El alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, llegó este viernes 27 a esta capital sudanesa con el primer cargamento aéreo de auxilio para los refugiados que huyen de la guerra civil en la vecina Etiopía.
“Estoy en Sudán y visito las zonas cercanas a la frontera con Etiopía, a donde han llegado hasta ahora 43 000 refugiados de la región de Tigray”, el norte etíope donde chocan fuerzas regionales con las del gobierno central, dijo Grandi, jefe de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados.
El primero de los cuatro vuelos previstos en el puente aéreo trajo 32 toneladas con ayuda de emergencia de las reservas de Acnur en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), e incluyó 5000 mantas, 4500 lámparas solares, 2900 mosquiteros, 200 láminas y 200 rollos de plástico, para usos diversos.
Un segundo envío partirá el lunes desde Dubai con otras 100 toneladas, incluyendo 1275 carpas familiares y 10 almacenes prefabricados, atendiendo a las necesidades de refugio inmediato para unas 16 000 personas.
Sudán, de 1,8 millones de kilómetros cuadrados y 40 millones de habitantes, ya albergaba casi un millón de refugiados y desplazados por conflictos, en su mayor parte provenientes del también vecino Sudán del Sur.
La región etíope en conflicto, en el norte fronterizo con Eritrea, ha sido gobernada por el Frente Popular de Liberación de Tigray, que mantiene un choque político de años con el poder central en Addis Abeba.
El gobierno central acusó al Frente de atacar a principios de noviembre una base del ejército, “la gota que rebasó el vaso” según el primer ministro Abiy Ahmed -Premio Nobel de la Paz 2019-, y se desató la actual confrontación, de cuya evolución militar se desconocen detalles debido a un denso bloqueo de las comunicaciones.
En cambio, civiles que huyen por temor al fuego de la guerra y a posibles masacres cruzan la frontera hacia Sudán a un ritmo que ha llegado a 4000 por día, la mitad de ellos niños, y Acnur ha expresado especial preocupación porque en la capital de Tigray, Mekele, vive medio millón de personas.
Además, en la conflictiva provincia hay cuatro grandes campamentos que albergan a unos 96 000 desplazados y refugiados de otro país vecino, Eritrea, y cuya subsistencia en buena medida depende de la ayuda internacional.
De acuerdo con los cálculos de Acnur, los eritreos en los campamentos “se quedarán sin comida el lunes, pese a que estamos listos con nuestros suministros para tratar de llegar a estas poblaciones”, dijo en la sede de la agencia en Ginebra, Suiza, su portavoz Babar Baloch.
Para esos eritreos “necesitamos un acceso humanitario sin trabas, para llegar a ellos lo más rápido posible”, dijo Baloch, y se sumó a otras entidades de la ONU que hacen “un llamado a la protección de civiles y al acceso humanitario inmediato”.
Mientras, sobre el terreno sudanés, los equipos de la ONU tratan de reunir a las familias que huyen y asentarlas provisionalmente. En el área de Um Rakuba, a unos 70 kilómetros de la frontera, ya se asentaron 10 000 personas, según Acnur.
La agencia indicó que los problemas logísticos siguen afectando la respuesta humanitaria, que está sobrecargada, y todavía no hay suficiente capacidad de alojamiento para satisfacer las crecientes necesidades.
Acnur dijo que trata de proporcionar comida caliente, instalar puntos de distribución de agua, construir letrinas, y atender con alimentación suplementaria y terapéutica a centenares de niñas y niños malnutridos y madres embarazadas y lactantes.
La agencia estimó que para la atención a las decenas de miles de refugiados en Sudán se requiere con urgencia más ayuda internacional y cifró sus necesidades inmediatas de recursos en 75 millones de dólares.
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