NACIONES UNIDAS – La pandemia de covid-19, que las autoridades sanitarias internacionales establecieron en marzo de 2020, ha arrasado con cientos de miles de empresas e industrias, lo que ha provocado pérdidas generalizadas, quiebras y cierres temporales, con su impacto en el empleo y las condiciones de vida de millones de personas en el mundo.
Pero una de las pocas industrias que sobrevivió y prosperó en 2020 fue la multimillonaria industria armamentística mundial liderada por Estados Unidos.
Un nuevo informe publicado este lunes 6 de diciembre por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri) afirma que las ventas de armas y servicios militares de las 100 mayores empresas del sector ascendieron a la asombrosa cifra de 531 000 millones de dólares en 2020, lo que supone un aumento de 1,3 % en términos reales en comparación con el año anterior.
Las ventas de armas de las 100 empresas más importantes del sector el año pasado fueron 17 % superiores a las de 2015, el primer año en el que el Sipri incluyó datos sobre las empresas chinas. Esto marcó el sexto año consecutivo de crecimiento de las ventas de armas por parte del Top 100 de la industria.
Las ventas de armas aumentaron por sexto año consecutivo incluso cuando la economía mundial se contrajo un 3,1% durante el primer año de la pandemia.
Según el Sipri, Estados Unidos volvió a acoger el mayor número de empresas clasificadas en el Top 100.
En conjunto, las ventas de armas de las 41 empresas estadounidenses ascendieron a 285 000 millones de dólares, un incremento de 1,9 % con respecto a 2019, y representaron 54 % de las ventas totales de armas del Top 100.
Desde 2018, las cinco primeras empresas del ranking tienen su sede en Estados Unidos.
“Los gigantes de la industria (estadounidense) se vieron protegidos en gran medida por la demanda sostenida de bienes y servicios militares por parte de los gobiernos”, afirmó Alexandra Marksteiner, investigadora del Programa de Gasto Militar y Producción de Armas del Sipri.
En gran parte del mundo, detalló, “el gasto militar creció y algunos gobiernos incluso aceleraron los pagos a la industria armamentística para mitigar el impacto de la crisis de ocvid-19”.
Sin embargo, según el Sipri, operar en el mercado militar no garantiza la inmunidad ante los efectos de la pandemia.
El fabricante de armas francés Thales, por ejemplo, atribuyó una caída en las ventas de armas de 5,8 % a las interrupciones inducidas por el cierre de actividades y los confinamientos domiciliarios en la primavera de 2020. Algunas empresas también informaron de interrupciones en la cadena de suministro y retrasos en las entregas.
Mientras tanto, incluso cuando la nueva variante del coronavirus, ómicron, amenaza con nuevos bloqueos, el 3 de diciembre se oficializó un acuerdo para la venta por varios miles de millones de euros de Francia de aviones de combate y helicópteros a los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
El objetivo declarado de la adquisición, proclamado durante una visita del presidente francés, Emmanuel Macron, a Dubái para cerrar la operación, es que esta adquisición impulse la cooperación militar con su principal aliado en el Golfo, debido a la preocupación compartida por los dos gobiernos sobre Irán.
Los EAU han acordado comprar 80 aviones caza Rafale en un acuerdo que, según el Ministerio de Defensa francés, asciende a la friolera de 16 000 millones de euros (18 000 millones de dólares) y representa el mayor contrato de armas francés para la exportación. También anunció un acuerdo con la nación del Golfo para la venta de 12 helicópteros de combate fabricados por Airbus.
El acuerdo representa un resarcimiento para la industria de defensa de Francia tres meses después que Australia le cancelase un contrato de 66 000 millones de dólares para la adquisición de 12 submarinos, al transferir la compra a Estados Unidos.
La firma del contrato en Dubái se produjo durante la primera escala de una visita de dos días de Macron al Golfo, que también incluyó a Arabia Saudí. Francia y los países del Golfo coinciden en su preocupación por la creciente influencia de Irán en la región.
Natalie Goldring, profesora visitante de la Escuela Sanford de Políticas Públicas de la Universidad de Duke, dijo a IPS que los datos del Sipri “demuestran una vez más que el complejo militar-industrial está muy desconectado de las necesidades del mundo real. Incluso cuando la economía mundial estaba sufriendo los efectos de la pandemia mundial de coronavirus en 2020, las ventas mundiales de armas estaban aumentando”.
“Esta desconexión entre las realidades económicas y el comercio mundial de armas es profundamente preocupante. Cada dólar que se gasta en la venta de armas es un dólar que no está disponible para responder a la pandemia de covid y satisfacer las necesidades humanas básicas, como la alimentación, la ropa y la vivienda”, afirmó la especialista.
“Por desgracia, estas estadísticas no son sorprendentes. Lo que estamos viendo es la continuación de los negocios como de costumbre», dijo Goldring, quien también es el representante para el tema de armas convencionales y comercio de amas del Instituto Acrónimo para la Diplomacia del Desarme de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Aunque estos datos corresponden a 2020, consideró que “hay pocos indicios de que la administración de (Joe) Biden esté cambiando estas pautas”. Eso, añadió pese a que “en la campaña electoral, por ejemplo, el candidato Biden dijo que su administración se tomaría en serio el patrón constante de abusos contra los derechos humanos de Arabia Saudí”.
Pero en realidad, dijo Goldring, la administración Biden sigue ignorando estos abusos y propone transferir armas que permitirán a Arabia Saudí perpetuar sus patrones sistemáticos de violación de los derechos humanos. “La administración Biden también ha etiquetado las ventas de armas propuestas como de naturaleza defensiva, incluso cuando las armas tienen capacidades tanto defensivas como ofensivas”, puntualizó.
“Estados Unidos y otros proveedores de armas tienen la oportunidad de aprender de la pandemia del virus Covid, reevaluar las prioridades y reasignar los recursos a las necesidades humanas. No podemos permitirnos seguir como hasta ahora», aseguró.
Según el nuevo informe del Sipri, la industria armamentística estadounidense está experimentando una ola de fusiones y adquisiciones. Para ampliar sus carteras de productos y obtener así una ventaja competitiva a la hora de licitar, muchas grandes empresas armamentísticas estadounidenses están optando por fusionarse o adquirir empresas prometedoras.
“Esta tendencia es especialmente pronunciada en el sector espacial», afirmó Marksteiner. Northrop Grumman y KBR son algunas de las compañías que han adquirido en los últimos años empresas de gran valor especializadas en tecnología espacial.
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Norman Solomon, director ejecutivo del Institute for Public Accuracy, con base en Washington, dijo a IPS que el insaciable apetito de los traficantes de armas por obtener beneficios desmesurados ha seguido dando lugar a crímenes financieros, al mismo tiempo que ha matado literalmente a muchas personas en todo el mundo, directamente con armas y bombas e indirectamente al desviar recursos que se necesitan desesperadamente para la supervivencia humana.
Muchas personas en el mundo, dijo, están sufriendo mucho debido a la escasez letal de todo, desde medicamentos, agua potable y suministros mínimos de alimentos hasta vivienda y educación sanitaria. Y un gran número de personas sufren y mueren mientras los poderosos gobiernos sirven ávidamente a la codicia institucionalizada de las industrias armamentísticas, reflexionó Solomon, quien también es director de Roots Action.
“El hecho de que Estados Unidos continúe liderando el aprovechamiento de los instrumentos tecnológicos de matanza masiva es un crimen vergonzoso y continuo contra la humanidad», añadió.
La sinergia entre el poder de los gobiernos y de las corporaciones militares es una toxina global con una espiral descendente a muchas otras actividades económicas, políticas y sociales, argumentó.
A su juicio, en un año que trajo al mundo la aparición de la pandemia de covid, este récord de ventas es nada menos que un homicidio masivo sistémico, proclamó Solomon.
“Que Estados Unidos sea la fuente de más de la mitad de las ventas totales de armas del mundo es una profunda acusación del papel del gobierno estadounidense en este planeta. De un modo u otro, cualquier gobierno de una nación que se dedique a la exportación masiva de armas es un socio en esa actividad”, adujo.
A su juicio, “Estados Unidos y otros países que participan en la exportación de armamento a gran escala deben ser condenados en forma vehemente e implacable».
Mientras tanto, las ventas de armas combinadas de las cinco empresas chinas, incluidas en el Top 100, ascendieron a un estimado de 66 800 millones de dólares en 2020, lo que supone 1,5 % más que en 2019.
Las empresas chinas representaron 13% del total de las ventas de armas del Top 100 en 2020, por detrás de las empresas estadounidenses y por delante de las empresas de Reino Unido, que es el tercer país más importante.
“En los últimos años, las empresas chinas de armamento se han beneficiado de los programas de modernización militar del país y de su enfoque en la fusión militar-civil», dijo Nan Tian, investigador principal del Sipri.
Norinco, por ejemplo, ha codesarrollado el sistema de satélites de navegación militar y civil BeiDou y ha profundizado su participación en las tecnologías emergentes”, explicó.
A las compañías chinas les siguieron las empresas armamentísticas europeas, las francesas, las alemanas y las rusas, todas ellas situadas entre las 100 primeras del sector.
T: MF / ED: EG