NACIONES UNIDAS – Más de 104 000 niños fueron asesinados o mutilados en los conflictos vividos en África, Asia y América Latina entre 2005 y 2020, otros 93 000 fueron reclutados forzosamente y al menos 25 700 fueron secuestrados, indicó un informe divulgado por Unicef este martes 28.
El informe “expone con la mayor crudeza posible el fracaso del mundo a la hora de proteger a sus niños de las violaciones graves en tiempos de conflicto armado”, dijo la directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Catherine Russell.
Pese a la magnitud de las cifras, Unicef considera que son solo una fracción de las reales, ya que “las limitaciones de acceso y seguridad, y la vergüenza, el dolor y el miedo que sufren los niños y sus familias” hacen muy difícil obtener los datos.
Las partes en conflicto han violado, casado a la fuerza, explotado sexualmente y cometido otras formas graves de violencia sexual contra al menos 14 200 niños.
Además, Naciones Unidas ha verificado más de 13 900 ataques contra escuelas y hospitales y al menos 14 900 incidentes en los que se ha denegado el acceso humanitario a los niños.
Basado en 16 años de datos del Informe Anual del Secretario General sobre los Niños y los Conflictos Armados, el reporte muestra que la violencia contra los niños ha aumentado gradualmente desde 2005, superando los 20 000 incidentes en un año por primera vez en 2014 y alcanzando los 26 425 en 2020.
Entre 2016 y 2020 hubo más de 71 violaciones diarias, lo que, según Unicef demuestra “el dramático impacto que los conflictos armados -y las crisis de protección cada vez más complejas y prolongadas- tienen sobre los niños”.
“Las violaciones graves devastan a los niños, las familias y las comunidades, y desgarran el tejido social, lo que hace aún más difícil restaurar y mantener la paz, la seguridad y la estabilidad. Debemos negarnos a aceptar esas violaciones como un resultado inevitable de la guerra”: Catherine Russell.
Factores que contribuyen a esos “desafíos sin precedentes” para proteger a los niños en medio de los conflictos son el número cada vez mayor de actores armados no estatales, los nuevos medios y métodos de guerra, y el uso de artefactos explosivos improvisados, especialmente en zonas pobladas.
Actualmente, “con más niños afectados por los conflictos, la violencia y las crisis que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial, este trabajo nunca ha sido más urgente”, observó Russell acerca del mecanismo de supervisión y presentación de informes anuales sobre el tema que se propone Unicef.
Entre 2016 y 2020, 82 % de todas las víctimas infantiles verificadas -o unos 41 900 niños- se produjeron en cinco conflictos: Afganistán (30 %), Israel y el Estado de Palestina (14 %), Siria (13 %), Yemen (13 %) y Somalia (nueve por ciento).
Los niños de entornos más pobres y los refugiados, desplazados internos e indígenas, entre otros, siguen corriendo un mayor riesgo de sufrir violaciones graves.
Solo en 2020, las armas y los restos de explosivos fueron responsables de al menos 47 % de todas las víctimas, con más de 3900 niños muertos y mutilados.
Los datos disponibles desglosados por sexo indican que, en 2020, los niños varones representaron 73 % de todas las víctimas infantiles, siendo la gran mayoría víctimas de reclutamiento (85 %), secuestro (76 %) y asesinato y mutilación (70 %).
Las niñas representan una cuarta parte (26 %) del total de víctimas, pero son 98 % de las de violación y otras formas graves de violencia sexual.
Todas las partes en conflicto, tanto los Estados como los grupos no estatales, cometen graves violaciones contra los niños.
Entre 2016 y 2020 los actores estatales -incluyendo fuerzas y coaliciones nacionales e internacionales- fueron responsables de al menos 26 % de todas las violaciones. Los grupos no estatales cometieron alrededor de 58 %.
En Colombia, los niños indígenas y venezolanos han corrido un alto riesgo de ser reclutados por grupos armados no estatales, que son responsables de 57 % de las violaciones contra menores en el país.
Sin embargo, el informe señala a Colombia como uno de los países donde las partes han llegado a acuerdos para proteger a los menores.
En las negociaciones para lograr la paz en 2016, la antigua guerrilla FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y el gobierno se comprometieron a establecer un protocolo para la inmediata separación de la lucha de todos los niños menores de 15 años, y para su reintegración a la vida cívica.
Además, una innovadora declaración del Tribunal Constitucional exigió que todos los niños asociados a grupos armados fueran tratados como víctimas y se les concediera el derecho a la reparación, y se reforzó con referencias explícitas al interés superior de los niños.
Entre las recomendaciones, además de llamar a las partes que contienden a respetar leyes internacionales y el derecho humanitario, Unicef propone mejorar los servicios de atención y respuesta a los niños afectados por conflictos, y mejorar el desglose y análisis de datos para mejores planes de respuesta y prevención.
“Las violaciones graves devastan a los niños, las familias y las comunidades, y desgarran el tejido social, lo que hace aún más difícil restaurar y mantener la paz, la seguridad y la estabilidad. Debemos negarnos a aceptar esas violaciones como un resultado inevitable de la guerra”, concluyó Russell.
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