Los incendios serán mayores y más frecuentes este siglo

Los incendios forestales aumentarán hasta 50 % en intensidad y frecuencia este siglo, a menos que se reviertan los criterios para su combate de modo que, por ejemplo, se destinen más recursos a la prevención, planificación y preparación que a la respuesta cuando ya se hayan desatado. Foto: CCINIF

NAIROBI – El cambio climático y los cambios en el uso de la tierra harán que los incendios forestales sean cada vez más frecuentes e intensos este siglo, alertó un informe divulgado este miércoles 23 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

Al ritmo actual, los incendios extremos aumentarán hasta 14 % para 2030, 30 % para finales de 2050 y 50 % al finalizar la centuria, según el reporte elaborado por el Pnuma junto al centro ambientalista noruego Grid-Arendal.

“Los incendios forestales y el cambio climático se agravan mutuamente” resumió el documento, que plantea un cambio radical en el gasto de los gobiernos en materia de incendios forestales, pasando sus inversiones destinadas a la reacción y respuesta hacia las áreas de prevención y preparación.

Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma, observó que “la respuesta actual del gobierno a los incendios forestales está poniendo el dinero en el lugar equivocado. Lamentablemente, lanzar agua desde helicópteros es una señal de fracaso más que de esperanza”.

“Tenemos que minimizar la posibilidad de incendios forestales extremos estando mejor preparados: invirtiendo más en la reducción del riesgo, trabajando con las comunidades locales y aumentando la colaboración”, expuso Andersen.

“La respuesta actual del gobierno a los incendios forestales está poniendo el dinero en el lugar equivocado. Lamentablemente, lanzar agua desde helicópteros es una señal de fracaso más que de esperanza”: Inger Andersen.

La “fórmula de preparación para incendios” del Pnuma y Grid-Arendal contempla que dos tercios del gasto en la materia se destinen a la planificación, prevención, preparación y recuperación, y un tercio a la respuesta.

En la actualidad, la respuesta directa a los incendios forestales suele recibir más de la mitad del gasto correspondiente, mientras que la planificación y la prevención reciben menos de uno por ciento.

El análisis propone que se combinen los datos y los sistemas de vigilancia, basados en la ciencia, con los conocimientos indígenas locales, y que se refuerce la cooperación regional e internacional.

Aunque los incendios forestales se han manifestado con fuerza en países del Norte industrializado en años recientes –cuando han alcanzado incluso las regiones árticas-, continúan afectando de forma desproporcionada a los países más pobres del mundo.

La salud de las personas se ve directamente afectada por la inhalación del humo de los incendios forestales, provocando impactos respiratorios y cardiovasculares, y aumentando los efectos sobre la salud de los más vulnerables.

Los costos económicos de la reconstrucción de las zonas afectadas por los incendios forestales pueden estar fuera del alcance de los países de bajos ingresos.

Las cuencas hidrográficas se degradan por los contaminantes de los incendios forestales, y pueden provocar la erosión del suelo, causando más problemas en los cursos del agua.

En Argentina los recientes incendios atizados por una sequía de dos años en este verano austral han devorado unas 800 000 hectáreas, casi 10 % de la norteña provincia de Corrientes, incluida una quinta parte de los Esteros del Iberá, el mayor humedal de ese país.

Los incendios forestales empeoran por el cambio climático debido al aumento de la sequía, las altas temperaturas del aire, la baja humedad relativa, los relámpagos y los fuertes vientos que provocan temporadas más cálidas, secas y largas.

Al mismo tiempo, el cambio climático empeora los incendios forestales, sobre todo al arrasar ecosistemas sensibles y ricos en carbono como las turberas y los bosques tropicales. Esto convierte los paisajes en polvorines, lo que hace más difícil frenar el aumento de las temperaturas.

La vida silvestre y los hábitats naturales rara vez se salvan de los incendios, lo que acerca a algunas especies animales y vegetales a la extinción. Un ejemplo reciente son los incendios forestales de Australia en 2020, que se calcula acabaron con miles de millones de animales domesticados y salvajes.

El estudio subraya que la restauración de los ecosistemas, como humedales y turberas, “es una vía importante para mitigar el riesgo de incendios forestales antes de que se produzcan y para reconstruir mejor después de ellos”, así como la preservación de los espacios abiertos de amortiguación entre los bosques.

Se concluye con un llamado a favor de normas internacionales más estrictas para la seguridad y la salud de los bomberos, y para minimizar los riesgos a los que se enfrentan antes, durante y después de las operaciones.

El informe fue divulgado durante los preparativos para la reanudación de la quinta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA-5.2), entre el 28 de febrero y el 2 de marzo de 2022 en esta capital keniana.

A-E/HM

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