MELIPEUCO, Chile – La central hidroeléctrica El Rincón es una amenaza latente para los habitantes mapuches de este municipio chileno. La comunidad se organiza para frenar una inversión que irrumpe con el caudal natural del río Truful Truful, considerado un espacio de sanación espiritual, protagonista de historias mitológicas y fuente de agua medicinal en el Wallmapu, el territorio ancestral mapuche.
“Es muy importante llegar ahí, ponerse de pie y meditar. Te envuelve, te limpia. Tú lo sientes: cada sonido que trae es muy fuerte, muy fuerte. Y, en ese momento, tu cuerpo se limpia, te acoge, reingresa de nuevo la energía”, dice la machi (curandera) Rosa Barbosa cuando visita el chileno río Truful Truful en luna llena, luego de tener un pewma (sueño revelador).
Cuando llega al lugar donde abundan árboles como el lleuque, ciprés y maqui, conversa con los ngen, los espíritus de la naturaleza en la mitología mapuche, a los que les explica con qué objetivos va y pide autorización para sacar las hierbas y agua que utiliza en la preparación de medicinas que pueden tratar todo. “Porque en el lugar está todo”, afirma.
La machi explica que el universo requiere de vida, de energía. Y eso está en la Madre Tierra. “Necesitamos la lluvia, el río, el mar, el viento. Todo. Porque, si no tenemos naturaleza, no vamos a poder funcionar”, dice.
Por eso, cada lugar se protege, se cuida. Se conserva cada planta y no se intervienen los espacios. “Nosotros, como mapuche, cuidamos la naturaleza. Nosotros, como mapuche, amamos la naturaleza”, enfatiza.
El Truful Truful es uno de los cuatro ríos que le da el nombre ancestral a la comuna (municipio) de Melipewünko (confluencia de cuatro aguas, en mapuche), al que en castellano se denomina Melipeuco.
Nace entre los volcanes Llaima y Sierra Nevada, y su afluente se abre paso por antiguas rutas de lava, recorre el Parque Nacional Conguillo y hay segmentos donde incluso fluye de manera subterránea.
Se extiende por más de 20 kilómetros hasta llegar al valle de Melipeuco, donde se une con el río Sahuelhue para dar origen al emblemático río Allipén, que, a su vez, es parte de la cuenca del río Toltén, ubicado en la región chilena de La Araucanía, la puerta al sur de Chile.
El agua sanadora
“Cuando cae el agua se levanta una especie de neblina, a eso se le llama txuful txuful, ese es el nombre original”, explica Gonzalo Melillán, vocero de la organización Txuful Txuful Ñi Keyuwun. Cuenta que, cada cierto tiempo, va en búsqueda de lawen (remedios) que le solicitan diferentes machis. Principalmente en la mañana, porque a esa hora del día hay mucha buena energía. “Hago rogativas antes de ingresar y busco el remedio”, dice.
Detalla que no es llegar y levantar una medicina: primero, se debe pedir permiso. Se toma solo lo necesario y no se saca más. “Siempre se hace con ese cuidado. Lo mismo que para ir a buscar trayenko, le decimos nosotros, que es el agua. El agua pura, el agua sanadora que hay en el río”, cuenta.
La agrupación Txuful Txuful Ñi Keyuwun reúne a comunidades mapuches y autoridades tradicionales que defienden la no intervención del río Truful Truful, por el significado que tiene para la conservación de su cultura y el territorio que habitan.
El ngenko Truful Truful considera físicamente al río, pero involucra mucho más. “Es fuente de sabiduría; fuente de alimento; de experiencia, historia, remedios, ceremonias, Nguillatun, encuentro, pensamiento filosófico, distensión, conversación. Ordenamiento territorial, jurídico, social, geopolítico”, puntualiza Lautaro Melillán.
El iniciado en lawen mapuche (persona de remedios y de vinculación con las plantas) afirma: “Uno se comunica con este río, con este ngenko que le decimos nosotros, como los dueños de la montaña, de los seres que viven en los cerros, en los ríos, en las juntas de los ríos, en los bosques».
«De todo esto, el mapuche saca aprendizajes y saca una comunicación espiritual, emocional, mental y física. Entonces, transgredir estas cosas conlleva consecuencias bastante negativas y eso el mundo mapuche, el mundo indígena, lo sabe. Cuando se pasa a llevar el orden natural de las cosas como es un río”, añade.
Detener la amenaza
El proyecto de Pasada El Rincón busca construir una central hidroeléctrica con una potencia total de 11 megavatios (MW). Las obras civiles contemplan la construcción de bocatomas, canal de aducción subterráneo, cámara de carga, tubería de presión, casa de máquinas, canal de restitución de caudales al río y obras de devolución.
En febrero de 2018, la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región de la Araucanía rechazó el proyecto presentado por Manuel Enrique Madrid Aris, a través de la RCA Nº55/2018.
En el documento, detallan que no se hace cargo de “la intervención de carácter permanente en un sitio natural de significación cultural”. Además, explicita que “no presenta medidas idóneas para abordar el impacto asociado a los sitios naturales con presencia de hierbas medicinales y su recolección”.
Frente a la decisión de este organismo, la empresa Ingeniería y Construcción Madrid S.A. presentó un recurso de reclamación. En la solicitud, la compañía informa que la central busca construirse en el Fundo El Rincón, aproximadamente a tres kilómetros de Melipeuco.
“La superficie total afectada por las obras del proyecto, tanto permanentes como temporales, es de 4,62 hectáreas. Todas las obras de aducción o conducción de aguas, desde la bocatomas a la casa de máquinas, serán de tipo subterráneas”, puntualizan.
En julio de 2021, el Comité de Ministros (jueces) —cuya función es conocer y fallar los recursos de reclamación— resolvió a favor de la construcción. En su informe, certifica que la inversión cumple con la “normativa ambiental aplicable” y “los requisitos de carácter ambiental contenidos en los permisos ambientales sectoriales”.
Asegura que la central hidroeléctrica “se hace cargo adecuadamente de los efectos, características o circunstancias establecidos en el artículo 11 letra b), c), d), e) y f), al proponer medidas de mitigación, reparación y compensación adecuadas a tal efecto”.
Frente a la situación, el alcalde de Melipeuco presentó un recurso de protección contra el Comité de Ministros por aprobar la construcción. En la denuncia, solicita que se deje sin efecto la autorización de la central y expone la vulneración del Artículo 19 de la Constitución de Chile.
Específicamente, en los apartados 1º, que tiene relación con el derecho a la vida y la integridad física y psíquica de las personas; el 8º, que se vincula al derecho a vivir en un medioambiente libre de contaminación y establece que es deber del Estado velar para que este derecho no sea afectado, junto con tutelar la preservación de la naturaleza; y el 24º, relacionado con el derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales e incorporales.
Unos meses más tarde, en agosto de 2021, la acción presentada por el edil Alejandro Cuminao fue declarada admisible por la Corte Suprema. Actualmente, el máximo órgano jurisdiccional chileno está estudiando el caso, para entregar una resolución final y definir si se aprueba o no la central hidroeléctrica en la zona.
Conservar el equilibrio
“Si se destruye ese lugar, se destruye una parte de nosotros, porque somos parte de eso, somos parte del río, del agua, de la cordillera, del cerro. Ahí está nuestra historia, nuestra visión, nuestra identidad, nuestra forma de entender las cosas”, expresa Gonzalo Melillán.
Para él, es fundamental que se reconozcan los derechos que tienen como pueblo originario y que, a partir de eso, se logre entender la vinculación que, como cultura, tienen con la naturaleza.
“La necesidad de nosotros mismos de defender un lugar no es porque se nos ocurre nomás, es porque hay una historia, es porque hay una identidad, es porque hay una vinculación especial con un lugar”, aduce.
En el curso del río que sería intervenido por el proyecto energético, se contempla el trayenko Truful Truful, lo que define en mapuche a los saltos de agua o cascadas “reconocidos como lugar propiciatorio, esto es, lugares donde se realizan oraciones para pedir por el bienestar personal y de la comunidad».
«La fuerza del trayenko estaría dada por su tamaño y por el newen (fuerza o energía, en mapuche) que se le reconoce. Su eficacia estaría explicada por el hecho de ser una agua que se renueva, que empieza otra vez, que cae de continuo. De esta forma, las comunidades consideran que también allí se puede recomenzar”, explica el informe “Proyectos de inversión en tierras y territorio indígena mapuche” del Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile.
“Ya no hay nada sagrado”
Lautaro considera que la construcción de una central hidroeléctrica en la zona “rompe todo orden natural, todo equilibrio entre las distintas culturas o naciones que estamos viviendo actualmente en el territorio”. Es una manifestación de que en la cultura no mapuche “ya no hay nada sagrado”, advierte. “Y nosotros consideramos que el río sí es sagrado”, insiste.
Mülfen Melillan también es vocera de la agrupación Txuful Txuful Ñi Keyuwun y, al igual que Lautaro y Gonzalo, pertenece a la ascendencia de Mariano Melillán, uno de los primeros mapuches que habitaron el valle del Llaima.
Explica que, en su cosmovisión, tienen una relación distinta con los espacios, con la naturaleza, porque no esperan sacar ganancias de ella.
“Existe la idea no mapuche de aprovechar. El agua es recurso, el campo es recurso, los árboles. Todo sirve para algo, todo se puede usar para algo desde esa lógica. Pero, desde la lógica mapuche, los espacios tienen vida, los espacios nos permiten aprender y cada vez que hacemos uso de estos espacios nosotros devolvemos lo que ocupamos o usamos. Por lo menos, esa es la enseñanza que culturalmente hemos recibido”, detalla.
Como organización, cuenta, han decidido seguir la línea del aprendizaje, de trabajar mucho la conversación, las visitas a las comunidades, de seguir estudiando los protocolos tradicionales.
“Hemos estado dándonos ese tiempo de poder conversar con las autoridades ancestrales, los lonkos (jefes de comunidades, en mapuche) de otros territorios y hacer alianzas. Entendiendo y escuchando que hay mucha gente en otros lugares que está en la misma situación”, afirma.
Mülfen comenta que, como agrupación, están trabajando para regular el tipo de intervención que existe en el río: desde que haya un cuidado en la cantidad de fotos que se toman en el lugar, hasta la actitud con la que se va a conocer la zona.
“Nos definimos como hijos e hijas de este río y, por lo mismo, tenemos ese rol o tarea de protegerlo, de cuidarlo. Entendiendo que el Truful Truful es parte de la familia de nosotros y nosotras”, cuenta.
El camino, considera, es hacia una interacción más sana con los espacios.
“Yo creo que de eso se trata. Porque, en verdad, tampoco queremos que el río esté cerrado. No se trata de que la gente no pueda ir. Pero sí, cuando tú vas, ir con una actitud distinta. Ir con una actitud de respeto y obviamente que no tenga ninguna intervención con estas centrales de paso, ni nada de eso”, expresa.
Derechos territoriales
Sobre los derechos territoriales de los pueblos indígenas y la nueva Constitución, Mülfen asegura: “Vemos a personas mapuches en espacios donde nunca antes habían estado, después de situaciones que han sido dolorosas para mucha gente. Pero, estamos en un lugar donde se nos ha permitido estar hablando de ciertas cosas, que antes no se hablaban».
«Entonces, creo yo que es un camino nuevo que debiera, en algún momento, tener resultados positivos. No creo que sea todo inmediato, porque es un trabajo de años. Y tiene que ver con un tema cultural”, dice esperanzada.
Por su parte, Lautaro considera que se debe respetar el autogobierno de cada comunidad indígena.
“Por una parte, la autonomía para decidir y tomar determinación de acuerdo a su derecho propio. Al derecho propio mapuche, a las costumbres. Pero, sin que esto pase a llevar distintos ordenamientos jurídicos, ya sea tanto nacional o internacional”, argumenta.
Gonzalo, a su vez, espera que, dentro del escenario político actual en Chile, “pueda salir algo bueno y se pueda entender, y se puedan respetar nuestros derechos. Los que tenemos como pueblo mapuche”.
Añade que, igualmente, continuarán insistiendo: “Vamos a seguir acá defendiendo nuestra tierra, defendiendo nuestra agua, defendiendo nuestros cerros. Vamos a seguir haciéndolo. Siempre lo hemos hecho. Por eso, por la vinculación especial que tenemos nosotros con la naturaleza”.
Este artículo es parte de la Comunidad Planeta, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América latina, del que IPS forma parte.
RV: EG