Nepal invierte en sanidad, pero la igualdad en el acceso sigue lejos

Personal médico posa en una nueva sala de atención materna en el Hospital Municipal de Melamchi, en Nepal, en noviembre de 2021. Foto: Marty Logan / IPS

KATMANDÚ –  En medio de la ola de contagios de la variante ómicron de la covid-19, el gobierno de Nepal redujo el costo del test PCR del equivalente a 8,37 dólares a 6,70 dólares en centros públicos y aproximadamente el doble en el sector privado, como una forma de incentivar a la ciudadanía a hacerse las pruebas y controlar el gran aumento de casos.

“Las personas con ingresos limitados no pueden permitirse la prueba, e imagínese si cuatro miembros de una familia tienen síntomas, solo las pruebas de PCR supondrán un agujero en sus ingresos», dijo al Kathmandu Post el antiguo director de la gubernamental División de Epidemiología y Control de Enfermedades, Baburam Marasini.

La renta por habitante en Nepal en 2020 era de 1190 dólares, de acuerdo a datos del Banco Mundial.

Tras señalar que el tratamiento gratuito de enfermedades como la tuberculosis, la malnutrición y la malaria ha salvado muchas vidas en el país, Marasini argumentó que «el gobierno debería hacer que las pruebas de PCR sean gratuitas en todo el país para aquellos que tengan síntomas».

El gobierno no ha dado ese paso, al menos por ahora, pero en los últimos años ha proporcionado tratamiento gratuito para un número cada vez mayor de enfermedades crónicas a miembros de grupos vulnerables, como la población adulta mayor y la infantil, además de las capas con mayor pobreza.

Sin embargo, la igualdad en la atención sanitaria sigue siendo una promesa sobre el papel en este país de Asia enclavado en el Himalaya, entre las potencias continentales de China e India, con una población cercana a los 32 millones de personas.

En un documento informativo sobre el derecho a la salud en Nepal durante  la pandemia de covid-19,  la Comisión Internacional de Periodistas (CIJ) argumentó que el gobierno debe «garantizar que los servicios, instalaciones y bienes de salud estén disponibles para todos sin discriminación» y «garantizar el acceso a, al menos, el «nivel mínimo esencial» de servicios, instalaciones y bienes de salud».

El documento de la CIJ, publicado originalmente en noviembre de 2020 y actualizado en septiembre de 2021, señala que se planificó la distribución prioritaria de las vacunas contra la covid a los miembros de los grupos vulnerables.

Pero, puntualizó el documento, “según varios informes de los medios de comunicación, por ejemplo, algunas de las vacunas asignadas a las personas mayores se utilizaron en cambio para inocular a los líderes de los partidos políticos, los representantes a nivel local, el personal del ejército, sus familiares y amigos, los administradores, las familias de los empresarios y sus parientes».

El artículo 35 de la Constitución de Nepal garantiza «el derecho a la atención sanitaria», y su tercera disposición establece que “cada persona tendrá igual acceso a la atención sanitaria. La Constitución también exige que Nepal «siga aumentando la inversión necesaria en el sector de la salud pública por parte del Estado para que los ciudadanos estén sanos» y «garantice el acceso fácil, conveniente e igualitario de todos a servicios sanitarios de calidad».

Sin embargo, como señala la CIJ, las investigaciones realizadas antes de la irrupción de la covid revelaron que «la atención sanitaria de alta calidad no era universalmente accesible en Nepal, sino que, en general, solo la disfrutaba una parte relativamente pequeña y elitista de la población”.

Añade que “en general, el acceso a la atención sanitaria en el país es desigual y el sistema sanitario se enfrenta a una escasez perenne de recursos, medicamentos esenciales y la infraestructura médica necesaria».

La desigualdad, visible en la práctica médica

Prakash Raj Regmi, un cardiólogo nepalí muy reconocido, afirma que ve a diario el impacto de la desigualdad en la atención sanitaria. “En el proceso de investigación, en el proceso de tratamiento, incluso la gente de clase media se enfrenta a algunas dificultades, aseguró el especialista.

En una entrevista en línea, el médico señala que la mayoría de sus pacientes padecen múltiples enfermedades no transmisibles (ENT), como las cardiovasculares, la diabetes y los problemas renales y cardíacos, cuyo diagnóstico requiere numerosas pruebas.

Después, estos pacientes suelen necesitar múltiples tratamientos.

Además, los pacientes necesitan someterse a varias investigaciones: pruebas de laboratorio, radiografías, ecografías y ecocardiografías. Es posible que necesiten una angiografía coronaria, una tomografía computarizada o una resonancia magnética. “Y todas estas investigaciones son costosas”, recordó.

Aunque la calidad de los medicamentos disponibles está mejorando, también son más caros, por lo que algunos pacientes dejan de utilizarlos antes de tiempo, explicó Regmi.

Por ejemplo, explicó, “cuando a un paciente se le da un plazo de seguimiento de tres meses, solo acude a los seis meses a la consulta, y durante ese tiempo ha dejado de usar dos de los cuatro fármacos recetados, por lo que desarrolla complicaciones”.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Aunque puede ofrecer ayuda económica, tanto en su clínica privada como en la clínica comunitaria sin ánimo de lucro en la que también trabaja, Regmi no está seguro de cuántos otros médicos hacen lo mismo.

“En mi clínica privada también me considero un trabajador social; si las personas que acuden a recibir tratamiento no pueden costearse las pruebas y el tratamiento, encuentro una solución; apoyo a esos pacientes”, explicó.

Más allá de la necesidad de estos mecanismos informales, Regmi destaca que hoy en día son menos los pacientes que necesitan ayuda económica que en años anteriores, y que los que pueden permitírselo suelen optar por acudir a centros privados menos concurridos.

Diversos avances han contribuido a mejorar los servicios del sistema gubernamental: un nuevo plan nacional de seguro de salud, la devolución de algunas responsabilidades sanitarias a las provincias y municipios tras la transición de Nepal al federalismo en 2017, y el tratamiento gratuito de algunas enfermedades crónicas para la población más pauperizada, los niños y los ancianos.

“Esto es muy bueno para los pacientes que no pueden permitirse el tratamiento: la mayoría de los pacientes son pobres y estas enfermedades no transmisibles requieren un tratamiento de por vida”, aseguró Regmi.

A juicio del especialista, “el gobierno debería centrarse en la prevención en paralelo a la provisión de tratamiento, pero no está invirtiendo en prevención”.

La brecha en la salud materna

La desigualdad también es palpable en los servicios de salud materna.

Por ejemplo, Sindhupalchowk es un distrito mayoritariamente rural situado a tres horas en coche de la capital, Katmandú.

El distrito cuenta con 79 centros de salud, pero las familias que pueden permitírselo se desplazan a la capital cuando una gestante va dar a luz,  o se trasladan a centros más grandes y mejor provistos en los distritos vecinos. De hecho, en 2020 más de 70 % de las mujeres embarazadas abandonaron Sindhupalchowk para dar a luz fuera del distrito.

Aproximadamente la mitad de los hospitales de Nepal, incluidos los centros de atención especializada, como el centro nacional de maternidad, se encuentran en el valle de Katmandú.

Un informe reciente, que analiza los datos de 2001 a 2016, ha constatado una «notable mejora» en el progreso de la salud materna a nivel nacional, en todos los grupos socioeconómicos. Sin embargo, el análisis de las estadísticas reveló que las siete provincias más pobres de Nepal «han logrado un progreso mínimo o nulo».

“Es urgente una inversión especial para abordar los obstáculos al acceso y la utilización en las provincias que se están quedando atrás en la reducción de la desigualdad. Se necesitan más estudios para comprender las estrategias necesarias para abordar las brechas en estas provincias y lograr una mejora justa”, añadió el estudio.

T: MF / ED: EG

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