Ante una pregunta, Albert Einstein, el físico alemán que ganó el Premio Nobel de Física en 1921, predijo algo muy inquietante: «No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial se librará con palos y piedras».
Einstein, quien se lamentó del papel marginal que jugó en la creación de la bomba atómica, advirtió de esa manera implícita sobre un mundo que retrocedería a una era prehistórica, en caso de quedase aniquilado por el uso de armas nucleares en una hipotética tercera guerra mundial.
El Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares (TPNW, en inglés) recibió su 50 ratificación el 25 de octubre, por lo que entrará en vigor el 22 de enero, justo cuando existe un temor persistente en cuanto a la efectividad de estos tratados, particularmente cuando las nueve potencias nucleares del mundo están violando abiertamente estos acuerdos.
La gran cantidad de tratados antinucleares, sin duda, ha actuado como disuasión contra una guerra nuclear desde la devastación causada por el bombardeo estadounidense de Hiroshima y Nagasaki, que masacró entre 129 000 y 226 000 personas en agosto de 1945.
Paradójicamente, también hay un casi tópico que se cita a menudo de que «las armas nucleares han hecho más por la paz mundial que cualquier tratado de paz», ya que la mayoría de las potencias nucleares exaltan que gracias a ello «no se han utilizado una sola vez armas nucleares».
Sin embargo, ello no impidió el surgimiento de cuatro nuevas potencias nucleares desde la década de los 70: India, Pakistán, Corea del Norte e Israel (que se niega a reconocer su estatus nuclear), incluso cuando cuatro países desnuclearizaron, incluida Sudáfrica, que desarmó su arsenal mientras que Bielorrusia, Kazajistán y Ucrania repatriaron sus armas a Rusia.
Además, a pesar de estos tratados, las principales potencias nucleares del mundo han continuado modernizando su armamento nuclear, en particular Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia y Rusia, que también son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Según el London Economist, solo Estados Unidos ha gastado más de 348 000 millones de dólares en un programa de modernización de una década, seguido por el Reino Unido, Francia, Rusia y China.
«Nno ha habido ningún intento de reducir el papel de las armas nucleares en las doctrinas militares y de seguridad de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU a pesar de sus compromisos bajo el TNP (Tratado de No Proliferación Nuclear)», denunció ya en 2015 la revista The Economist.
También hay informes de que algunos de los países del Medio Oriente, incluidos Irán, Arabia Saudita y Egipto, albergan la intención de desarrollar armas, así sea en futuro lejano.
Entonces, ¿qué tan lejos estamos de que acabe la la larga lucha por un mundo libre de armas nucleares? ¿Es este un objetivo alcanzable o una fantasía política?
Según un artículo de la agencia Associated Press, poco antes de alcanzarse la ratificación del TPNW, la administración estadounidense de Donald Trump envió una carta a los gobiernos que firmaron o ratificaron el tratado, diciéndoles: «Aunque reconocemos su derecho soberano a ratificar o adherirse al TPNW, creemos que ha cometido un error estratégico».
Una iniciativa que se interpreta como un intento de Washington de presionar a los signatarios para que se retiren de ese u otros tratados antinucleares.
Brenden Varma, portavoz de la presidencia de la Asamblea General de la ONU, dijo que el TPNW representa un paso significativo para avanzar al objetivo de un mundo libre de armas nucleares, pero eludió comentar el impacto de que algunos países signatarios pudieran retirar su ratificación, presionados por otros Estados miembros.
Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri, en inglés), el inventario total de armas nucleares en el mundo sumaba en 2019 el número de 13 865, de las cuales 3750 se desplegaron con fuerzas operativas.
Un elemento clave es que más de 90 por ciento de las armas nucleares del mundo eran propiedad de Rusia y Estados Unidos.
Dan Smith, director de Sipri, dijo que todos los Estados con armas nucleares están potenciando sus arsenales.
Y eso sucede cuando «el control de armas está en crisis», advirtió.
«El acuerdo de armas estratégicas entre Rusia y Estados Unidos, el último tratado bilateral de control de armas que aún está en pie, debe extenderse en febrero del próximo año. No es sorprendente que un cambio radical de dirección esté ganando un gran grado de apoyo en todo el mundo», agregó.
El científico MV Ramana, experto en temas globales de seguridad y desarme y director del Instituto Liu para Asuntos Globales, de la Universidad de Columbia Británica, dijo a IPS que la búsqueda de un mundo libre de armas nucleares comenzó con el mismo comienzo de la era nuclear.
«La meta es definitivamente difícil de lograr y no estamos cerca de ella, pero no creo que sea una fantasía», aseguró.
Otras armas de destrucción masiva, señaló, han sido prohibidas y no hay una razón esencial por la que las armas nucleares no puedan serlo también, aunque esto requeriría cambios de gran alcance en la forma en que los países interactúan entre sí.
«La entrada en vigor del Tratado de Prohibición es definitivamente un paso hacia el objetivo de la abolición de las armas nucleares porque permite a los países no nucleares aumentar la presión sobre los Estados con armas nucleares para que se deshagan de sus medios de destrucción masiva», reiteró Ramana.
El portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, consideró que la entrada en vigor del TPNW “es un mensaje muy importante sobre la necesidad de la eliminación total de las armas nucleares”.
Recordó en ese sentido, que el secretario general de la ONU, António Guterres, destacó que su efecto más inmediato es que, cuando entra en vigor, “el Tratado se convertirá en derecho internacional vinculante para aquellos Estados que lo hayan ratificado”.
Esos Estados también tendrán que presentar una declaración inicial sobre cualquier arma nuclear pasada o presente bajo su control dentro de los 30 días siguientes a la entrada en vigor el 21 de enero.
Dujarric aseguró que Guterres es “muy consciente” del clima general en torno a la vigencia y las violaciones de los tratados nucleares y que justamente por ello realiza constantes llamados “al diálogo entre los Estados miembros” para que puedan volver a una visión común y un camino que conduzca a la eliminación total de las armas nucleares.
«A pesar de las diferencias sobre el Tratado de Prohibición en sí, las frustraciones y preocupaciones subyacentes deben ser reconocidas y abordadas con ese espíritu” del secretario general, dijo su portavoz.
Joseph Gerson, presidente de la Campaña por la Paz, el Desarme y la Seguridad Común, dijo a IPS que “la respuesta es sí”, a la pregunta de si hay esperanzas de crear un mundo libre de armas nucleares y, por ende, de supervivencia humana, a pesar de la realidad de nuevas carreras armamentistas y posible proliferación.
Hay esperanza, pero no garantía, agregó. Los seres humanos tienen inherentemente libre albedrío y la posibilidad de actuar.
Durante los días más oscuros de la Guerra de Vietnam (1955-1975), con su enorme número de muertos diarios, recordó, era difícil imaginar un día en que las bombas asesinas dejarían de caer. Pero lo hicieron.
Generaciones de afroamericanos sufrieron y resistieron valientemente la esclavitud brutal, citó también Gerson, que afirmó que “nos tomó siglos, pero se superó el apartheid legalizado de Estados Unidos”.
«Mientras haya vida, hay esperanza» y en la abolición del armamentismo nuclear “también la hay”, sentenció Gerson, autor de With Hiroshima Eyes (Con los ojos de Hiroshima) y Empire and the Bomb (El imperio y la bomba).
T: MF