmud Ahmadinejad “, mientras ha ignorado a líderes de Teherán menos radicales que usaron la tribuna de la ONU para hablar de paz y reconciliación, dijo Zunes.
Y, por supuesto, están los extraños y engañosos discursos de varios presidentes estadounidenses a lo largo de los años, añadió este académico que ha escrito profusamente sobre las interioridades del organismo mundial.
El traslado a Ginebra fue una novedad en la historia de la ONU, pero proporcionó un entorno político menos hostil para el líder de la OLP, ya que la Asamblea General, el máximo órgano político de la ONU, se mostró desafiante y dio una sonora bofetada a Estados Unidos, abandonando momentáneamente su sede de Nueva York.
Palestina es uno de los dos Estados observadores permanentes no miembros, el otro es El Vaticano, sede de la Santa Sede de la Iglesia católica.
Arafat, que ya había hablado ante la ONU en Nueva York en 1974, dijo con ironía durante su discurso que «nunca se me ocurrió que mi segunda reunión con esta honorable Asamblea, tendría lugar en la hospitalaria ciudad de Ginebra».
Mientras tanto, durante la semana previa a la apertura de la 77 Asamblea General, se informó de que los visados para los diplomáticos rusos, incluido el ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov, fueron denegados o retrasados.
Sobre las quejas de Moscú al respecto, el portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, dijo a los periodistas que “se trata de una cuestión que hemos planteado en repetidas ocasiones al país anfitrión».
“Este es un tema que nos planteó la Federación Rusa. Creo que el secretario general está convencido de que hay que conceder visados a la delegación rusa y a las delegaciones que tienen que trabajar en las Naciones Unidas, especialmente durante la Asamblea General”, afirmó.
Añadió que «es un tema que hemos planteado repetidamente porque… ha estado sucediendo durante bastante tiempo. La Asesoría Jurídica es la instancia que se encarga de esto”.
“Se hace a través de nuestra oficina jurídica porque apoyan al Comité del País Anfitrión, pero sé que es una cuestión que el secretario general, creo, ha planteado en varias conversaciones telefónicas con altos funcionarios de Estados Unidos, y que le ha planteado el ministro de Asuntos Exteriores ruso Lavrov, así como el representante permanente ruso”, explicó Dujarric.
Durante su primera visita en 1974, el líder de la OLP evitó a cientos de manifestantes a su favor y en contra fuera del edificio de la ONU, llegando en un helicóptero que aterrizó en el jardín norte del predio de la ONU.
Arafat fue escoltado por hombres de seguridad hasta el edificio de la ONU y hasta el piso 38 del secretario general, donde pasó la noche en un dormitorio improvisado.
Desde Arafat, a varios líderes políticos, en su mayoría antagonistas de Estados Unidos o que encabezan regímenes sometidos a sanciones estadounidenses, se les ha negado el visado o se les ha declarado implícitamente personas non gratas.
En consecuencia, algunos antiguos jefes de Estado, como el norcoreano Kim Il Sung, el iraquí Saddam Hussein o el sirio Hafez al Assad, nunca se dirigieron a la ONU y quizás tampoco intentaron obtener un visado de Estados Unidos, que podría habérseles negado.
Cuando al entonces presidente sudanés Omar Hassan al Bashir, acusado de crímenes de guerra, se le denegó un visado estadounidense para asistir al segmento de alto nivel de las sesiones de la Asamblea General en septiembre de 2013, Hassan Ali, un alto diplomático sudanés, registró una fuerte protesta ante el Comité Jurídico de la ONU.
«El presidente de Sudán, elegido democráticamente, se vio privado de la oportunidad de participar en la Asamblea General porque el país anfitrión, Estados Unidos, le negó el visado, en violación del Acuerdo de Sede entre la ONU y Estados Unidos», dijo, y añadió que «fue una gran y deliberada violación del Acuerdo de Sede».
La denegación de visado al presidente sudanés fue también una mina política porque Al Bashir había sido acusado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional (CPI).
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Pero la pregunta que quedaba por responder era: ¿Tiene Estados Unidos derecho a actuar implícitamente sobre una sentencia de la CPI cuando Washington no es parte del Estatuto de Roma que creó esa CPI?
Mientras tanto, algunos de los líderes militares o autocráticos que se dirigieron a la ONU en una época pasada fueron el cubano Fidel Castro, el libio Muammar Gadafi, el maliense Amadou Toure y el ghanés Jerry Rawlings, los dos últimos gobernantes que llegaron al poder por golpes de Estado, pero que luego fueron mandatarios elegidos democráticamente.
El líder libio Gadafi, hizo una dramática aparición en la ONU en septiembre de 2009.
En su información al respecto, el diario londinense The Guardian dijo que «aprovechó sus 15 minutos de fama en el edificio de la ONU en Nueva York … Lo hizo con tanta fuerza que lo alargó hasta una hora y 40 minutos, seis veces más de lo que le correspondía, para consternación de los organizadores de la ONU”.
Gadafi estuvo a la altura de su reputación de excentricidad, de su mentalidad sangrienta y de su verborrea extrema, según The Guardian, ya que rompió una copia de la carta de la ONU ante los sorprendidos delegados y acusó al Consejo de Seguridad de ser un órgano terrorista similar a Al Qaeda.
También demandó que se juzgara al presidente estadounidense George Bush y al primer ministro británico Tony Blair por la guerra de Iraq, exigió 7,7 billones (millones de millones) de dólares en compensación por los estragos del colonialismo en África. Además se preguntó si la gripe porcina era un arma biológica creada en un laboratorio militar.
Por cierto, según una noticia, el nombre del líder libio tenía 112 grafías diferentes, tanto en inglés como en árabe, entre ellas Muammar el-Qaddafi, Muammar Gaddafi, Muammar al-Gathafi, Muammar El Kadhafi, Moammar el Kazzafi, Moamer, El Qathafi, Mu’Ammar y Moamar Gaddafi, entre otras, además de la más común en castellano: Muammar Gadafi.
El diario The Wall Street Journal publicó una viñeta en la que se burlaba de las múltiples grafías, y un enviado especial a Trípoli para entrevistar al gobiernante, comenzó su diálogo diciéndole al entonces líder libio: “Mi editor me envió para averiguar si usted es Gadafi”.
T: MF / ED: EG