NACIONES UNIDAS – Cuando los líderes políticos del mundo, en su mayoría presidentes y primeros ministros, son expulsados del poder tras golpes militares o movilizaciones sociales, huyen a «refugios seguros» para evitar ser encarcelados, ejecutados por pelotones de fusilamiento o ahorcados en público.
Quizá uno de los «refugios seguros» -y un popular «hogar de retiro político»- sea Arabia Saudí, un régimen tradicionalmente autoritario, que ha dado cobijo a líderes de Uganda, Túnez, Pakistán, Yemen y Qatar.
Una viñeta de un periódico británico lo resumió cuando representó, en tono de broma, la terminal de “Llegadas” de un aeropuerto saudí con una fila para visitantes preferenciales, con un cartel que decía: “Solo para líderes mundiales depuestos”.
Stephen Zunes, profesor de política y coordinador de Estudios de Oriente Medio en la estadounidense Universidad de San Francisco, dijo a IPS que «no es sorprendente que uno de los países más autoritarios del mundo ofrezca refugio a otros líderes autoritarios».
“Y, dado que los saudíes cuentan con un respaldo tan fuerte de Estados Unidos, tienen aún menos de qué preocuparse, en términos de presión para la extradición (de los solicitantes de asilo)”, declaró.
En la memoria reciente, algunos de los líderes políticos que solicitaron asilo en Arabia Saudí son el ugandés Idi Amin (2003), el catarí Khalifa bin Hamad alThani (2004), el paquistaní Nawaz Sharif (2007), el yemení Abd Rabbuh Mansur Hadi (2015) y el tunecino Zine El Abdine ben Ali (2019).
El presidente de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, que fue expulsado del poder por una muchedumbre enfurecida en julio, y cuyo gobierno y su extensa familia enfrentan numerosas acusaciones de corrupción y una gestión deplorable a gran escala, es probablemente un candidato potencial al asilo saudí, tras sus paradas en Maldivas, Singapur y Tailandia.
En su viaje por Asia, Rajapaksa ha sido calificado despectivamente como «un expresidente en busca de un país».
Pero incluso así, hubo líderes destituidos de Irán, Afganistán y Liberia que fueron encarcelados, ahorcados o ejecutados de otras formas.
En cuanto a los exiliados políticos en Arabia Saudí, el Middle East Eye, un medio de comunicación digital con sede en Londres, destacó el análisis sobre el fenómeno de Andrew Hammond, historiador de la Universidad de Oxford y autor de un libro sobre ese país de Medio Oriente.
«Por un lado, esto significa que no puede haber partidos políticos, protestas, peticiones y otros fenómenos modernos relacionados con la política electoral representativa”. afirmó.
Pero, por otro lado, añadió, “significa que el país puede ser abierto y acogedor para personas de muchas tendencias y orígenes, siempre que se mantengan alejadas de la política o actúen dentro de las líneas aprobadas por el gobierno” saudí.
Como señala William Dobson, editor de política y asuntos exteriores de Slate, en su libro «The Dictator’s Learning Curve (La curva de aprendizaje del dictador)»: «Lo que más temen los dictadores y los autoritarios es a su propio pueblo»
Erica Frantz, profesora adjunta del Departamento de Ciencias Políticas de la estadounidense Universidad Estatal de Michigan, escribe en su libro, titulado Autoritarismo, que «alrededor de 40 % de la población mundial vive bajo alguna forma de gobierno autoritario, y los regímenes autoritarios gobiernan aproximadamente un tercio de los países del mundo».
En la década de los 60 del siglo pasado, el primer ministro iraní Mohámmad Mossádeq, que fue destituido tras un golpe de Estado ideado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la inteligencia británica, fue condenado a muerte y confinado en una prisión militar durante tres años
Según los británicos y los estadounidenses, cometió el error supremo de nacionalizar las enormes explotaciones petrolíferas británicas en Irán. Mossádeq murió en marzo de 1967 cuando estaba bajo arresto domiciliario, y le sucedió uno de los más firmes aliados de Estados Unidos: el sha Mohámmad Reza Palhevi, depuesto a su vez en 1979 por el régimen de los ayatolás.
Mientras tanto, la saga de líderes políticos destituidos continúa.
Cuando los talibanes tomaron el poder en 1996, uno de sus primeros actos políticos fue ahorcar al hasta entonces presidente afgano Mohamed Najibullah en la plaza Ariana de Kabul.
El 15 de agosto del año pasado, los talibanes volvieron a asumir el poder, esta vez deponiendo al gobierno respaldado por Estados Unidos de Ashraf Ghani, un antiguo funcionario del Banco Mundial, armado con un doctorado en antropología de una de las instituciones educativas más prestigiosas de Estados Unidos: La Universidad de Columbia.
En una publicación en Facebook, Ghani dijo que había huido a los Emiratos Árabes Unidos en busca de refugio porque «iba a ser ahorcado» por los talibanes.
Si eso hubiera ocurrido, los talibanes se habrían ganado la dudosa distinción de ser el único gobierno del mundo que ha ahorcado a dos presidentes. Pero con su huida, Ghani evitó que fuera así.
Eso sí, el exgobernante negó que hubiera salido del palacio presidencial con varias maletas con millones de dólares robados del tesoro del país.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
En otro caso destacado, el gobierno del presidente Ferdinand Marcos padre, de Filipinas, fue derrocado por un levantamiento popular en 1986. Descrito como abogado, dictador, cleptócrata y fuerte aliado de Estados Unidos, Marcos murió en el exilio en Hawái, en septiembre de 1989, tras obtener asilo de Washington.
Sin embargo, los líderes políticos liberianos no tuvieron tanta suerte.
El 12 de abril de 1980, Samuel Doe encabezó un golpe militar, asesinando al presidente William R. Tolbert, en la mansión del gobierno de Liberia, un país de África occidental fundado por esclavos afroestadounidenses emancipados y cuya capital lleva el nombre de Monrovia, en honor al quinto presidente estadounidense, James Monroe.
Los miembros de su gabinete ministerial al completo tuvieron que desfilar desnudos por las calles de Monrovia y luego les obligaron a alinearse en una playa de la capital y fueron asesinados a tiros.
Según un informe de la televisión pública británica BBC, de abril de 1980, «13 importantes funcionarios del gobierno derrocado de Liberia fueron ejecutados públicamente por orden del nuevo régimen militar».
Entre los muertos se encontraban varios ministros recién destituidos y el hermano mayor de William Tolbert, el presidente asesinado. Fueron atados a unos postes cavados en la arena de una playa junto a los cuarteles del ejército en Monrovia, y fusilados, informó la BBC.
Los periodistas que fueron llevados a los cuarteles para que viesen las ejecuciones sumarias narraron que fueron crueles y caóticas.
T: MF / ED: EG