No quise casar a mi hija por una simple razón: quiero que se empodere”, explicó Lemeima mint El Hadrami, de 49 años. “No quiero que pase las mismas dificultades que pasé cuando era joven”, añadió, al contar que la obligaron a contraer matrimonio cuando tenía tan solo 13 años.
Y como suele suceder cuando la esposa es menor de edad, El Hadrami quedó embarazada en la adolescencia y la obligaron a abandonar la escuela. Tuvo dos embarazos complicados de los que tuvo dos hijas, y luego su esposo las abandonó.
“Entonces la gente no sabía que el matrimonio infantil daña la salud de las niñas. Era una práctica común”, reflexionó. El Hadrami es originaria de esta localidad de Selibabi, en el sur de Mauritania, donde 37 por ciento de las menores de edad ya están casadas para cuando cumplen 18 años.
Para terminar con el matrimonio precoz en Mauritania y otros países del Sahel, donde las niñas se casan con 16 años en promedio, requiere de un cambio de las normas sociales no escritas que rigen la práctica. Eso requiere que los líderes religiosos y comunitarios se involucren en muchos asuntos relacionados con la discriminación de género y formen parte del esfuerzo para poner fin a la violencia basada en género.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) trabaja con sus socios para generar conciencia sobre la cascada de perjuicios que conlleva el matrimonio temprano, desde el abandono escolar a los elevados riesgos para la salud materna y la pobreza en la que terminan ellas y sus familias a largo plazo.
“Una niña inmadura no puede gestar un niño porque ella misma es una niña, cuyo cuerpo no está listo para hacerse cargo de un bebé”, explicó Telmidy, imán de la mezquita de Kuba, en Selibabi. Muchas adolescentes de la comunidad murieron por esa razón, añadió.
Telmidy es uno de los 200 líderes comunitarios y religiosos movilizados en Mauritania en el marco del proyecto para el Empoderamiento de las mujeres y el Dividendo Demográfico en el Sahel (SWEDD, en inglés), una colaboración entre el UNFPA y otros socios, para generar conciencia sobre que el matrimonio precoz es “haram”, es decir que está prohibido por el islam.
“El matrimonio precoz es un asunto complejo y lo encaramos de forma tal de respetar el islam”, explicó. “El islam protege la dignidad de hombres y mujeres”, acotó.
Telmidy y otros imanes quieren ser agentes de cambio. “Discutimos y compartimos nuestro conocimiento sobre el islam y nuestra experiencia puerta a puerta o durante la plegaria de los viernes, y la gente comienza a comprender y responder”, destacó.
El proyecto SWEDD, que cuenta con fondos del Banco Mundial, incluye a Benin, Burkina Faso, Chad, Costa de Marfil, Mali, Mauritania y Níger, y recibe apoyo técnico del UNFPA.
Además de trabajar con líderes religiosos, el proyecto difunde mensajes sobre el empoderamiento de mujeres y niñas a través de un programa de radio popular.
“Me sentí muy conmovida por los mensajes de la radio”, señaló El Hadrami.
“No quiero que mi hija atraviese las mismas dificultades que yo. Quiero que avance lo más posible en sus estudios y que tenga un buen trabajo que le permita tener un estándar de vida decente. Podría ser ministra, médica o partera”, añadió.
Los mensajes de la radio funcionan de forma combinada con los esfuerzos de sensibilización basados en la fe.
“Las recomendaciones y las pautas difundidas por la radio son muy importantes, en especial porque cuentan con el respaldo de las creencias religiosas”, explicó Telmidy. “La gente escucha la radio para mantenerse informada”, acotó.
Los imanes han llegado a unas 370.000 personas en la zona rural de Mauritania, lo que ha incluido capacitaciones sobre los peligros del matrimonio precoz.
El UNFPA también ayuda a la red nacional de eruditos islámicos a formarse sobre cuestiones de salud sexual y reproductiva, lo que además de cuestiones relacionadas al matrimonio precoz incluye los beneficios de espaciar los embarazos y la importancia de poner fin a la violencia basada en género y la mutilación genital femenina.
“El islam es una religión que respeta los derechos humanos. Por lo tanto, toda acción que perjudique la salud mental o física está prohibida”, explicó Hademine Saleck Ely, imán de la Mezquita Central de la localidad de Nouakchott.
“Pero algunas personas están casadas con las prácticas tradicionales y no entienden los peligros de esas costumbres”, apuntó.
Telmidy señaló que adquirir conocimientos es obligatorio para los musulmanes. “El Corán señala que un padre tiene la responsabilidad de educar a sus hijas y protegerlas, y que debe postergar el matrimonio hasta que tengan 18 años. También debe permitirles ganarse la vida, es su derecho”, puntualizó.
“Debemos asumir nuestras responsabilidades y cumplir con nuestra misión para compartir nuestro conocimiento con la comunidad”, añadió.
Este artículo fue publicado originalmente por www.worldbank.org.