El comienzo del siglo XXI ha sido cuanto menos convulso. Se inauguró con los atentados del 11 de septiembre del 2001, continuó con la Gran Recesión de 2008-2009, y ahora nos enfrentamos al desafío del coronavirus y la covid-19.
Estos eventos han tenido un efecto significativo en el proceso de globalización que comenzó con la caída del Muro de Berlín (1989) y que ha ayudado a una creciente prosperidad económica global. De hecho, casi la mitad de la población mundial está disfrutando de los beneficios de la economía de consumo gracias a la aparición de mercados en países más allá de las naciones ricas e industrializadas.
Ante estos continuos desafíos geopolíticos y geoeconómicos, la pregunta de que se hacen los gerentes empresariales es: ¿Cómo prosperar en un mundo en continuo cambio?
Las compañías del siglo XXI se enfrentan a un entorno empresarial cambiante liderado por adelantos tecnológicos que están abriendo una nueva “era” de oportunidades. Internet ha cambiado la manera de hacer negocios conectando a casi todos y casi todo. Ha ayudado a pequeños emprendedores, en todas partes del mundo, a llegar a un mercado global y a transformar sus negocios en micro-multinacionales.
Esta ola tecnológica ha impulsado la prosperidad mundial, sacando a más de mil millones de personas de la pobreza extrema en los últimos 30 años y para 2025 se espera que más de la mitad de la población mundial pertenezca a la clase consumidora, caracterizada por personas a las que les sobra algún ingreso discrecional después satisfacer impuestos y necesidades básicas. Se estima que la mayor parte de este crecimiento se concentrará en las economías emergentes.
Esto ha ayudado a que el ingreso per cápita empezara a converger entre países y, por tanto, a disminuir la desigualdad de ingresos. Sin embargo, la desigualdad ha aumentado dentro de las economías avanzadas durante las últimas décadas.
Por ejemplo, de acuerdo con el estudio de 2016 de McKinsey Global Institute (Poorer than their Parents?, ¿Más pobres que sus padres?) explica que en 2014 entre el 65–70 % de los hogares de las economías avanzadas se encontraban en segmentos de ingresos que se mantuvieron estables, o incluso disminuyeron, en comparación con el 2005.[related_articles]
Además, cualquier aumento en el ingreso nominal se ha visto compensado en gran medida por el aumento de los costos de la vivienda, la salud, y la educación, dejando a los hogares de los países ricos con poca capacidad para consumir o ahorrar.
Adicionalmente, las tecnologías han hecho que el empleo y el crecimiento de los ingresos estén cada vez mas concentrados en áreas geográficas concretas, por lo que las empresas se enfrentan a preguntas cada día mas directas sobre su responsabilidad en el bienestar social a escala local y global.
Las expectativas de la responsabilidad social de los actores económicos también están cambiando. Atrás han quedado los años de la primacía de los accionistas como los principales beneficiarios del éxito económico de las corporaciones.
En el siglo XXI, la sociedad se está planteando nuevas preguntas sobre el papel de responsabilidad social de las corporaciones antes de otorgarles la Licencia Social para operar dependiendo de las percepciones y opiniones acerca del propósito empresarial.
Ante esta realidad, hay muchas respuestas a la pregunta de cómo pueden las empresas prosperar en un mundo en continuo cambio. Es prioritario empezar por adaptar el propósito empresarial a las nuevas expectativas de responsabilidad social que se esperan de las empresas para obtener la Licencia Social en el nuevo mercado del siglo XXI.
RV: EG