NAIROBI – Los costos estimados de la adaptación al cambio climático en los países en desarrollo son entre cinco y 10 veces mayores que los fondos públicos destinados a ese sector, destacó un informe divulgado este jueves 4 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
“Necesitamos un cambio radical en la ambición sobre la adaptación, para que la financiación y la implementación reduzcan de manera significativa los daños y pérdidas causados por el cambio climático. Y lo necesitamos ahora”, urgió la directora ejecutiva del Pnuma, Inger Andersen.
El “Informe sobre la brecha de adaptación 2021: Una tormenta se está gestando”, fue publicado en esta capital por el Pnuma, en coincidencia con la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, la COP26, que se realiza en Glasgow, Reino Unido.
El texto destaca que, aunque crecen las políticas y la planificación para la adaptación al cambio climático, el financiamiento y la implementación aún están rezagados.
Menos de un tercio de 66 países estudiados financiaron medidas para enfrentar los riesgos climáticos en sus planes de recuperación de la pandemia covid-19.
Además, se deja pasar la oportunidad de utilizar la recuperación fiscal de la covid para priorizar el crecimiento económico sostenible, lo que ayudaría a las naciones a adaptarse a impactos climáticos como sequías, tormentas e incendios forestales.
“A medida que el mundo busca intensificar los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (que recalientan la atmósfera), también debe mejorar profundamente el desempeño para adaptarse al cambio climático”, dijo Andersen.
“Incluso si hoy se cierra el grifo de las emisiones, los impactos del cambio climático se mantendrían durante muchas décadas”, por lo que se necesita “un cambio radical” en la ambición global para la adaptación a ese cambio, insistió.
“Necesitamos un cambio radical en la ambición sobre la adaptación, para que la financiación y la implementación reduzcan de manera significativa los daños y pérdidas causados por el cambio climático. Y lo necesitamos ahora”: Inger Andersen.
Expuso que los compromisos actuales bajo el Acuerdo de París apuntan a que “nos dirigimos, para finales de siglo, a un aumento de la temperatura global de 2,7 grados centígrados” sobre los niveles de la era preindustrial.
El Acuerdo de París de 2015, que se revisa en Glasgow, puso como meta para más de 190 naciones reducir las emisiones para que la temperatura no supere el umbral de 1,5 grados en 2050 y dos grados centígrados para cuando finalice la centuria.
Si bien las acciones de mitigación son la mejor manera de reducir los impactos y los costos a largo plazo, es fundamental aumentar la ambición en la adaptación, en particular la financiación y la implementación, con el fin de evitar que se amplíen las brechas existentes, sostiene el Pnuma.
De acuerdo con su informe, los costos de la adaptación rondan un estimado de 140 000 a 300 000 millones de dólares por año de aquí a 2030, y serán de entre 280 000 y 500 000 millones de dólares anuales para 2050, solo en los países en desarrollo.
El financiamiento a los países en desarrollo para la planificación e implementación de la mitigación y la adaptación alcanzó apenas 79 600 millones en 2019.
En general, los costos estimados para la adaptación en los países en desarrollo son de cinco a 10 veces mayores que el volumen de financiación pública destinado a abordar el desafío, y esta brecha se está ampliando.
A raíz de la crisis disparada por la covid, en todo el mundo se han desplegado 16,7 billones (millones de millones) de dólares en estímulo fiscal, pero solo una pequeña parte de ese financiamiento se ha centrado en la adaptación al cambio climático.
Al mismo tiempo, el elevado costo del servicio de la deuda, combinado con la disminución de los ingresos públicos, puede obstaculizar a futuro el gasto público destinado a la adaptación, en particular en los países en desarrollo.
También recoge el informe que aunque los planes nacionales de adaptación se han visto interrumpido por la covid, al menos se avanza en las agendas nacionales de planificación para la adaptación.
Alrededor de 79 por ciento de los países han adoptado al menos un instrumento de planificación para la adaptación a nivel nacional, como un plan, una estrategia, una política o una ley. Esto supone un aumento de siete por ciento desde 2020.
Nueve por ciento de los países que no cuentan con un instrumento de este tipo están por desarrollar uno, 65 por ciento tiene uno o más planes sectoriales en vigor, y 26 por ciento tiene uno o más instrumentos de planificación subnacional.
Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, de naciones industrializadas) revelan que los 10 principales donantes financiaron más de 2600 proyectos con un enfoque principal en la adaptación entre 2010 y 2019.
Los proyectos también son cada vez más grandes, con un número creciente de iniciativas que atraen fondos de más de 10 millones de dólares cada uno.
El informe concluye recalcando que el mundo necesita aumentar la financiación pública de la adaptación a través de la inversión directa y facilitando la participación del sector privado, con más acciones y más fuertes para evitar atrasarse en la gestión de los riesgos climáticos, particularmente en los países en desarrollo.
A-E/HM