La intoxicación con plomo en la sangre afecta a 800 millones de niños en el mundo, la mitad de ellos en el sur de Asia, expuso este jueves 30 un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la organización ambientalista Pure Earth.
El plomo, “que apenas presenta síntomas al principio, causa estragos silenciosos en la salud y el desarrollo de los niños, con consecuencias posiblemente fatales”, dijo Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef.
El informe, “The Toxic Truth” (La verdad tóxica) calcula que uno de cada tres niños en el planeta, 800 millones en total, tiene en la sangre niveles de plomo iguales o superiores a cinco microgramos por decilitro, considerado nivel en el que se hace necesaria una intervención.[pullquote]3[/pullquote]
El plomo es una potente neurotoxina que causa daños irreparables en el cerebro de los niños, particularmente en los menores de cinco años, ya que daña sus cerebros antes de que hayan tenido la oportunidad de desarrollarse plenamente, causándoles un deterioro neurológico, cognitivo y físico para toda la vida.
Se estima que la exposición infantil al plomo cuesta a los países de ingresos bajos y medios casi un billón (millón de millones) de dólares, debido a la pérdida del potencial económico de estos niños a lo largo de su vida.
Según el informe, el reciclaje informal y deficiente de baterías de plomo es uno de los principales factores que contribuyen a la intoxicación de los niños que viven en países de ingresos bajos y medios, donde el número de vehículos se ha triplicado desde el año 2000.
Otras fuentes de exposición infantil son plomo en el agua procedente del uso de tuberías fabricadas con ese material, el plomo de las actividades industriales como la minería y el reciclaje de baterías, la pintura y los pigmentos a base de plomo, y la soldadura de plomo en latas de alimentos.
También la gasolina con plomo, aunque ha disminuido en los últimos decenios pero fue una fuente histórica importante de intoxicación, el plomo presente en especias, cosméticos, medicinas ayurvédicas, juguetes y otros productos, más el que llevan en su cabello, ropa y zapatos los trabajadores en industrias que usan ese tóxico.
Según el estudio, en Asia meridional hay unos 378 menores de 19 años con niveles de plomo en la sangre superiores al límite crítico, 222 millones en África subsahariana, 78 millones en Asia oriental y el Pacífico, 63 millones en Medio Oriente y Norte de África, y 49 millones en América Latina y el Caribe.
En Europa y Asia Central hay unos 12 millones y en América del Norte 1,3 millones entre niños y adolescentes afectados.
El informe presentó casos de estudio, en Bangladesh, Georgia, Ghana, Indonesia, México y en el estado de Michigan, en Estados Unidos.
En Kathgora, un poblado rural de Bangladesh, cerca de su capital, Dacca, uno de sus 300 habitantes alquiló una parcela a recicladores de baterías que contaminaron agua, aire y suelos, y donde se detectó el mal cuando empezaron a enfermarse y morir animales y a irritarse la piel de los niños.
Los estudios mostraron que los suelos dañados tenían hasta 100 000 partes de plomo por millón, 250 veces el máximo tolerable de 400, y en toda la comunidad altos niveles del mineral en la sangre, lo que ameritó un proceso de desintoxicación con cooperación internacional que demoró más de año y medio.
Se cree que en Bangladesh hay unos 1100 sitios de reciclaje informal de baterías, con riesgo para al menos un millón de vecinos.
En México se hicieron estudios en el central estado de Morelos, asiento de industrias de cerámica vidriada con plomo, y encontraron en los talleres 1098 partes por millón de plomo en el suelo.
Examinados niños menores de ocho años hijos de ceramistas, se encontró que tenían hasta 26 microgramos por decilitro de plomo en la sangre, y pueden perder hasta ocho puntos de coeficiente intelectual en su desarrollo, según el informe.
Estudios del Banco Mundial y del Instituto Nacional de Salud Pública estimaron que 14 por ciento de los niños mexicanos tienen niveles de plomo superiores a los cinco microgramos por decilitro y por ello se han perdido unos 3,8 millones de puntos de coeficiente intelectual, además de otros daños.
Richard Fuller, presidente de Pure Earth, dijo que “la buena noticia es que el plomo puede reciclarse de forma segura sin exponer a los trabajadores, sus hijos y los vecindarios cercanos. Y los sitios contaminados pueden ser reparados y restaurados”.
Además “es posible educar a la gente sobre los peligros del plomo y capacitarlos para protegerse a sí mismos y a sus hijos. El retorno de la inversión es enorme: mejor salud, mayor productividad, mayor coeficiente intelectual, menos violencia y un futuro más brillante para millones de niños en todo el planeta”.
Entre las medidas recomendadas por Unicef y Pure Earth está la elaboración y aplicación de normas ambientales, de salud y de seguridad en la fabricación y el reciclaje de baterías de ácido-plomo y desechos electrónicos, y sobre el ambiente de trabajo y calidad del aire en las operaciones de fundición.
A-E/HM