NACIONES UNIDAS – Cuando más de 100 líderes políticos mundiales se reúnan en Escocia en los primeros días de noviembre la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, el futuro mismo del planeta parece depender del resultado de sus compromisos, que deberán cristalizarse el 12 de noviembre.
La 26 Conferencia de las Partes (COP26) de la Convención sobre el Clima, que se desarrollará en Glasgow, desde el domingo 31 se reúne en medio de unos patrones meteorológicos muy cambiantes en todo el mundo, incluyendo la devastación causada por los incendios forestales en 13 estados de Estados Unidos, además de Siberia, Turquía y Grecia, las fuertes lluvias y las graves inundaciones en el centro de China y Alemania, o las sequías en Irán, Madagascar y el sur de Angola.
Todo ello, anticipan los mayores expertos mundiales, anticipo de un futuro nefasto a menos que haya cambios drásticos en los estilos de vida de los seres humanos.
Naciones Unidas afirma en vísperas de la COP26, que las naciones del Grupo de los 20 (G20), de las mayores economías industriales y emergentes, son responsables de 80 % de las emisiones mundiales y su liderazgo es más necesario que nunca.
Las decisiones que tomen ahora determinarán si las promesas y los compromisos hechos en el Acuerdo de París, en 2015 en la COP21, se cumplen o se incumplen, plantean los informes de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Y al menos cuatro países -China, Australia, Rusia e India- aún no han hecho nuevas promesas para reducir sus emisiones, mediante las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés). Australia fue la única que hizo algún anuncio de última hora en esa dirección, en la antesala de abrirse la cumbre de dos semanas en Glasgow.
Los peligros inminentes también amenazan a las especies animales y vegetales, a los arrecifes de coral, a las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental, y proyectan un aumento del nivel del mar que amenaza la existencia misma de los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID), que pueden desaparecer anegados de la faz de la tierra.
¿Llegará la COP26 a compromisos concretos? ¿O la cumbre que es la más importante desde la de París, será otro intento en una causa perdida?
En una conferencia de prensa el 26 de octubre, el secretario general de la ONU, António Guterres, predijo sin ambages que el planeta está próximo a una «temperatura global catastrófica».
“A menos de una semana de la COP26 en Glasgow, seguimos en camino hacia la catástrofe climática, incluso con los últimos anuncios realizados”, aseguró.
El Informe sobre la Brecha de Emisiones de 2021, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) muestra que con las actuales NDC y otros compromisos firmes de países de todo el mundo, se está en camino de un aumento catastrófico de la temperatura global de alrededor de 2,7 grados Celsius.
Ahora bien, incluso si los anuncios de los últimos días se materializan, «todavía estaríamos en camino de superar claramente los 2 grados C», aduce. Estos anuncios se refieren esencialmente a 2050, por lo que no está claro cómo se materializarán, pero alertan que la temperatura del planeta superara los 2 grados Celsius, salvo acciones drásticas.
Como dice el título del informe de este año: “El calor está encendido”. Y como muestra el contenido del informe, el liderazgo que se necesita está apagado. Muy lejos de lo que se necesita, planteó Gutiérrez.
“Sabemos que el futuro de la humanidad depende de que el aumento de la temperatura global no supere los 1,5 grados C en 2030. Y también sabemos que, hasta ahora, las Partes del Acuerdo de París están fracasando totalmente en mantener este objetivo a su alcance”, afirmó.
Además, para la recuperación de la pospandemia de la covid-19, hasta ahora, el informe del Pnuma estima que solo 20 % de las inversiones para salir de la crisis apoyarán la economía verde.
Mientras los líderes mundiales se preparan para la COP26, este informe es otra estruendosa llamada de atención. “¿Cuántos más necesitamos?”, preguntó Guterres.
Juan Pablo Osornio, director de la cartera de políticas climáticas globales de Greenpeace Internacional, dijo a IPS que «la ciencia es muy clara, necesitamos reducciones de emisiones urgentes, drásticas y constantes si queremos mantener el límite de 1,5° C».
Cuando los gobernantes y altos funcionarios lleguen a las salas de reunión de Glasgow, dijo, sentirán la presión de actuar.
Las naciones que se enfrentan a amenazas existenciales y un movimiento compuesto por los pueblos indígenas, las comunidades de primera línea de costa y los jóvenes tratarán de cambiar la ecuación del coste político y de asegurarse de que se asuman compromisos concretos para reducir las emisiones.
“Glasgow trata esencialmente de a quién pertenece el mundo y de quiénes somos como seres humanos”, planteó.
Añadió que las negociaciones en Glasgow se centrarán en la redacción de las normas para aplicar el Acuerdo de París.
“Las normas deben proteger los medios de vida de las comunidades más expuestas a los impactos climáticos, que se enfrentan a amenazas existenciales ahora y en la juventud, y no el resultado final de la industria que creó la crisis climática en primer lugar», consideró Osornio.
Las reglas y compromisos acordados en Glasgow, dijo, deben enviar un mensaje claro de que la era de los combustibles fósiles ha terminado y marcar un camino para que los gobiernos cooperen en la transformación necesaria para cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
“Aunque cabe mencionar que algunos gobiernos como el de Gambia ya lo han hecho. Sin duda, esperamos que la voluntad política se incline hacia la mejora de los compromisos que nos acerquen a la reducción de las emisiones a la mitad para 2030 y nos sitúen en una senda dentro del límite de 1,5 °C”, dijo el director de Greenpeace.
Glasgow debe crear un impulso notorio para que los gobiernos anuncien objetivos más ambiciosos y establezcan en sus territorios las políticas necesarias para aplicarlos.
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Para Osornio, la sociedad civil hará su parte y denunciará cualquier “lavado verde” que conlleven esos anuncios, mensajes que hacen que los que hablan parezcan responsables, mientras que hacen poco o nada para cambiar sus formas contaminantes.
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Sobre la ausencia de anuncios de nuevos compromisos, de países como Australia, China, India o Rusia, el especialista adujo que “es muy probable que veamos a estos países con nuevas promesas, mientras que China probablemente presente una nueva NDC, Australia anunciará su anodino objetivo de cero neto, seguido por algo similar de Rusia e India».
“Las promesas a largo plazo no valen ni el papel en el que están escritas, a menos que estén ancladas en la política nacional, respaldadas por el cumplimiento y motivadas por la acción”, dijo.
Esa acción, remarcó, deben incluir, por ejemplo, “que se cierren las plantas de carbón y se abran los parques eólicos; que no haya más automóviles de combustión interna en las calles y sean sustituidos por un sistema de transporte seguro, cómodo, rápido y libre de carbono; y que haya ecosistemas abundantes, exuberantes y diversos en todo el mundo».
Por su parte, Matthew Reading-Smith, coordinador de comunicaciones de la red mundial de la sociedad civil Civicus, con sede en Johannesburgo, dijo a IPS que era muy poco probable que la meta de 1,5 °C se concrete.
“Incluso en los escenarios más optimistas, el objetivo de 1,5 grados es cada vez más inalcanzable. Los actuales NDC son un fracaso colectivo y no responden a la magnitud de la crisis a la que nos enfrentamos», consideró el activista.
En este momento, dijo, el único país que ha presentado una NDC consistente con el objetivo de 1,5 grados es Gambia.
“Estas negociaciones requieren responsabilidad, y existe un desequilibrio de poder inherente a las conversaciones de la ONU, entre los países industrializados y los países del sur global. Esto se ha visto agravado por la crisis sanitaria, y las comunidades más afectadas por la crisis climática también están sufriendo una escasez artificial de vacunas», dijo Reading-Smith.
Estas comunidades especialmente vulnerables, se lamentó, quedarán en gran medida al margen de las negociaciones físicas, que son fundamentales para exigir responsabilidades a los Estados miembros más contaminantes.
Un área práctica y crítica en la que los países industrializados deben rendir cuentas es su compromiso fallido de entregar al menos 100 000 millones de dólares al año a los países del Sur global para ayudarles a adaptarse al cambio climático y mitigar el aumento de la temperatura, señaló Reading-Smith.
“Cumplir este objetivo es una importante prueba de fuego para conseguir los billones de dólares que se necesitan anualmente para detener el calentamiento global y llevar las emisiones netas de carbono a cero», afirmó.
Como en todas las COP, adelantó, habrá un aluvión de promesas y declaraciones futuras, incluso de países que aún no han compartido objetivos actualizados de reducción de emisiones de carbono. Pero hasta ahora la cristalización de las promesas ha sido muy decepcionante.
“Basándonos en los más de 110 planes nacionales que ya se han presentado, podemos esperar que las promesas restantes sean poco detalladas y lamentablemente insuficientes para limitar el calentamiento global a 2 °C”, añadió.
Dado que no se ha consultado a la población en el diseño de estas hojas de ruta nacionales, es más probable que los compromisos pendientes de países como China, Rusia, Australia e India reflejen los intereses de las empresas que los consejos y la ambición de los grupos de la sociedad civil, declaró.
Por su parte, la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, declaró en vísperas de la COP26: «Es hora de dejar atrás los discursos vacíos, las promesas rotas y los compromisos incumplidos. Necesitamos que se aprueben leyes, que se apliquen programas y que las inversiones se financien rápida y adecuadamente, sin más demora.
A su juicio, solo una acción urgente y prioritaria puede mitigar o evitar desastres que tendrán un impacto enorme -y en algunos casos letal- “en todos nosotros, especialmente en nuestros hijos y nietos”.
“Los Estados que asisten a la reunión de la COP26 en Glasgow deben cumplir sus compromisos actuales de financiación del clima, e incluso aumentarlos, y no ignorarlos por segundo año consecutivo. Tienen que movilizar inmediatamente recursos para mitigar el cambio climático y adaptarse a él”, demandó con rotundidad la máxima responsable de los derechos humanos en el mundo.
T: MF / ED: EG