En la actualidad, algo más de la mitad de las mujeres en todo el mundo pueden elegir libremente sobre su salud sexual y reproductiva, según el último informe basado en datos de 57 países del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Sin embargo, dado que gran parte del planeta se ha paralizado por las medidas de los países de confinamiento y distanciamiento social de la población, así como de restricción de la libre circulación de las personas, a los expertos les preocupa que incluso el pequeño aumento en los derechos de de salud sexual y reproductiva pueda sufrir un retroceso.
«A nivel mundial, a medida que la covid-19 se expandió, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, desde servicios de rutina y pruebas de enfermedades de transmisión sexual (ETS), hasta la atención prenatal, anticoncepción y aborto, ha sufrido significativamente», dijo Françoise Girard, presidenta de la Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres (IWHC, en inglés).
«Los servicios de salud sexual y reproductiva siempre son vulnerables a caer al final de la lista de prioridades ya que quienes toman las decisiones (hombres, blancos, heterosexuales, mayores, ricos) no son las personas que sufrirán la falta de acceso», dijo la especialista a IPS.
El informe «Proteger el acceso universal a la salud sexual y reproductiva y promover la igualdad de género”, lanzado el 26 de marzo por UNFPA para resaltar los diversos niveles de acceso (o su carencia) que tienen las mujeres a las instalaciones de salud sexual y reproductiva.
Esto incluye el derecho de la mujer para elegir sus opciones al respecto.
El UNFPA tiene tres pilares para medir el nivel de autonomía que tienen las mujeres para tomar decisiones con respecto a su salud sexual y reproductiva:
-Quién participa en la toma de decisiones sobre la atención en materia de salud de las mujeres.
-Quién toma las decisiones sobre el método anticonceptivo utilizado.
-Y si la mujer puede decir no a su esposo o pareja, cuando no quiere mantener relaciones sexuales.
Los datos para el informe incluyen principalmente países de África subsahariana entre el listado de 57 analizados. El informe afirma que «todavía existen brechas en la autonomía de las mujeres, incluso cuando se observan altos niveles de toma de decisiones individuales en algunas dimensiones».
Si bien es necesario realizar mejoras, es especialmente difícil en las circunstancias actuales. Los activistas temen que haya numerosos tipos de impacto en el acceso de las mujeres a las instalaciones de salud sexual y reproductiva en todo el mundo a medida que los países y las ciudades entran en cuarentena por la amenaza del coronavirus.
Una cuestión de acceso
Emilie Filmer-Wilson, asesora de derechos humanos del UNFPA, asegura que hay una «miríada de factores» que determinan la capacidad de una mujer para acceder a estas instalaciones: a nivel individual, institucional y comunitario.
Uno de esos factores determinantes para la capacidad de decisión de una mujer es su nivel de educación, así como el de su pareja, dijo Filmer-Wilson a IPS. Agregó que justamente esa educación se está viendo especialmente afectada porque son muchos países donde se han cerrado las aulas para contener el avance de la covid-19.
También se espera ver un riesgo en el campo institucional, que son fundamentales en respaldar la capacidad de las mujeres de tomar decisiones en materia de salud y que para ello tienen que ser asequibles y accesibles, lo que la pandemia restringe.
Para la accesibilidad, dijo la especialista de UNFPA, generalmente tienen en cuenta la distancia geográfica, algo que el distanciamiento social impuesto en muchos países convierte en un desafío difícil de resolver.
En este contexto de la pandemia, “la distancia sería uno de los riesgos que conlleva simplemente ir a un centro de servicios de salud», dijo a IPS. «Entonces, si esto se ve afectado en los niveles institucionales y de servicio, será mucho más difícil para las mujeres» ese acceso a la salud sexual y reproductiva, planteó Filmer-Wilson.
Girard, de IWHC, destacó preocupaciones similares.
Medidas por la pandemia, como por ejemplo prohibir el acompañamiento de las parejas o las doulas en el trabajo de parto de las madres, “muestran lo poco que los tomadores de decisiones valoran y comprenden la salud y las necesidades de las mujeres», afirmó.
Pregunta sobre datos
Mientras tanto, la cuestión del acceso también significa que hay ciertas comunidades que se verán afectadas de manera desproporcionada.
«Las comunidades ya marginadas son las que más sufren», dijo Girard. «Las mujeres pobres, las mujeres negras, las mujeres indígenas, las mujeres rurales, las personas LGBTQI +, las adolescentes, las personas con discapacidad ya luchan por acceder a servicios integrales de atención sanitaria y sistemas de protección social”, recordó.
Aseguró que “la pandemia de covid-19 ha exacerbado estas desigualdades existentes dijo la activista, quien citó como ejemplo que en Estados Unidos, las restricciones “están afectando particularmente a las comunidades afroamericanas».
Para medir estos impactos, es crucial contar con los datos adecuados. Sin embargo, la recopilación de datos en un momento de aislamiento social limita aún más las oportunidades para que los investigadores recopilen la información y generen datos sobre cómo la pandemia está afectando a las personas y en particular a las mujeres.
«Necesitamos tener los datos pre-covid y post-covid para hacer este tipo de comparación», dijo a IPS la especialista técnica de UNFPA en temas de población y desarrollo, Mengjia Liang.
«Es muy probable que las agencias que administran esas encuestas internacionales de hogares también retrasen sus sondeos sobre planificación familiar», agregó.
En esencia, la pandemia va a dejar en un segundo plano la recopilación de datos, a pesar de que es medular para medir su impacto en el acceso de las mujeres a sus derechos de salud sexual y reproductiva, sintetizó.
La falta de datos será más sal sobre la herida.
T: MF