WASHINGTON – Los mercados emergentes y las economías en desarrollo pasarán de crecer 6,3 % en 2021 a 4,6 y 4,4 % en 2022 y 2023, según el nuevo informe de perspectivas económicas mundiales divulgado este martes 11 por el Banco Mundial.
“Las economías avanzadas y los mercados emergentes y las economías en desarrollo se encuentran en dos trayectorias de crecimiento diferentes”, expuso Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial.
Aunque también se desaceleran, “las economías avanzadas siguen creciendo y se espera que, para 2023, su producción combinada recupere la tendencia previa a la pandemia”, dijo Kose.
“Sin embargo, las economías emergentes y en desarrollo crecen menos, y no les queda mucha ‘gasolina’ en términos de espacio normativo si enfrentan factores adversos. Por eso nos preocupa que se produzca un aterrizaje brusco”, apuntó.
Esos países “deben hacer frente a diversos desafíos económicos, entre ellos los brotes continuos de covid-19, una elevada inflación, niveles de deuda sin precedentes y una mayor desigualdad de ingresos”, indicó el reporte del Banco Mundial.
La desaceleración se registrará “a medida que la demanda reprimida se disipe y vayan eliminándose las iniciativas de apoyo fiscal y monetario. La rápida propagación de la variante ómicron, además, indica que probablemente la pandemia continuará alterando la actividad económica en el corto plazo”.
El Banco reconoció que la pandemia aumentó la desigualdad de ingresos en el mundo, revirtiendo en parte dos décadas de avances en el tema y afectando más a los grupos vulnerables y a las economías emergentes y en desarrollo, donde la desigualdad de ingresos es mucho mayor que en las economías avanzadas.
Como grupos vulnerables se señala a los hogares de bajos ingresos, los trabajadores informales y de baja cualificación, y las mujeres.
Y la desigualdad interna de los países sigue siendo particularmente alta en América Latina y el Caribe y en África subsahariana, donde viven alrededor de dos tercios de las personas extremadamente pobres del mundo.
También reconoce el Banco que la desigualdad va más allá del ingreso, en particular en las economías emergentes, en desarrollo y de ingreso bajo.
Es el caso de la cobertura de vacunas, muy poco equitativa en el mundo pues, según el organismo, solo seis por ciento de la población de los países de bajos ingresos ha recibido al menos una dosis, tasa que daría lugar a que solamente un tercio de su población reciba una dosis de las vacunas a fines de 2023.
Menos de 50 % de la población total de los países emergentes y en desarrollo se ha vacunado, en comparación con más de 70 % en las economías avanzadas.
Las medidas de contención de la pandemia alteraron gravemente el aprendizaje de niños y niñas, intensificándose la desigualdad educativa, y el teletrabajo y las oportunidades digitales, como la educación a distancia, no han sido igualmente accesibles para los hogares de bajos ingresos.
La desigualdad de género también aumentó y los trabajadores informales registraron pérdidas importantes en materia de empleo e ingresos.
En el largo plazo, la desigualdad interna de los países podría seguir aumentando, a medida que los países enfrentan una mayor inflación —especialmente en los precios de los alimentos— y alteraciones en la educación relacionadas con la pandemia.
Otro tema señalado en el informe es que los niveles de la deuda mundial se dispararon como resultado de la pandemia, y su total, que asciende a 263 % del producto bruto global, ha alcanzado su nivel más alto en 50 años.
Con ese incremento y la recesión causada por la covid aumentó la vulnerabilidad de las economías emergentes y en desarrollo, especialmente las de bajos ingresos, y más de la mitad de los países más pobres ya se encuentran en una situación crítica a causa del sobreendeudamiento o están en grave riesgo de padecerla.
Pero por otro lado, los ciclos de los precios de los productos básicos representan una oportunidad para las economías emergentes y en desarrollo, tomando en cuenta que en ellas vive más de la mitad de las personas extremadamente pobres.
Los precios de los productos básicos se dispararon, y el año pasado algunos alcanzaron máximos históricos, tras la abrupta y amplia caída de la actividad en 2020 como resultado de la crisis de la covid.
Eso significa que los países emergentes y en desarrollo “pueden utilizar los auges para obtener una base más sólida que les ayude a enfrentar las crisis económicas”, y adoptar medidas para reducir la dependencia de los productos básicos al diversificar las exportaciones y las carteras de activos, planteó el informe.
Como ejemplo, “los exportadores de petróleo podrían aprovechar la oportunidad que les brindan los elevados ingresos petroleros registrados en la actualidad para reconstruir el espacio fiscal y orientar el gasto a la resolución de los desafíos de largo plazo”, concluyó del reporte del Banco Mundial.
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