Isabel Arias, de 85 años, mientras contaba cómo su padre tuvo la suerte de salvarse de las balas con que mataron junto a él a decenas de personas echadas en el suelo, sin que hubiesen hecho nada, como parte de la masacre de 1932, en varios lugares del oeste de El Salvador, entre ellos La Guacamaya, parte del municipio de Nahuizalco. Foto: Karla Rodas / IPS