Más personas que nunca en la historia viven en la actualidad desplazadas dentro de las fronteras de sus propios países y el pronóstico es que la cifra seguirá subiendo si no se produce una acción urgente para evitarlo, según alerta un nuevo estudio.
Elaborado por el Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos (IDMC, en inglés), perteneciente al no gubernamental Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), el último Informe Global sobre Desplazamiento Interno presenta un panorama sombrío sobre un tema con graves y crecientes consecuencias.
«El informe de este año es un triste recordatorio de la recurrencia del desplazamiento y de la gravedad y urgencia de las necesidades de los desplazados internos”, dijo la directora del IDMC, Alexandra Bilak.
Para la especialista, “los hallazgos” del informe, lanzado este mes de mayo, representan un “llamado de atención a los líderes mundiales”.
“El año pasado, millones de personas obligadas a huir de sus hogares, a los que están fallando gobiernos nacionales ineficaces y una diplomacia internacional insuficiente”, aseguró el secretario general del NRC, Jan Egeland.
Pero, subrayó, “debido a que no han cruzado una frontera, reciben poca atención”, a niveles mundiales y regionales.
El estudio estima que 41,3 millones de personas sobrevivían como desplazados internos a fines de 2018 y de ellos 28 millones eran nuevos desplazamientos. Esos nuevos casos se originaron en 61 por ciento por desastres naturales y 39 por ciento restante por conflictos de distinto tipo.
«La evacuación de personas salva sus vidas, pero no significa que no permanezcan desplazadas después de que termine la crisis, especialmente si sus casas han sido destruidas», dijo a IPS la jefa de Política y Defensa de IDMC, Bina Desai.
Por ejemplo, solo Filipinas registró casi cuatro millones de desplazamientos, más que cualquier otro país del mundo. Una parte significativa se desplazó como resultado de las evacuaciones preventivas para mitigar los impactos de los tifones entre julio y diciembre de 2018.
Desai manifestó su preocupación de que, a pesar de la inversión en la reducción del riesgo de desastres, las comunidades siguen muy expuestas y vulnerables.
«El desplazamiento está dejando de ser un problema puntual para convertirse en una experiencia cada vez más cíclica y repetida para las personas», dijo.
De los 41,3 millones de desplazados internos, dos terceras partes, lo que equivale a 30,9 millones, se concentran en 10 países: Siria, Colombia, República Democrática del Congo, Somalia, Afganistán, Yemen, Nigeria, Etiopía, Sudán e Iraq, por ese orden.
Un caso particular es el de Colombia, que se mantiene como el segundo país en número, con 3,8 millones de desplazados internos, pese al acuerdo de paz logrado en 2016 entre el gobierno y la ya extinta guerrilla de las FARC. De hecho, los enfrentamientos con otros grupos armados provocaron en el país latinoamericano 145.000 nuevos desplazados en 2018.
Las urbes, foco de desplazamiento
Del estudio también emergió que el desplazamiento interno es un fenómeno cada vez más urbano, en particular en el caso de los originados en conflictos.
Eso sucede por ejemplo en comunidades que por la guerra en Yemen buscan refugio en ciudades como Hodeidah, o que por conflictos de diferente orden en Somalia se desplazan a urbes como a Mogadiscio.
Los desplazamientos a las urbes tienen algo de círculo vicioso, destacó Desai, porque los que llegan hasta ellas en busca de seguridad, frecuentemente son forzados a convertirse otra vez en desplazados.
En Somalia, las autoridades han desalojado por la fuerza a miles de desplazados internos que a menudo se instalan en asentamientos informales y han llegado a demoler las viviendas, dejándoles nuevamente sin hogar.
Uno de los peores incidentes de desalojo masivo ocurrió en diciembre de 2017, cuando 35.000 personas que vivían en 38 asentamientos de desplazados internos fueron desalojados luego de una disputa sobre la propiedad de la tierra.
A medida que las ciudades continúan siendo el destino de éxodos interno, su crecimiento se vuelve exponencial, lo que hace que sus residentes enfrenen un mayor riesgo de desplazamiento, cuando suceden desastres naturales en los cada vez más extensos territorios urbanos.
El IDMC calcula que aproximadamente 17,8 millones de personas corren el riesgo de ser desplazadas por las inundaciones cada año en el mundo. De ellas, 80 por ciento vive en áreas urbanas o periurbanas.
Desai destacó la necesidad de planes e inversiones a largo plazo para ayudar a prevenir el desplazamiento como primer objetivo, con la construcción de infraestructuras resistentes a la climatología entre otras muchas.
A su juicio, comprender los riesgos de desplazamiento debe ser un componente esencial en los planes de desarrollo.
«Cualquier decisión de inversión que se tome en la planificación del desarrollo, ya sea en educación o en infraestructura de salud o en medidas de seguridad, tendrá un impacto en el riesgo futuro, porque lo incrementará o reducirá», dijo a IPS.
«No es como un evento externo, que empuja a las personas a abandonar sus hogares, pero es la forma en que están expuestos o son vulnerables a ese evento y determinará si están en riesgo de ser desplazados», agregó Desai.
Sin embargo, la financiación para la reducción del riesgo de desastres (DDR, en inglés) sigue siendo lamentablemente insuficiente.
Según el Instituto de Desarrollo de Ultramar, solo 0,4 por ciento del monto total gastado en asistencia internacional se destinó a DDR en las últimas dos décadas.
Al final del día, la solución es en gran parte política.
«En última instancia, si los gobiernos nacionales no tienen un interés y un incentivo para invertir y reducir el desplazamiento interno, eso no sucederá», dijo Desai, señalando la necesidad de proporcionar datos sólidos y pruebas que conecten los desplazamientos con las prioridades políticas.
A juicio del IDMC, la mayoría de los gobiernos siguen concentrando su preocupación en los flujos de refugiados, pero es imperativo centrarse también en los desplazados internos que a menudo se convierten en refugiados cuando no les quedan soluciones u opciones.
«Creemos que los desplazados internos merecen mucha más visibilidad … la urgencia es clara porque hemos visto esos lugares donde tenemos datos sólidos de que no solo las personas mismas se ven inmensamente afectadas, sino que también se están erosionando los avances en el desarrollo», dijo Desai.
Para la especialista, las comunidades de destino y los países que tienen altos niveles de desplazamiento interno no podrán lograr sus objetivos de desarrollo nacional o los internacionales Objetivos de Desarrollo Sostenible», que deben cumplirse para 2030.
«Todas las personas desplazadas tienen derecho a la protección y la comunidad internacional tiene el deber de garantizarla», concluyó Egeland, por su parte.
T: MF