Los conflictos armados, el cambio climático y la pandemia covid-19 son las causas de que, por primera vez en una generación, en 2020 se incremente la pobreza extrema, expuso un informe del Banco Mundial divulgado este martes 10.
El número de personas extremadamente pobres cayó de manera pronunciada, de 1900 millones de personas en 1990 a 689 millones en 2017, en promedio un punto porcentual anual, aunque en los últimos años se observó una desaceleración.
Si alrededor de nueve por ciento de la población mundial estaba en pobreza extrema, la combinación de factores impedirá llegar a 2030 con menos de tres por ciento de los habitantes del planeta como extremadamente pobres, dice el informe titulado “La pobreza y la prosperidad compartida. Un cambio de suerte”.
El primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pactados por las Naciones Unidas para 2030 es el fin de la pobreza, y la meta 1.1 es erradicar la pobreza extrema, la de personas que en 2015 tenían un ingreso menor a 1,25 dólares diarios. El Banco Mundial fija ese umbral en 1,90 dólares.
Entre 2013 y 2015 la pobreza extrema retrocedió solo 0,6 por ciento, y 0,5 por ciento entre 2015 y 2017, por el impacto del cambio climático y de conflictos armados en países con mucha población pobre, pues 40 por ciento de las personas pobres viven en naciones afectadas por conflictos.
Por ejemplo, la pobreza extrema se duplicó entre 2015 y 2018 en la región Medio Oriente-Norte de África, impulsadas por los conflictos de Siria, Libia y Yemen.
En 2020, la covid amplificará el impacto que sobre la reducción de la pobreza ya se tenía con las situaciones de conflicto y el cambio climático, según el banco.
El nuevo virus “trastoca todo, desde la vida cotidiana hasta el comercio internacional y los más pobres son los que sufren la mayor incidencia de la enfermedad”, dice el informe, calculando que solo en 2020 entre 88 y 115 millones de personas pueden ser empujadas a la pobreza extrema como consecuencia de la pandemia.
La pobreza causada por la covid avanza en poblaciones donde sus efectos eran menores. A diferencia de los pobres crónicos, es probable que los nuevos pobres vivan en zonas urbanas, tengan un nivel educativo más alto y trabajen más en los sectores de servicios informales y manufacturas, y menos en la agricultura.
Países de ingreso mediano, como India y Nigeria, podrían albergar hasta 75 por ciento de los nuevos pobres, según las proyecciones del banco.
El estudio prevé que el cambio climático se intensificará en los próximos años, “una amenaza grave para los países de África al sur del Sahara y Asia meridional, las regiones donde se concentra la mayor parte de la población pobre”, y empujará entre 68 y 135 millones de personas a la pobreza extrema antes de 2030.
A modo de ejemplo, se estima que 1470 millones de personas viven en zonas propensas a inundaciones, cerca de la mitad son pobres y unos 132 millones son pobres extremos.
La región donde más confluye el impacto de los conflictos, el cambio climático y la covid es África al sur del Sahara, con 18 de las 20 economías más pobres del mundo, con 40 por ciento de su población viviendo con menos de 1,40 dólares al día y casi 70 por ciento con menos de 3,20 dólares de ingreso diario.
En el capítulo de propuestas y recomendaciones, el Banco Mundial considera que “la prioridad principal e inmediata en todas las regiones debe ser salvar vidas y restaurar los medios de subsistencia”, y elogió medidas como las transferencias monetarias a la población aplicadas recientemente en países como Brasil e Indonesia.
Recomienda cerrar brechas entre aspiraciones y logros de las políticas, por ejemplo llevando servicios básicos a los sectores menos influyentes de una comunidad, en el nivel local, o estrategias para que tanto naciones ricas como pobres tengan acceso a los equipos médicos necesarios ante la pandemia, en el plano internacional.
Se debe ampliar el aprendizaje de experiencias, ante la velocidad y escala de la pandemia, y un ejemplo sería el aprovechamiento que, frente a la covid, hizo Corea del Sur de la experiencia del síndrome respiratorio en Oriente Medio en 2015.
También se debe invertir en prevención y preparación, aunque esas medidas suelen tener una baja recompensa política, pues se otorga poco rédito a los desastres que se evitan, pero sin ellas las adversidades pasan factura tarde o temprano.
Finalmente, el Banco Mundial propone ampliar la cooperación y coordinación internacional pues “ningún país puede, por sí solo, controlar adecuadamente, ni menos aún prevenir, el tipo de emergencia que el mundo está experimentando hoy en día”.
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